Asia

Pekín

China presiona a Corea del Norte

Pekín ralentiza el intercambio comercial fronterizo con Pyongyang

Soldados norcoreanos participan en un ejercicio de instrucción
Soldados norcoreanos participan en un ejercicio de instrucciónlarazon

En el piso 27 del lujoso Hotel Crowne Plaza de Dandong hay un mirador con butacas de cuero, dos esbeltas azafatas que hablan inglés con fluidez.

En el piso 27 del lujoso Hotel Crowne Plaza de Dandong hay un mirador con butacas de cuero, dos esbeltas azafatas que hablan inglés con fluidez, fruta fresca en bandejas de estaño y una máquina de café. También hay unos potentes prismáticos sostenidos por un pie de metal con los que observar con más detalle el espectáculo. Al otro lado de las vidrieras se encuentran los suburbios portuarios de la ciudad de Sinuiju y las lentes amplifican la vida somnolienta de la cuarta urbe más grande de Corea del Norte, donde viven 300.000 vecinos que, a falta de coches, se desplazan en bicicleta por la calle principal y trabajan los cultivos que parchean el terreno hasta donde alcanza la vista. En primer plano, el río Yalu separa dos maneras de entender el comunismo (el de la China del desarrollo acelerado y el de Corea del Norte, país varado en la autarquía y el totalitarismo). En sus aguas varios barcos esperan a desembarcar las mercancías con las que el régimen de Kim Jong Un se abastece del exterior y consigue divisas extranjeras. Con una economía de subsistencia que ni siquiera es capaz de alimentar a su propia población, Corea del Norte es totalmente dependiente de esta frontera, por donde pasa el 70 por ciento de sus importaciones y exportaciones.

Pekín, el único socio que le queda a la «dinastía Kim», triplicó los intercambios desde 2007, superando ya los 11.000 millones de dólares anuales, comprando hierro y carbón y vendiendo alimentos y manufacturas baratas. Se trata de una manera de impulsar la economía de las provincias chinas limítrofes, pero, sobre todo, de un intento de «contagiar» con su afán desarrollista a Pyongyang. El gigante asiático está, de hecho, construyendo nuevos y monumentales puentes que unen ambas orillas del río, autopistas y puestos aduananeros cuyos esqueletos de cemento se levantan ya por toda la frontera.

Desde Estados Unidos y la Unión Europea se lleva semanas exigiendo que Pekín estrangule estos lazos económicos como medida de presión contra Kim Jong Un, quien se ha embarcado en la peor escalada de tensión que ha visto la península desde 2010 y que, según dijo ayer la Inteligencia surcoreana, realizará esta semana un nuevo ensayo balístico, lanzando uno de los misiles «Musudan» que tiene desplegados en el este del país.

China actúa con cautela por tradición histórica y porque sus intereses estratégicos en la región están en juego, pero en las últimas semanas ha dado tímidas muestras de hartazgo. No sólo con declaraciones y respaldo de sanciones en Naciones Unidas, sino también con gestos concretos, como le pide Washington desde hace tiempo. «China lleva días debilitando los lazos comerciales, comprando menos de Corea del Norte y haciendo más controles a las mercancías. Las aduanas están trabajando con más seriedad y se están aplicando las sanciones sobre productos industriales que podrían ser utilizados para fines militares», explica Lu Chao, decano de Estudios Coreanos del Instituto de Ciencias Sociales de Liaoning.

«Ahora mismo hay muchas cosas paradas y no sabemos cuándo podrán pasar», confirman en «Import&Export Dandong», una oficina de aduanas de Dandong. Según el diario japonés «Mainichi Shimbun», los efectos se estarían notando ya en los mercados de Pyongyang, donde el arroz ha subido un 60%.

30 días de amenazas

El régimen comunista continúa con sus amenazas nucleares, un mes después de que la ONU aprobara nuevas sanciones. Las penalizaciones han provocado mayores restricciones económicas sobre Pyongyang, además de aumentar su aislamiento. Desde entonces, Corea del Norte amenaza con iniciar un conflicto armado, lo que ha derivado en una peligrosa escalada militar en la región.