Opinión

Una Celac ideologizada no dará frutos

Hubo muchas alabanzas al regreso de Lula a pesar de que ha quedado demostrado que lideró una trama de corrupción con Odebrecht

El presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva (C), junto al presidente de Argentina, Alberto Fernández, en la foto de familia de la cumbre Celac
El presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva (C), junto al presidente de Argentina, Alberto Fernández, en la foto de familia de la cumbre CelacDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

«Claramente hay países acá (...) que no respetan ni las instituciones, ni la democracia ni los derechos humanos (…) No tengamos una visión hemipléjica (...) según el perfil ideológico». Las palabras fueron del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou en la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Durante la jornada fueron excesivas las críticas de algunos mandatarios latinoamericanos, y con peso en la región, hacia el bloqueo de Estados Unidos hacia Cuba. No fueron tantas las alusiones, solo el presidente del Uruguay, y de manera indirecta, en contra de la violación de los derechos humanos en Venezuela, Cuba y Nicaragua.

El rasgo ideológico en nada favorece este tipo de reuniones. Como recordó Lacalle Pou, los mandatarios pasan pero los acuerdos y reuniones se deben seguir celebrando en favor de los latinoamericanos. Así, queda una sensación agria del último encuentro de la Celac. Mucha celebración por parte de varios presidentes debido a la vuelta al poder de Lula en Brasil cuando, a todas luces, dirigió un entramado de corrupción escandaloso con la constructora Odebrecht. Mucha alabanza y victimismo hacia el régimen cubano cuando lleva más de seis décadas cercenando las libertades y no abre ningún camino hacia elecciones verdaderamente libres. Poca mención hacia los siete millones de venezolanos fuera de su país -el único que hizo la referencia fue el primer mandatario paraguayo Mario Abdo Benítez- producto de un régimen enquistado en el poder gracias a su lógica autoritaria y cleptocrática. No habrá futuro mientras lo ideológico prime sobre los problemas reales de la gente. Mucha ideología y pocas propuestas hacia soluciones concretas. El problema no es la falta de acuerdos sino las razones que impulsan este tipo de encuentros.