Religión

Padre Christopher: “El islam en Sudán del Sur está acobardado”

El Padre Christopher habla con LA RAZÓN con motivo de la visita de Francisco I a Sudán del Sur, nación que el misionero conoce bien tras años trabajando en ella

El padre Christopher acompañado de niños católicos de Sudán del Sur.
El padre Christopher acompañado de niños católicos de Sudán del Sur.Christopher Hartley

Christopher Hartley fundó en 1999 la Fundación Misión de la Misericordia, una institución sin ánimo de lucro que tiene por objetivos la cooperación y el desarrollo de proyectos que mejoren las condiciones de vida de las personas más necesitadas. Lo que desea el padre Christopher Hartley, fundador de la Fundación, es que ésta sea un instrumento en manos de Dios, al servicio de la Iglesia Católica, a través de la cual se logre tocar muchos corazones y ponerse al servicio de los más pobres de los pobres. Ser un instrumento de evangelización, haciendo llegar las ayudas a las personas que realmente lo necesitan.

La labor misionera del padre Christopher le ha llevado a República Dominicana, Etiopía y Sudán del Sur, entre otros países, permitiéndole una cercanía a la realidad de la Iglesia en lugares poco conocidos por los fieles españoles. Con motivo de la visita del Papa a Sudán del Sur, hablamos con él sobre la actual situación del catolicismo en la nación más joven del mundo, el auge de los extremismos islámicos en la región y la caridad cristiana que está al alcance de todos.

En Etiopía se está percibiendo un aumento del islam en detrimento del cristianismo. De la misma manera, Sudán y Egipto son naciones de mayoría musulmana. ¿Cómo afecta este aumento del islam en la región a la convivencia de las religiones en Sudán del Sur?

Yo he vivido estos tres últimos años en el sur de Sudán del Sur, muy próximo a las fronteras con República Democrática del Congo, República Centroafricana y Uganda. Es decir, la parte más cristiana. Por lo tanto, puedo decir que el islam más militante sólo intenta penetrar por la zona de Tambura, que es la más próxima a RCA. Por otra parte, la parte más islamizada de Sudán del Sur es el norte, la parte fronteriza con Sudán, que es la parte que yo conozco menos. Mi experiencia es que el islam lo aborrecen, el islam está muy acobardado. Las veces que he ido a Juba sólo me he encontrado con dos mezquitas muy pequeñitas, mientras la catedral católica es más grande que la mezquita más importante de la ciudad. La sensación al hablar con la gente a pie de calle es de que aborrecen el islam, y te cuentan infinitud de atrocidades. En Sudán del Sur nadie quiere saber nada acerca del islam.

Por supuesto que hay presencia, pero son una minoría. Y esto es algo típico del islam: todos son buenísimos y simpatiquísimos hasta que son el 52% de donde están. Entonces se transforman radicalmente en completos déspotas. Pero como son una pequeña minoría dentro de un cristianismo increíblemente vibrante (con sus propias lacras, eso sí), un musulmán que pase por aquí no tiene más remedio que quedarse callado. Considero que el cristianismo está en auge en Sudán del Sur, en parte porque luchado por su fe en la guerra civil, han sufrido por su fe, han sido perseguidos por su fe. Muchos en mi parroquia han vivido semanas y meses en la selva, aterrorizados por el islam. Llegaban a amordazar a los bebés para que no lloraran y que no pudieran encontrarles así los musulmanes, en los tiempos en que Sudán era un solo país.

¿Cuál es la labor fundamental de la Iglesia en Sudán del Sur? ¿Dónde se concentra su obra?

Si la Iglesia no cumple con las funciones por las que la creó nuestro Señor Jesucristo, no está cumpliendo con su tarea. Es el anuncio del Evangelio, la celebración de los sacramentos y congregar a la comunidad en la caridad. Es una Iglesia que vive de la Palabra, de los sacramentos y del mandato nuevo de Jesús: el congregar. Esa es la labor de los misioneros y de todos los miembros del pastoral, incluyendo los catequistas, que juegan un papel crucial en las comunidades donde la presencia del sacerdote es más esporádica. También es verdad que, precisamente por ser uno de los países más pobres de la Tierra, la Iglesia tiene muy claro aquí que no atiende únicamente almas, sino personas. Un alma sin cuerpo es un fantasma; un cuerpo sin alma es un cadáver.

La misión de la Iglesia es atender a la totalidad de la persona, siempre recordando lo que la teología llama signos de credibilidad. Cuando los discípulos de Juan Bautista preguntaron a Jesús si era el Mesías, Jesús no contestó diciendo que se lean el catecismo o que vieran la camiseta que llevaba puesta donde decía “Yo soy el Hijo de Dios”, no. Lo que les dijo fue que fueran a Juan a decirle lo que estaban viendo. No lo que estáis oyendo, lo que estáis viendo. Y fueron a decirle que los ciegos veían, los sordos oían y los cojos andaban. Esto en teología se denominan como los signos de credibilidad. La tentación de la Iglesia, presionada a lo mejor por las necesidades imperiosas del sufrimiento de los pobres, es que esos signos de credibilidad se conviertan en su razón de ser, y terminemos con una Iglesia católica convertida en una gigantesca ONG. Así se convertiría la Iglesia en una sal que se ha vuelto sosa o en un pan sin levadura: dejaría de tener sentido su propia existencia.

Es importante añadir a este respecto que la Iglesia católica es la institución en Sudán del Sur con más escuelas, más universidades y más centros de formación profesional. En este punto me quito el sombrero por la labor impresionante de los misioneros y de las congregaciones religiosas. Mi parroquia, en medio de la selva, tiene la mejor escuela católica con 700 alumnos y la única escuela secundaria de la zona. No hay una persona educada en Sudán del Sur, inclusive sus políticos, que no haya estudiado en un colegio católico.

El padre Christopher en un proyecto de Sudán del Sur.
El padre Christopher en un proyecto de Sudán del Sur.Desconocido

En regiones próximas (Sahel o Somalia), la vida de un religioso puede verse en riesgo a causa del auge de los extremismos. ¿Cuál es su percepción sobre este tema cuando se encuentra en Sudán del Sur?

Yo esto lo he vivido en carne propia. Ten en cuenta que fui el primer sacerdote católico que llegó a Gode, al sureste de Etiopía, en el corazón del islam etíope. Esto fue en 2007, y pasé doce años viviendo en esa misma región, hasta que establecimos una iglesia, un convento, una comunidad católica que se ha ido desarrollando gracias a la labor de los obispos y los misioneros que fueron llegando después de mí. A mí los musulmanes fanáticos, muchos de ellos afines a Al-Shabaab, me amenazaron de muerte muchísimas veces. Conozco muy bien la agresividad, la violencia, el odio, la falta de empatía y de diálogo que caracterizan al islam. Creo que mucha gente tiene una visión fantasiosa del islam, donde el verdadero islam es el que se ve en las gentes de la calle, en las gentes de a pie. A mí me odiaban. Pero siempre quedaban fascinados por el amor de la Iglesia a los enfermos y los pobres, incluso con todo ese odio visceral contra los cristianos siempre fueron capaces de reconocerlo y agradecerlo.

En cuanto a Sudán del Sur, no puedo decir que mi opinión tenga mucho valor porque he vivido en una parte muy cristiana. A lo mejor la experiencia de los misioneros que viven en el norte sea diferente. Pero desde luego que en esas situaciones la vida de los misioneros y de los cristianos siempre está expuesta a riesgos. Lo que sí que es verdad es que los peligros a los que están expuestos los sacerdotes y los religiosos oriundos de esas tierras radican en las luchas étnicas. Esto es, que un sacerdote o que una religiosa sean asesinados a causa de su etnia, pero no por ser sacerdotes. Yo he vivido en lugares muy violentos, lugares donde han muerto misioneros y misioneras, pero no puedo decir que el motivo del peligro fuera a raíz del islam.

¿Qué pueden hacer los católicos españoles para apoyar a sus hermanos en Sudán del Sur?

La Iglesia es un organismo vivo. La misión de la Iglesia es prolongar en el tiempo la presencia de Jesucristo. Y la misión de Cristo es hacer presente el Reino de Dios. Y como es un cuerpo, en un cuerpo todos no somos ojo, ni todos somos oreja, ni todos somos pie... cada uno tiene una tarea y una misión. Por el bautismo, todos tenemos una vocación misionera, aunque sí que es verdad que dentro de la Iglesia existe una vocación específica que es la vocación misionera.

Pero el bautismo ya nos impele a todos a ser corresponsables en la obra misionera de la Iglesia. Cada uno tendrá que pensar qué órgano es dentro del cuerpo de Cristo y cómo responder a esta misión. Hay algunos que vamos físicamente a la misión, pero todo el mundo es corresponsable de la obra misionera. Hay gente que pueda ir una temporada, hay otros que nunca podrán ir, pero todos pueden ofrecer sus oraciones y la generosidad de su dinero, privándose no sólo de lo superfluo sino también de lo necesario. Sabiendo que el gran desafío que tiene hoy la humanidad es que la tarea está muy lejos de realizarse. En España también hay una tarea colosal que hacer, pese a que se trata, con diferencia, del país del mundo con más misioneros. Somos en torno a 15.000 misioneros españoles en el mundo. Y esto es un orgullo y una maravilla.

Luego está la posibilidad de los jóvenes de ir a colaborar, de pasar una temporada teniendo una experiencia de misión y aportando sus dones y sus cualidades. Todo el mundo tiene la misión de orar por la otra misionera. No en balde la Iglesia a nombrado a Santa Teresa del Niño Jesús, que nunca salió de su monasterio de carmelita descalza en Lisieux, patrona de las misiones junto a Francisco Javier. Los enfermos que ofrecen sus sufrimientos, todos los cristianos que ofrezcan sus oraciones, todos los cristianos que compartan lo poco o lo mucho que tengamos para que la labor misionera continúe. Es tantísimo lo que la Iglesia española está haciendo por las misiones en los cinco continentes... Pero también es verdad que es muchísimo más lo que España podría hacer en cuanto a oración y sacrificio, en cuanto a envío de misioneros. Lo que más necesitan las misiones, son misioneros: no es dinero, ni nada más. Lo que pedimos es que vengan más misioneros.