Presupuesto

Moho, fallos eléctricos y de fontanería, edificios viejísimos... las bases militares americanas se caen a trozos

El coste únicamente de actualizar los edificios del Ejército es el mismo que tendría comprar 679 F-35 o 15 submarinos de ataque clase Virginia

Habitación mohosa en la base naval de Norfolk, la más grande del mundo, en Estados Unidos
Habitación mohosa en la base naval de Norfolk, la más grande del mundo, en Estados UnidosLa Razón

Nadie cuestiona hoy en día que la Marina de Estados Unidos es la más poderosa del mundo y que sus buques de guerra, presentes en prácticamente cualquier rincón del globo, otorgan una proyección estratégica inigualable. Sus bases navales están repartidas por todos los continentes y desde sus portaaviones los aviones de la US Navy pueden estar en cualquier punto del planeta en cuestión de minutos.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y, si bien sus barcos y sus aeronaves representan la más sofisticada tecnología al servicio del poderío militar, sus bases son, en muchos casos de la época de la Segunda Guerra Mundial: de hecho, un tercio de la superficie de sus instalaciones es de la década de los cuarenta del siglo pasado.

Este se desprende de un informe elaborado a principio de este año por el Government Accountability Office (GAO), la oficina gubernamental que vigila cómo se gasta el dinero de los contribuyentes y llamada con frecuencia “perro guardian” del Congreso.

Según este infomre, hay bases aéreas de la Marina que tienen energía solo para dos de sus ocho hangares para el mantenimiento de aeronaves. Alrededor de un tercio de la superficie total de estas bases fue construida en la década de los cuarenta del siglo pasado, según este documento, recogido por la periodista Mackenzie Eaglen en el medio especializado “1945″.

El documento de la agencia gubernamental revela que hay un problema en el mantenimiento en todas las Fuerzas Armadas y, de hecho, el Departamento de Defensa de Estados Unidos “subestima sus necesidades anuales de financiación, porque casi el 30% de sus instalaciones han excedido su vida útil esperada”. Además, las instalaciones obsoletas tienen “sistemas eléctricos construidos para diferentes sistemas de armas, requisitos de preservación histórica y diseños muy por debajo de lo que sería óptimo”, por lo que es realmente difícil mantener sistemas de armas modernos y complejos con instalaciones que fueron diseñadas para sistemas menos complejos.

Así, los hangares, cuarteles, parques de vehículos motorizados y depósitos de las fuerzas armadas de EE. UU. que ayudan a mantener las fuerzas armadas en funcionamiento y garantizan la preparación se están literalmente “desmoronando” y uno de los principales motivos en que el dinero que se pide para las labores de mantenimiento es mucho menor del que se necesita, por lo que los presupuestos son reducidos.

El informe del GAO señala que el costo del mantenimiento diferido para los servicios y agencias de defensa seleccionadas es de 130.000 millones
de dólares en 2020
. Si tenemos en cuenta que lo solicitado por el Departamento de Defensa para estas labores de mantenimiento de las instalaciones es de unos 11.100 millones de dólares en dicho año fiscal, observamos que las necesidades reales serían de más de un 1.000% sobre lo pedido en los presupuestos.

Una de las principales causas del aumento desorbitado de los costes de mantenimiento es la antigüedad de dichas instalaciones y es que, a medida que las infraestructuras y los equipos envejecen, su mantenimiento es más caro, a pesar de que cada año se renuevan algunas y se demuelen otras que ya no son recuperables.

La edad media de los 49.000 edificios del Ejército examinados como parte del análisis de la Oficina Presupuestaria del Congreso (Congressional Budget Office, CsBO) era de 47 años. Esto supone más de una década por encima de lo que el Ejército considera la vida útil prevista para sus edificios. Pero esa cifra es una media, lo que quiere decir que, en algunos casos, la antigüedad es mucho mayor y, como señala el documento del CBO, “miles de esos edificios, algunos de los cuales son probablemente designados como históricos, tienen 75 o más años”.

Como ejemplo, los cuatro astilleros públicos de la Marina tienen entre 114 y 255 años y fueron creados para reparar los barcos de viento y vapor de los siglos XVIII y XIX. Esas mismas intalaciones ahora se encargan de reparar o construir los barcos y submarinos de propulsión nuclear de hoy. Esto, por entrañable que pueda parecer, convierte a las instalaciones en menos eficientes a la hora de realizar el mantenimiento de la flota actual de la Armada.

Además, los equipos (herramientas, máquinas, diques secos, etc.) utilizados en los astilleros también son antiguos. En dos de los cuatro astilleros, una media del 64% de todos los bienes de equipo han superado su vida útil. Del mismo modo, el Ejército del Aire tiene más del 40% de sus equipos principales más allá de su vida útil fiable.

Para el Ejército, no mejorar sus edificios ha tenido un costo real y también moral. La CBO ha demostrado que el costo de renovar y modernizar las instalaciones utilizadas por el Ejército activo costaría 34.000de dólares de 2020. Ese mismo informe también encontró que el precio de completar todo el mantenimiento diferido y mantener los edificios en línea con los estándares del Pentágono tendría un precio de 19.000 millones (nuevamente en dólares del año fiscal 2020), para un total combinado de 53.000 millones o, a cifras de 2022, 61.000 millones.

El coste únicamente de actualizar los edificios del Ejército es el mismo que tendría el costo de 679 F-35 o 15 submarinos de ataque clase Virginia mejorados.

Cuando los servicios reciben fondos para el mantenimiento de la base, a menudo se destinan a funciones de misión crítica (piense en pistas y centros de comando) en lugar de en las instalaciones que contribuyen a la calidad de vida de los miembros del servicio, lo que baja la moral. Según el mencionado artículo de Mackenzie Eaglen, serían muchos los “cuarteles infestados de moho”. En Fort Bragg, en Carolina del Norte, más de una docena de cuarteles estaban tan llenos de moho que casi 1.100 soldados se vieron obligados a trasladarse. Algo parecido ocurre en la base de Fort Stewart, en Georgia, donde los soldados han tenido que sufrir similar situación por culpa del moho. Y, además, en este caso, en lugar de reubicar a los afectados, se les ha pedido que lo limpien.

La Fuerza Aérea también tiene problemas con el mantenimiento de edificios. Y como muestra un botón: la escuela del servicio para capacitar a pilotos en el vuelo del MQ-9 Reaper, el dron Predator B como el que tiene el Ejército español, es un edificio que, en palabras de un oficial, “es un incendio en un basurero”, ya que los problemas eléctricos, de fontanería o de moho han causado infinidad de problemas. De hecho, hay incluso un sumidero que amenaza los cimientos del edificio.

A pesar de que tener armamento tecnológicamente superior sigue siendo vital, financiar inadecuadamente el mantenimiento y la conservación de los cuarteles no debería dejarse a un lado: las fuerzas armadas estadounidenses no pueden tener armas de alta tecnología sin cuidar las instalaciones que las mantienen y albergan.

Según Eaglen, “la preparación militar requiere que los líderes prioricen las bases y los lugares donde las tropas viven, operan y dirigen esta fuerza de combate global. Si la financiación es insuficiente, la moral se romperá junto con las puertas de la bahía del hangar y todos los demás edificios de la Segunda Guerra Mundial en todo el ejército”. Y no lo dice el enemigo, lo dice un informe gubernamental avalado por la propia Oficina Presupuestaria del Congreso.