Opinión

¿Del peronismo se sale?

Javier Gerardo Milei ha ganado contundentemente las elecciones presidenciales argentinas en un triunfo histórico

Argentina.- Massa y Milei encaran empatados el tramo final de la campaña electoral en Argentina
Milei elegido nuevo presidente de ArgentinaEuropa Press

Javier Gerardo Milei ha ganado contundentemente las elecciones presidenciales argentinas del domingo. Es un triunfo histórico por el apoyo recibido por el candidato y por tratarse en palabras del propio Milei como «el primer presidente liberal de la Historia». Esta hazaña ha sido lograda en un escenario económico y político absolutamente desolador en Argentina, con una economía al borde del abismo y una oposición fragmentada, división que bien pudo haber echado por tierra los sueños de millones de argentinos hundidos en la miseria y desesperados por un cambio muchas veces prometido que nunca acababa de llegar. Este domingo, por fin, arrastrado por un voto de un pueblo, y sobre todo de unos jóvenes robados de oportunidades y futuro, parece ser que ese ansiado cambio ha llegado. O, quizás no.

Verán, el presidente electo de la nación argentina no tendrá un fácil trabajo para deshacer el daño que décadas de peronismo, dictadura y corrupción han creado. De una próspera tierra, potencia global a principios del pasado siglo, granero del mundo y cuna de uno de los escenarios culturales más fértiles no ya de Iberoamérica sino del mundo, pasamos a un país arrasado por la corrupción y la violencia, adicto a gastar, que resultó en un déficit fiscal crónico, con un gasto social desatado, y una inflación galopante a lomos de la impresión de billetes descontrolada desde hace prácticamente 100 años. El resultado ha sido la dilapidación social, política y económica de Argentina, con una inestabilidad institucional perenne (seis golpes de Estado en el último siglo), una inflación media anual de más de 60% desde 1949 (con una estimación del 190% para este año) y una población sumida en la miseria con más de cuatro de cada diez argentinos viviendo bajo el umbral de la pobreza.

Es en este contexto que Milei ha sido elegido presidente habiendo concurrido a las elecciones con una plataforma basada en tres premisas: 1. Un Gobierno limitado que cumpla a rajatabla con los compromisos que ha tomado. 2. El respeto a la propiedad privada. 3. El comercio libre.

Esto implica un claro compromiso con el «fin del Estado omnipresente» creador de masas enganchadas al subsidio público convencidas de que únicamente el Estado es capaz de solventar sus problemas. Estos principios, claramente liberales, tendrán un objetivo doble: por un lado, acabar con la inflación descontrolada, por otro, conseguir un anclaje económico y financiero sólido que evite el endeudamiento perpetuo del Estado. La medida estrella, y controvertida, del liberal sería la dolarización del país con la eliminación del Banco Central y el establecimiento de unas medidas del control de gasto y deuda salomónicas, que traerían a la gestión económica del país un cierto nivel de imparcialidad ante la imposibilidad de devaluaciones monetarias arbitrarias y cuyo objetivo no sería otro que el de proporcionar un sistema más estable basado en políticas de prosperidad que sean capaces de cumplir con esas promesas de esperanza a una juventud, hasta hoy, olvidada.

Pero Milei no lo va a tener fácil ya que enfrente tendrá al oficialismo, todavía fuerte en el poder legislativo, y que aún controla a los sindicatos mayoritarios con una capacidad de movilización social considerable. Además, Milei no cuenta con un gran respaldo parlamentario propio (apenas unos 37 diputados en la Cámara baja), y ni siquiera contando con sus aliados de Juntos por el Cambio llegaría los números suficientes para evitar un veto oficialista del peronismo. A esto debemos añadir que el apoyo de los de Bullrich y Macri no estaría garantizado para muchas de las medidas que el presidente electo ha propuesto, dificultando aún más si cabe la labor que tiene por delante en los dos próximos años.

A estas resistencias internas a las que deberá hacer frente Milei debemos añadir aquellas que puedan venir del exterior ya que Argentina protagoniza un claro cambio en el tablero geopolítico, situándose claramente con Occidente dentro de un contexto de reordenamiento global. Así pues, debemos prever un incremento de las hostilidades con sus dos principales socios comerciales de Argentina, China y Brasil. Además, la elección de Milei es una clara derrota de uno de los principales miembros del Grupo de Puebla, que traerá consigo importantes cambios no ya para el país, pero también a la región.

El caso es que, por mucha ilusión que pueda estar generando la victoria de Milei, la realidad es bastante más complicada, en un entorno no ya de polarización política, sino de una atomización total con un legislativo en contra (incluso sus aliados). El problema, pues, radica en que las expectativas de cambio generadas por Milei pueden caer en saco roto, no por falta de ganas y entusiasmo por parte del presidente electo, pero por las realidades político-institucionales de un país todavía en manos del peronismo más rancio. Milei tiene ante sí una prueba hercúlea. Ésta no es otra que la de demostrar al mundo la validez de sus propuestas liberales a la vez que desmantela décadas de corrupción y estatalismo, al tiempo que cambia las expectativas de un pueblo anestesiado pero que, parece, ha despertado. Si lo consigue, esto puede ser el inicio de una nueva era de cooperación de las fuerzas liberales en Argentina, marcando el camino a seguir en aquellos lares donde la división de la mayoría dinamita todavía las posibilidades de cambio.

Y es que, como dice Cayetana Álvarez de Toledo, hasta del peronismo se sale.