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Egipto

El «nuevo Egipto» del faraón Al Sisi

El presidente egipcio inaugura en una fastuosa y patriótica ceremonia la ampliación del canal de Suez

Imagen de archivo de Abdelfatah Al Sisi junto a un niño durante la inauguración del nuevo canal de Suez larazon

A bordo del «Mahrousa», un yate de 150 años de antigüedad célebre por ser el primer barco en surcar las aguas del Canal de Suez en 1869, apareció en el litoral de la ciudad de Ismailiya el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi. El ex jefe de las Fuerzas Armadas se presentó engalanado con el uniforme militar, dispuesto a inaugurar la que es, hasta el momento, su obra estrella: una nueva vía de tránsito entre el mar Rojo y el Mediterráneo que ha sido dragada a lo largo de 35 kilómetros en paralelo al canal ya existente para permitir el paso de navíos en dos direcciones.

«El regalo de Egipto para el mundo», como han definido las autoridades del país a la costosa obra, fue presentado en sociedad en una fastuosa ceremonia, plagada de símbolos patrióticos y folclóricos. A su llegada, el mandatario fue recibido primero por un séquito de trompetistas ataviados con atuendos de corte faraónico y después por una banda militar. La primera partida de aviones Rafale que El Cairo compró a Francia a principios de julio y los ocho cazas F-16 que aterrizaron provenientes de Estados Unidos hace una semana surcaron el cielo dibujando con una estela humo blanco, rojo y negro la bandera de Egipto.

Reemplazado el uniforme castrense por un traje oscuro y sin desprenderse de sus gafas de sol, Al Sisi fue dando la bienvenida a la multitud de figuras internacionales invitadas al evento. Sentado junto al mandatario egipcio, pudo verse al presidente francés, François Hollande, convidado de honor y único jefe de Estado occidental que acudió a la apertura de la flamante ampliación del Canal de Suez. Acudieron también a la cita varios ministros europeos, como el titular de Defensa británico, Michael Fallon, o su homóloga italiana, Roberta Pinotti. Destacó asimismo la presencia del primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, y del griego Alexis Tsipras, además de relevantes aliados del mundo árabe como el rey Abdalá de Jordania o el emir de Kuwait, Sabah al Ahmad al Jaber. Representando a España se desplazó hasta Ismailiya la ministra de Fomento, Ana Pastor.

Con las aguas del canal como telón de fondo, Al Sisi se dirigió a la concurrencia con una amplia sonrisa, complacido por haber cumplido con su promesa de presentar el proyecto terminado en un ajustadísimo periodo de un año. El mandatario agradeció su dedicación a los trabajadores que han hecho posible finalizar la obra en el periodo estipulado, felicitando a sus conciudadanos por un logro que constituye «un regalo para Egipto y para el mundo por el bien de la Humanidad». En su solemne alegato, dejó un importante espacio para referirse a la lucha de las autoridades egipcias contra los violentos: «En los últimos uno o dos años, Egipto no sólo ha aportado este proyecto. La historia recordará que Egipto se alzó frente al rostro de la más peligrosa ideología terrorista». El presidente egipcio recordó a los fallecidos en los múltiples ataques que han dejado un reguero de muertos entre «soldados, policías y civiles inocentes» y remató su discurso con optimismo, aseverando que éste «sólo es el primero de mil pasos hacia adelante. Los egipcios necesitan demostrarse a sí mismos y al mundo de lo que son capaces».

Las autoridades del país han puesto todas sus esperanzas de recuperación económica en su proyecto insignia, que implica el establecimiento de la nueva vía de 35 kilómetros de longitud y un aumento en la profundidad de un tramo ya existente de 37 kilómetros para permitir la navegación de barcos de gran tonelaje. Según el Ejecutivo, la nueva obra permitirá duplicar los ingresos, pasando de los 5.300 millones dólares que recauda actualmente a 13.200 millones como consecuencia de un aumento estimado en el tráfico entre el mar Rojo y el Mediterráneo. Siguiendo con sus cálculos, de 49 buques diarios se pasará a 97 en 2023, y los navíos verán reducido el tiempo de tránsito de 18 horas a 11. El Gobierno presume de que el proyecto, que ha tenido un coste de 8.500 millones de dólares, ha sido financiado por los propios egipcios mediante la adquisición de bonos del Estado con un inusitado interés del 12%.

Tras los pasos de Naser

En Egipto, nadie olvida aquella rueda de prensa en la que se presentó el ambicioso plan cuya finalización estaba prevista, en principio, para el año 2017. Desde su butaca, el presidente ordenó reducir el plazo a doce meses, provocando la sorpresa de los presentes en la sala. Contra todo pronóstico, Al Sisi cumplió con lo prometido, lo que ha avivado la confianza de los egipcios en que pronto saldrán del atolladero en el que se encuentran, estrangulados en su economía y amenazados por el terrorismo. El nombre de Gamal Abdel Naser, el carismático líder artífice de la nacionalización del canal de Suez en 1956, estuvo muy presente durante la ceremonia de ayer y en las calles son muchos los que esperan que el actual presidente llegue a ser un líder a su altura. Así ha procurado presentarse ante la opinión pública, con megaproyectos que incluyen la construcción de una capital alternativa en mitad del desierto al estilo de ciudades como Dubái, un sueño que parece estar todavía lejos de concretarse.

Las perspectivas económicas anunciadas en torno a la ampliación del Canal tampoco parecen estar en disposición de convertirse en la panacea para resolver todos los problemas que vive el país. Diversos expertos han señalado que, para lograr las cifras estimadas, el comercio mundial debería aumentar, cada año, un 9%, un número muy alejado de las cifras de crecimiento experimentadas en el último lustro.

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