Unión Europea

Bloqueo total en la negociación de cúpula de la UE

Caen los candidatos oficiales de las tres familias políticas y se convoca otra cumbre el 30 de junio.

Angela Merkel consulta su móvil mientras charla con Emmanuel Macron ayer en la cumbre de Bruselas
Angela Merkel consulta su móvil mientras charla con Emmanuel Macron ayer en la cumbre de Bruselaslarazon

Caen los candidatos oficiales de las tres familias políticas y se convoca otra cumbre el 30 de junio.

Quien entra Papa, sale cardenal. Es una máxima repetida hasta la náusea siempre que tiene lugar la elección de un nuevo Pontífice, ya que los designios del Espíritu Santo no suelen ser coincidentes con las cábalas terrenales. Tras la fumata negra, negrísima de la madrugada del viernes, Manfred Weber, Frans Timmermans y Margrethe Vestager han pasado a engrosar la lista de cardenales. Los tres candidatos en liza que representan a las tres principales familias políticas mayoritarias (populares, socialistas y liberales, respectivamente) no han conseguido los necesarios apoyos de las cancillerías europeas.

Como modo de superar el bloqueo, comienza la carrera de una figura típicamente comunitaria: la estirpe de los tapados. Aspirantes que aparecen en la recta final y que consiguen imponerse en el último momento tras haber ganado los duelos definitivos y no despertar grandes inquinas. El mal menor, en cierto sentido.

La negativa contumaz de la canciller Angela Merkel a sacrificar a su candidato, el bávaro Manfred Weber, ha herido de muerte al sistema conocido como «spitzenkandidaten», por el que la presidencia de la Comisión debía recaer en alguno de los cabezas de listas de los principales grupos políticos, ya que los otros dos candidatos han saltado también por los aires. Un método contra el que el presidente francés Emmanuel Macron ha batallado sin descanso los últimos meses. Merkel rehusó ayer valorar sobre el fin del «spitzenkandidaten», tampoco hizo un llamamiento a nuevas candidaturas, pero la impresión generalizada es que el sacrificio de Weber es inminente.

El interrogante ahora estriba en si el Partido Popular Europeo conseguirá presentar una candidatura a la presidencia de la Comisión lo suficientemente potente para lograr la aquiescencia del resto de las capitales La alternativa del popular Michel Barnier, el tapado destapado, también parece sepultada. Berlín considera que el veto de Macron a Weber tenía el objetivo de poner a un francés en su lugar y disfrazar los intereses nacionales de equilibrio ideológico. Las relaciones entre Merkel y Macron están muy dañadas, pero tras la primera embestida, hay propósito de enmienda. «Yo no quiero tomar una decisión contra Francia y ellos tampoco contra Alemania. En algún momento tendremos que encontrar una solución», declaró ayer la canciller.

Los socialistas también comienzan a hablar de Timmermans en pasado. «No renunciamos a la presidencia de la Comisión. Nos habría encantado que fuera Frans Timmermans, pero si finalmente no es el caso, pues es evidente que sí puede haber un presidente de la Comisión del Partido Popular Europeo», aseguró ayer el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

El presidente permanente del Consejo, Donald Tusk, ha convocado una cumbre extraordinaria el próximo día 30 de junio con el objetivo de que se pueda llegar a un acuerdo antes de la primera sesión del nuevo hemiciclo europeo el 2 de julio. Ese día, la Eurocámara debe elegir a su presidente y cualquier veredicto alteraría el necesario equilibrio de género, geográfico y entre familias políticas en el que debe sustentarse el relevo de toda la cúpula comunitaria. Los días 28 y 29 de junio se celebra la reunión del G20 en Osaka (Japón) y se espera que el acuerdo final se cocine en los bastidores de este encuentro.

El retrato robot del posible «mirlo blanco» para suceder a Jean-Claude Juncker al frente del ejecutivo comunitario empieza a dibujarse: con experiencia ejecutiva (ex primer ministro como opción ideal), sin vetos ni por parte de Berlín ni de París, y preferiblemente mujer. Merkel reiteró ayer que no está interesada e incluso se reconoce molesta por la poca sinceridad que se atribuye a sus palabras. Como último peldaño, el aspirante deberá pasar el filtro de la Eurocámara. La institución siempre ha defendido el sistema de «spitzenkandidaten», pero paradójicamente tampoco ha logrado un candidato de consenso. Ha terminado el primer acto, pero la batalla tan sólo acaba de empezar.