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Defensa

El gobierno belga explica por qué elige el F-35 frente al Rafale francés y el Gripen sueco

La decisión supone un duro golpe para Macron y sus aspiraciones de una mayor "autonomía estratégica" europea

Un avión F-35B larazon

Pese a las dudas que algunos países han mostrado por el avión estadounidense F-35 como es el caso de Canadá y Portugal, Bélgica ha anunciado que seguirá confiando su defensa aérea al caza de quinta generación de Lockheed Martin. El primer ministro belga, Bart De Wever, confirmó esta semana que su país comprará nuevos aviones de combate F-35, descartando las opciones alternativas del avión francés Rafale y del sueco Gripen. La elección del caza americano se produce en un momento de grandes tensiones con la administración de Donald Trump por sus aranceles comerciales y sus dudas sobre la funcionalidad de la OTAN.

El jefe del Gobierno belga anunció esta decisión ante la Comisión de Interior de la Cámara de los Comunes en Bruselas, informa Paris Match en un contexto de aumento del gasto militar "sin precedentes". Bélgica alcanzará este año, cuatro años antes de lo previsto, el objetivo del 2% del PIB destinado a Defensa, fijado por la OTAN. Esto supone 4.000 millones de euros adicionales que se distribuirán, parte de los cuales se destinarán a aumentar la capacidad aérea. Y según Bart De Wever, la elección está clara: "Como ya hemos comprado 34 F-35, tendrán que volver a ser F-35". "El hecho de que el señor Trump crea que puede declararle la guerra a todo el mundo no significa que pueda hacer desaparecer de repente la globalización económica", añadió.

A juzgar por las palabras del dirigente, se trata más de una elección pragmática que de un convencimiento pleno. Bart de Wever recordó que el F-35 es "un proyecto multilateral, no exclusivamente estadounidense", con componentes producidos en Italia. Sin embargo, se llama la atención que justo en un momento en el que Europa habla de "autonomía estratégica" en materia de defensa ahora que EEUU quiere alejarse de Europa, un país fundador de la UE como Bélgica redobla su apuesta por la tecnología estadounidense.

La decisión del gobierno belga supone un golpe para las pretensiones del presidente francés Emmanuel Macron, quien persigue como pocos en Bruselas una defensa europea más autónoma mediante la construcción de un sistema verdaderamente europeo con producción armamentística netamente europea. Francia, con su potente industria militar, se presenta como punta de lanza de este proyecto. Y su avión de combate Rafale juega un papel fundamental. No todo son malas noticias para París. El canal de televisión BFMTV ha hablado de un inminente acuerdo comercial con India por el que este país asiático podría encargar unos 40 aviones de combate Rafale para reforzar su fuerza aérea. En 2016, India ya había comprado 36 aviones de Dassault Aviation.

Portugal ha sorprendido al convertirse en el primer país de la UE en rechazar la compra de cazas F-35 estadounidenses, alineándose aparentemente con la estrategia francesa. No obstante, aún no se ha confirmado si Lisboa optará por los Rafale franceses u otro modelo europeo. El panorama se complica aún más si se considera la posición ambigua de Alemania, que también tiene un pedido de F-35, una decisión que reafirma la dependencia atlántica, y la de los países del Este, abiertamente proamericanos, como es el caso de Polonia y de Rumania, otros dos países que han comprado el avión estadounidense.