Crisis migratoria en Europa
Alemania plantea retirar las ayudas a los Estados que rechacen las cuotas
Berlín toma las riendas de la crisis migratoria tras el fracaso de las negociaciones entre los socios europeos. Merkel pide una cumbre urgente de los jefes de Estado la próxima semana mientras miembros de su gabinete esgrimen como amenaza el recorte de fondos al Este
Europa no se puso de acuerdo en la cumbre del lunes sobre el reparto de refugiados. Ante este fracaso, considerado un retroceso en la crisis migratoria, Alemania toma el testigo y expuso ayer la posibilidad de retirar los fondos de cohesión a los países que se opongan a cumplir las directrices europeas. «Sería justo que estos países –entre los que se cuentan Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia– recibieran menos medios financieros de la Unión Europea (UE)», apuntó el ministro del Interior germano, Thomas de Maizière. Los países que rechazan las cuotas «reciben muchos fondos estructurales» de la UE, añadió Maizière, al tiempo que sugería utilizar los recortes en los mismos como herramienta de «presión». Mucho más cauta, sin embargo, se mostró la canciller Angela Merkel, quien recordó que las «amenazas» nunca son la solución. Merkel adoptó un tono conciliador llamando a la unidad de Europa para afrontar una crisis de esta envergadura. «Creo que necesitamos recuperar el espíritu europeo otra vez, no me parece que las amenazas sean la mejor forma de conseguir un acuerdo», dijo en una rueda de prensa junto a su homólogo austriaco, Werner Faymann.
Ante esta situación, Berlín y Viena creen que hace falta una cumbre urgente. «No podemos esperar a mitad de octubre», apuntó Merkel junto a Faymann. Todo parece indicar a que la fecha sería el 21 de septiembre. Ahora bien, esta cita extraordinaria no abordará nuevamente la cuestión de las cuotas, sino que estará encaminada a facilitar una solución a los países de origen para disminuir el aluvión migratorio. Lo que han querido dejar claro ambos líderes es que los tres países más involucrados en una acogida justa de refugiados –Alemania, Austria y Suecia– no pueden ser los únicos en asumir las llegadas masivas. Sólo Alemania recibirá este año a 800.000 personas, cifra bastante superior al medio millón que ingresó en fronteras europeas en los primeros ocho meses del año.
A pesar de que la apertura «excepcional» de fronteras no fue vista positivamente en zonas como la colapsada Baviera y otros «Lander» que la han criticado, la canciller zanjó ayer la cuestión asegurando que la medida era «necesaria». «No podemos disculparnos por haber mostrado una cara amable ante una situación de emergencia», añadió Merkel. Faymann añadió que «no se puede meter la cabeza en la arena y dejar que el problema acabe pasando», criticando implícitamente la actuación de países como Hungría, que adoptan medidas restrictivas para cercar sus fronteras en lugar de tomar partido en la acogida de asilados.
Poco tardaron en aparecer las primeras reacciones a las palabras de Maizière en los países del Este, opuestos a las cuotas. El secretario de Estado checo, Tomás Prouza, consideró muy «dañinas para todos» lo que él calificó como «amenazas». Mientras que Eslovaquia juzgó como ilícitos los castigos a un país por tener una opinión diferente. «Si ocurre, será el final de la UE», apuntó Robert Fico, el primer ministro eslovaco. La crisis migratoria sigue generando tensión en el bloque comunitario.
Tras las palabras de Merkel, Alemania y Francia vuelven –junto a la presión de la Comisión y de otros líderes europeos– a liderar en Bruselas la petición de esa cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que dé respuesta a la crisis. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, debe decidir ahora la convocatoria o no, y lo hará este jueves. La mayoría de países se mostraron el lunes a favor de cerrar el sistema de reubicación de refugiados, pero los países del Este impidieron que se acordara por unanimidad; es por ello que la presidencia de turno de la Unión Europea, que ocupa Luxemburgo este semestre, ha convocado un nuevo Consejo de ministros europeos de Interior para el próximo día 22 septiembre, a fin de lograr finalmente un acuerdo sobre la crisis de refugiados. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, exigió coherencia a los países de la Unión y les instó a demostrar con hechos sus palabras. Si piden solidaridad a la Comisión, que se impliquen y prediquen con el ejemplo. La italiana llegó a emocionarse en un discurso ante el Parlamento en el que se permitió, como ella misma reconocía, un discurso menos políticamente correcto. «Me parece bien que los países nos pidan que incrementemos la ayuda a países de origen. Pero esos fondos están abiertos también a contribuciones de los Estados miembros. Y ustedes pensarán que son todos los países que colaboran. Pues contamos con un fondo para la ayuda a Siria de 41 millones de la Comisión, en el que contribuye Alemania con cinco millones e Italia, con tres millones de euros», señaló ayer.
En este contexto recordó los 1.800 millones que las instituciones se reservan para un fondo de ayuda a África. «Pedimos y esperamos más contribuciones», dijo. Tras estas palabras tuvo que hacer un alto, porque la conmoción la llevó a perder el hilo. «Tenemos que ser coherentes con lo que pedimos», terminó Mogherini ante las Comisiones de Exteriores y Libertades Civiles y la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo.
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