Polvorín en Oriente Medio
El choque que nadie quiere ver: una guerra de Israel contra Hizbulá
La escalada de ataques entre las dos partes hace temer una extensión del conflicto por todo Oriente Medio y un segundo frente para el ejército hebreo
El asesinato el pasado martes del número dos de Hamás, Saleh al Arouri, ampliamente atribuido a Israel, y sobre todo su ubicación, en el barrio musulmán chiíta de Dahiyeh en el sur de Beirut, bastión de Hizbulá, colocan a la organización libanesa proiraní en un dilema respecto a su futura participación en la guerra contra Israel. El jefe de Hizbulá, Hasan Nasrala, amenazó en agosto con tomar duras represalias ante cualquier ataque israelí en territorio libanés. Matar a Arouri, una figura importante de Hamás, casi obliga a Nasrala a tomar represalias contundentes.
En realidad, en Israel están anticipando los posibles misiles avanzados de Hizbulá desde el 8 de octubre. Los israelíes que no tienen refugio en sus casas saben que, en caso de producirse, sería una situación totalmente diferente, para peor, de lo que está sucediendo ahora con Hamás. Y, sin embargo, en su discurso del miércoles, Nasrala no demostró un deseo de ir a la guerra. Describió los asesinatos selectivos atribuidos a Israel como "un acto criminal" que Hezbolá no dejaría pasar sin una respuesta, pero también manifestó que no está dispuesto a iniciar una guerra total. Si Israel decidiera promover un conflicto así, dijo, entonces su organización reaccionaría con extrema fuerza y sin restricciones.
Pero también es legítimo preguntarse ¿desde cuándo los enemigos se avisan de sus intenciones? Ahora, además de Hizbulá, Hamás también tiene una cuenta que saldar con Israel en Beirut. Su represalia podría venir en forma de lanzamiento masivo de cohetes por parte de sus activistas en el Líbano, con la coordinación o complacencia de Nasrala, o en ataques terroristas en Cisjordania. Se prevé que los próximos días en Cisjordania y Jerusalén sean aún más tensos ya que muchos miembros del ala militar de Hamás en Cisjordania, instruidos y financiados por Arouri, pueden buscar venganza.
El gobierno alemán anunció estar escaneando la situación en la frontera entre Israel y el Líbano, según dijo un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores poco antes de que la jefa de la diplomacia germana viaje hacia el Medio Oriente para mantener conversaciones sobre la posible e indeseada progresión bélica regional. "El riesgo de una escalada es lamentablemente muy real", afirmó el portavoz.
La ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock, partirá hoy hacia Israel para reunirse con su nuevo homólogo Israel Katz, y con el presidente israelí, Isaac Herzog. También tiene previsto mantener conversaciones con funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en Cisjordania.
Más de 76.000 personas han sido desplazadas en Líbano en casi tres meses de combates diarios con Israel a lo largo de la frontera, informó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU. Más del 80 por ciento de los libaneses desplazados se alojan con familiares, según el informe, y sólo el 2 por ciento está en 14 refugios colectivos repartidos por el sur del país, principalmente en la ciudad costera de Tiro y en la región de Hasbaya. El resto ha alquilado apartamentos o se ha mudado a casas en zonas más alejadas de la frontera, añade la agencia de la ONU.
Por su parte, según cifras compartidas el jueves por el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, con el enviado especial de Estados Unidos a la región, Amos Hochstein, más de 80.000 residentes del norte de Israel han sido desplazados por los enfrentamientos transfronterizos. La mayoría se encuentra en hoteles repartidos por el país.
El Gobierno israelí condiciona el regreso de los desplazados a que no haya más amenaza por parte de Hizbulá sobre las comunidades fronterizas, lo cual tiene diferentes lecturas. La salida diplomática, que busca la Unión Europea con su canciller Josep Borrell a la cabeza, es una opción pactando, entre otras cosas, que Hizbulá se retire hasta más allá del río Litani, e Israel haga lo propio en la otra dirección. Pero la bélica podría ser la alternativa a la que o Israel o Hizbulá se vean abocados si ambos buscan realmente disuadir al otro, independientemente del asesinato de Arouri.
Si efectivamente fue Israel el responsable de la muerte del número dos de Hamás y otros seis miembros de la organización islamista podrá ser una señal para Hizbulá y para Irán de que el estado hebreo está convencido de que está preparado para una guerra en el Líbano, con todo lo que ello implica, para el maltrecho Líbano y la retaguardia israelí.
Muchos se preguntan sobre la oportunidad del asesinato selectivo de Arouri, implicado en los acuerdos de liberación de los rehenes que Hamás mantiene en Gaza, por lo que su muerte parecería un tiro en el pie de Israel; sin embargo, otros recuerdan que, después de casi tres meses de guerra, Israel no ha logrado matar a ninguno de los altos mandos de Hamás en la Franja. Por eso Arouri, quien participó en la planificación de cientos de ataques terroristas en Cisjordania, podría ser un sustituto razonable.
Otro trágico suceso ocurrido esta semana en la región puede afectar al conflicto en curso. Dos enormes explosiones en el sur de Irán mataron a más de 100 participantes en el homenaje anual al general Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, una división del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica responsable de operaciones militares extraterritoriales y clandestinas, muerto por un dron estadounidense en 2020. Aunque Daesh, organización terrorista musulmana sunita (autoproclamada Estado Islámico) reivindicó el atentado, Irán sigue culpando a Israel. El enfrentamiento interno musulmán entre chiitas y sunitas solo puede agregar más leña al fuego.
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