Bruselas
24 horas para salvar el Brexit: May afronta una derrota casi segura
La Cámara de los Comunes rechazará este martes, salvo sorpresa de última hora, el plan de salida de la UE acordado por el Gobierno británico y Bruselas. Un amplio ramillete de alternativas a ese acuerdo ya están sobre la mesa de sus señorías.
La Cámara de los Comunes rechazará este martes, salvo sorpresa de última hora, el plan de salida de la UE acordado por el Gobierno británico y Bruselas. Un amplio ramillete de alternativas a ese acuerdo ya están sobre la mesa de sus señorías.
Quizá por tradición o más bien porque nadie esperaba tener que afrontar un divorcio de este tipo tras más de cuatro décadas de relación, lo cierto es que la incertidumbre con el Brexit va a durar hasta último momento. En Westminster está ya asumido que el Acuerdo de Divorcio y la Declaración Política sobre las futuras relaciones con el bloque no serán ratificadas en la votación de mañana en el Parlamento, cuando se presenten ante sus señorías. La «premier» Theresa May se niega a tirar la toalla, pero los últimos acontecimientos plantean serias dudas sobre su posición: su Ejecutivo se ha convertido en el primero de la historia en ser denunciado por desacato por la Cámara de los Comunes al negarse a publicar en su totalidad el asesoramiento legal recibido sobre el pacto. Asimismo, ningún primer ministro desde James Callaghan en 1978 había cosechado tres derrotas consecutivas como las que se han visto esta semana con el debate que ha tenido lugar previo a la histórica votación de mañana. Algunos diputados vaticinan que la humillación para May podría ser por una diferencia de hasta 200 diputados.
Según «The Sunday Times», la primera ministra podría ir a Bruselas en último momento para pedir ayuda o incluso retrasar el voto. Aunque en un primer momento fue negado por Downing Street, fuentes próximas al Gabinete afirmaron que podría estar incluso hoy en Bruselas.
La pregunta que se plantea entonces es: ¿qué es lo que va a pasar con el futuro de Reino Unido y el de la propia UE si el acuerdo de divorcio cerrado ya con los 27 es rechazado en el Parlamento británico? Sin pacto, tampoco habría periodo de transición, por lo que tras el 29 de marzo del próximo año –día fijado para la salida– reinaría el caos a ambos lados del Canal. Vuelos, transportes de mercancías, suministro de medicinas, derechos de los comunitarios que viven en Reino Unido y de los británicos repartidos por el bloque... Los planes de contingencia no están preparados para este escenario.
El núcleo duro euroescéptico del propio Partido Conservador siempre ha abogado por una ruptura total que dejara tan sólo al país vinculado con la UE bajo la regulación de la Organización Mundial del Comercio. Pero tanto en Londres como en Bruselas siempre han intentado evitar a toda costa esta situación. Algunos rumores sugieren que si la derrota de mañana fuera por menos de 40 votos, en Bruselas estarían dispuestos a «pensar en un gesto que permita a May volver a intentarlo». «Podríamos considerar hacer algo cosmético con relativa rapidez», asegura desde el anonimato un diplomático. En la cumbre europea del 13 y 14 de diciembre se podría realizar algún cambio en la Declaración Política –legalmente no vinculante–, pero los líderes tienen poco margen de maniobra para modificar el acuerdo en sí de divorcio. Sobre todo en lo relativo al llamado «backstop», la polémica salvaguarda para evitar la frontera dura en Irlanda que, hasta que se cierre un pacto comercial, dejará a Reino Unido en la unión aduanera y a Irlanda del Norte en el mercado único, sólo respecto a bienes.
En este sentido, los norirlandeses del DUP, de cuyo apoyo depende el Gobierno en minoría de May, aseguran que la «premier» ha roto su promesa. «Se deja a la provincia británica con un estatus diferente al del resto del país, por lo que no podemos respaldar el acuerdo», asegura Nigel Dodds, portavoz de esta formación.
Eso sí, el DUP ha señalado que sí apoyará al Ejecutivo en caso de que la oposición presente moción de confianza para forzar unas elecciones anticipadas. De no conseguir comicios, los laboristas de Jeremy Corbyn se sumarán a las demandas del resto de partidos para convocar un segundo referéndum. El «lobby» pro UE People's Vote celebró este fin de semana actos por todo el país para incrementar la presión. La campaña tenía 60 personas trabajando a tiempo completo en sus oficinas al lado de Westminster, y ha contado con alrededor de 30.000 activistas y logró el apoyo público de hasta 53 diputados.
Ante las posibilidades de un segundo plebiscito y el peso que ha tomado People´s Vote, los propios euroescépticos, capitaneados por el excéntrico Boris Johnson, han comenzado a tener reuniones secretas para preparar su estrategia.
En cualquier caso, la opción que se escucha más estos días por los corrillos de Westminster es que finalmente se acabe apostando por el modelo Noruega Plus. El Reino Unido quedaría dentro del Espacio Económico Europeo (EEE) como miembro de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC) y además se pediría a la UE estar dentro de la unión aduanera comunitaria.
La hipótesis ha cogido más fuerza después de que el tory pro UE, Dominic Grieve –el que fuera fiscal general del Estado–, haya conseguido pasar una enmienda para que, en caso de que el acuerdo sea rechazado, el Parlamento tenga más peso a la hora de decidir los próximos pasos.
El precursor de esta idea es el ex ministro Nicholas Boles, y en las últimas semanas se ha reunido con cuatro miembros del Gabinete capitaneados por Michael Gove, líder de los llamados «Brexiteers pragmáticos». Asimismo, está también trabajando con diferentes representantes del partido de la oposición. El pasado mes de junio, 75 laboristas desafiaron la disciplina de su partido para abstenerse y acabaron votando a favor de que Reino Unido se quedara dentro del EEE. Por lo que se cree que ahora apoyarían la propuesta. Boles planteó una membresía temporal al EEE y AELC mientras el país negociara con el bloque un acuerdo de libre comercio al estilo canadiense (el gran objetivo del núcleo duro euroescéptico).
Pero esto no solventaba el problema de la frontera de Irlanda. La AELC tiene sus propios acuerdos de libre comercio por lo que, al menos, inicialmente, el Reino Unido tendría que permanecer en la unión aduanera comunitaria. Por lo tanto, el ex ministro desarrolló aún más su plan y de «Noruega por el momento» se pasó a «Noruega Plus». Implica aceptar por completo el Acuerdo de Retirada negociado por May, pero renegociar la Declaración Política para especificar que, después de la transición (ahora fijada hasta diciembre de 2020), Reino Unido se uniría al AELC como pilar importante del EEE y además se quedaría temporalmente en la unión aduanera. Su precursor defiende que este escenario ofrece ventajas inmediatas. «Estaríamos en el mercado único, pero fuera de la jurisdicción del Tribunal de Justicia Europeo. Estaríamos fuera de las políticas agrícolas y pesqueras comunitarias y seríamos capaces de operar como un estado costero independiente. Ya no estaríamos obligados por el impulso de la UE hacia una unión cada vez más estrecha y, después del acuerdo de divorcio, pagaríamos sustancialmente menos en contribuciones anuales», escribía recientemente en «Financial Times».
El gran inconveniente es que Londres no recuperaría el control de sus fronteras ni pondría fin a la libre circulación de personas, la cuestión protagonista durante la campaña del histórico referéndum de 2016. Boles defiende que Reino Unido estaría cubierto por el artículo 112 del EEE que establece que «si existen serias dificultades económicas, sociales o ambientales» el país afectado puede tomar una acción unilateral respecto a la llegada de inmigrantes. En definitiva, el modelo «Noruega Plus» podría ser la solución política al Brexit, pero no garantizaría el puesto de May, por lo que no se descarta que el Partido Conservador acabase convocando primarias.
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