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Ataque suicida contra Save The Children en Afganistán

Estado Islámico ha reivindicado el atentado perpetrado contra la sede de la organización no gubernamental que ha dejado tres trabajadores muertos

Varios vehículos estacionados frente a la oficina de la ONG acabaron en llamas/Ap
Varios vehículos estacionados frente a la oficina de la ONG acabaron en llamas/Aplarazon

Segundo atentado contra civiles extranjeros en apenas una semana.

El Estado Islámico ha perdido su guerra en Siria e Irak, pero parece estar ganándola en Afganistán. Al menos diez personas murieron y una veintena resultaron heridas ayer en un ataque suicida contra las oficinas de la organización británica Save the Children en la ciudad de Jalalabat, al este de Kabul. El ataque comenzó en torno a las nueve de la mañana, momento en que un insurgente suicida vestido con uniforme militar detonó los explosivos que llevaba en la entrada del edificio de la ONG, lo que abrió paso a otros cuatro asaltantes que empezaron a disparar, dijo el portavoz de la Policía, Hazrat Hussain.

«Entre los muertos hay dos empleados y un guardia de seguridad de Save the Children, un civil que pasaba por el lugar y un miembro de las fuerzas de seguridad», dijo por su parte el portavoz del gobernador de Nangarhar, Attaullah Khogyanai. Los cinco terroristas del EI fueron abatidos después de varias horas de intenso intercambio de disparos y explosiones. El asalto pudo haber arrojado un balance aún mayor de muertos si 46 empleados de la ONG no hubieran sido rescatados por las fuerzas de seguridad , indicó a Efe Attaullah Khogyanai. También, según contaron testigos al canal local TV Tolo, tras la primera explosión los alumnos de una escuela privada cercana pudieron salir corriendo a la desesperada y salvaron sus vidas.

Poco después, la agencia de noticias Amaq, vinculada al grupo yihadista, reivindicó la autoría del ataque. Según el EI, la «operación de martirio» tenía como objetivo dos instituciones extranjeras, «una británica y una sueca», y un organismo gubernamental afgano. La provincia de Nangarhar, fronteriza con Pakistán, es una de las zonas más inseguras del país, donde operan tanto talibanes como miembros del Estado Islámico, que estableció su bastión en esta provincia, por lo que en Jalalabat (su capital) son habituales los ataques terroristas contra civiles. Después de esta tragedia, Save the Children anunció que suspenderá temporalmente todas sus operaciones en Afganistán. «Nuestra mayor preocupación sigue siendo asegurar la seguridad de todo nuestro personal. En respuesta, todos nuestros programas en Afganistán han sido temporalmente suspendidos y nuestras oficinas están cerradas», manifestó la ONG en un comunicado. No obstante, agregó que mantiene su compromiso de reanudar sus operaciones «tan rápido como sea posible» siempre que las condiciones de seguridad lo permitan.

Por su parte, Monica Zanarelli, jefa de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja en Afganistán, denunció que un ataque contra una ONG que ayuda a la infancia es «intolerable». «Los civiles y cooperantes no deberían ser atacados», dijo en un comunicado. «El incremento de la violencia ha hecho que operar en Afganistán sea difícil para muchas organizaciones», manifestó Zanarelli. En un comunicado al que tuvo acceso LA RAZÓN, el director de Amnistía Internacional para Asia Meridional, Biraj Patnaik, también mostró su solidaridad ante el ataque en Jalalabad y la ola de atentados que azota la capital afgana. «Nos solidarizamos con nuestros colegas de Save the Children tras esta terrible noticia, que se produce después de una oleada de violencia contra la población civil que incluye el asalto mortal contra el hotel Intercontinental”, indicó el responsable de AI.

Desgraciadamente, los ataques contra las ONG son habituales en Afganistán, donde la situación de seguridad se ha deteriorado de manera especial en los últimos dos años. Durante 2017 se produjeron un total de 377 «incidentes» contra objetivos humanitarios en el país. El EI se atribuyó el peor atentado suicida de la historia en Kabul, en el que fallecieron 90 personas y cerca de medio millar resultaron heridas, en mayo 2017. Ya en 2018, el pasado 21 de enero, en Kabul, un comando talibán perpetraba una nueva masacre al atentar contra el hotel Intercontinental, frecuentado por extranjeros, en el que murieron 40 personas.