Reacción

China promete luchar sin cuartel contra "la naturaleza chantajista" de Trump de subirle los aranceles al 104%

Pekín prevé aumentos arancelarios drásticos sobre productos agrícolas estadounidenses, como la soja y el sorgo

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha anunciado su inquebrantable resolución de "luchar hasta el final" frente a la “naturaleza chantajista” del presidente estadounidense, Donald Trump, al anunciar su intención de incrementar en un 50% los aranceles sobre bienes chinos. En una contundente rueda de prensa este martes, el portavoz Lin Jian calificó la propuesta como “un error sobre otro error”, enfatizando que representa un “ejemplo típico de unilateralismo y proteccionismo”.

En un reflejo de su creciente frustración, Lin no escatimó en críticas hacia la agresividad de la Casa Blanca acusándola de agravar las tensiones mediante una política arancelaria "indiscriminada" que desestabiliza las cadenas de suministro globales y perjudica a empresas de diversos sectores en todo el mundo. "China tomará las medidas necesarias para proteger de manera firme sus derechos legítimos", subrayó el funcionario chino, instando a Washington a cesar de forma inmediata sus prácticas de "bullying económico".

Este clima de confrontación coincide con la amenaza de descarrilar los esfuerzos diplomáticos realizados en los últimos meses. Los analistas advierten sobre las posibles repercusiones en los mercados asiáticos y la industria manufacturera, áreas que ya muestran signos de estrés financiero ante el deterioro de las relaciones bilaterales. Los inversionistas están en alerta, esperando desarrollos clave que podrían alterar el estado actual del comercio global.

Un informe divulgado a través de una cuenta de WeChat vinculada a la agencia estatal de noticias china Xinhua, sugiere que Pekín planea implementar un conjunto de contramedidas contundentes en respuesta a las acciones estadounidenses, aunque los detalles aún no han sido confirmados oficialmente. Entre las represalias propuestas se encuentran aumentos arancelarios drásticos sobre productos agrícolas estadounidenses, como la soja y el sorgo, lo que podría asestar un golpe devastador a los agricultores en EE.UU., que dependen de estas exportaciones.

Además, el gigante asiático contempla la prohibición total de las importaciones de aves de corral estadounidenses, cerrando un acceso crucial para uno de los sectores más importantes de la industria alimentaria del país norteamericano. También se baraja la suspensión de la cooperación en temas relacionados con el fentanilo, un narcótico crítico que ha sido el centro del debate sobre la crisis de opiáceos en territorio estadounidense complicando aún más la situación de salud pública en el país.

Por si fuera poco, Pekín está considerando medidas dirigidas al comercio de servicios provenientes de EE.UU., lo que podría tener un impacto directo en sectores claves como el turismo y la educación. En otro movimiento que podría alterar la dinámica del entretenimiento, el régimen de Xi Jinping evalúa prohibir la entrada de películas estadounidenses a su mercado, limitando así su influencia cultural y económica en la región. Finalmente, se plantea la investigación sobre los beneficios que las empresas estadounidenses obtienen en términos de propiedad intelectual en China, una estrategia que intensificará las disputas en un área ya conflictiva.

Entretanto, el Banco Central Chino (PBoC) ha intensificado su estrategia de respuesta a las presiones arancelarias impuestas, fijando el tipo de cambio del yuan en 7,20 por dólar, un umbral que representa el nivel más bajo desde septiembre de 2023. Esta decisión sugiere una posible inclinación hacia la devaluación, como mecanismo compensatorio para mitigar el impacto adverso de las tarifas estadounidenses en la economía china.

Históricamente, durante la primera Administración Trump, Pekín optó por permitir una depreciación del yuan como medida para contrarrestar las repercusiones de los aranceles. En este contexto, cabe destacar que, en la mañana del martes, el yuan offshore, la variante de la divisa que transciende las restricciones internas y se negocia libremente en mercados internacionales, superó la barrera de 7,35 por dólar, alcanzando así su nivel más bajo desde febrero.

La batalla comercial entre las dos potencias ha alcanzado niveles de confrontación sin precedentes, con gravámenes que marcan una amarga escalada: un 54% de tarifas impuestas por EE.UU. y un 34% por parte de Pekín hasta abril. Ambas potencias están atrapadas en una escalada retórica, y las señales de un acuerdo parecen prácticamente nulas. Pekín se mantiene firme en su negativa a reducir los mismos, aun frente a las amenazas provenientes de Washington, haciendo que la posibilidad de alcanzar un 104% en aranceles parezca un escenario realista.

Las conversaciones no parece que estén a la vuelta de la esquina, aunque el creciente dolor económico podría forzar a ambas partes a replantearse su estrategia a corto plazo. Las consecuencias de esta contienda son drásticas y evidentes: Estados Unidos enfrenta un aumento significativo en los costos de producción y consumo, mientras que China experimenta un vendaval de impactos en sus exportaciones. A su vez, los mercados globales se ven arrastrados por esta tormenta.