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Guerra civil sudanesa

Se cumplen dos años desde el inicio del conflicto más brutal de África

La guerra civil de Sudán encara su tercer año con importantes victorias por parte del ejército regular

Este quince de abril se cumplieron dos años desde el inicio de la tercera guerra civil sudanesa. La que se considera la mayor catástrofe humanitaria de la actualidad. Desde que comenzó este aterrador conflicto, casi 12 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares para engrosar las categorías de desplazados internos y de refugiados que han buscado asilo en países limítrofes; un 24% de la población vive hoy esta incertidumbre. Y los dos bandos enfrentados compiten, entre tanto, en niveles de brutalidad.

Lo que empezó como una lucha de poderes entre el general Abdelfatah al Burhan, presidente del Consejo Militar de Transición de Sudán, y el general Mohamed Hamdan Dagalo (alias Hemedti), líder del grupo paramilitar conocido como las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) ha derivado en un enrevesado conflicto marcado por las influencias internacionales, las facciones internas involucradas y las matanzas que acontecen de una manera que se diría rutinaria. La semana pasada, sin ir más lejos, miembros de las FAR irrumpieron en un campo de desplazados próximo a la localidad de El Fasher, en Darfur Norte, asesinando a cientos de darfuríes de etnias negras y obligando a miles a buscar cobijo en la incertidumbre del desierto. Ambos bandos han sido acusados por múltiples organizaciones internacionales de cometer crímenes de guerra, mientras que el propio Hemedti fue señalado a comienzos de año por Estados Unidos como responsable del genocidio actual en Darfur.

La guerra en Sudán atrae especial atención de dos potencias internacionales. La primera sería Rusia, que ha desarrollado un papel ambiguo a través de su cuerpo diplomático y por medio de los mercenarios Wagner presentes en el país desde 2017. Mientras que Moscú adoptó en términos oficiales y desde el inicio del conflicto un claro apoyo en favor de al Burhan, pronto se conoció que el Grupo Wagner colaboraba asiduamente con Emiratos Árabes Unidos a la hora de proveer armas a las FAR desde República Centroafricana. Emiratos Árabes Unidos, sin embargo, es el gran protagonista en este apartado: los árabes han introducido tropas en Sudán para combatir del lado de las FAR, han provisto de armamento a los paramilitares y son considerados como los principales responsables de que la guerra continúe pese a las múltiples victorias cosechadas por el ejército regular.

Cuatro aspectos vuelven Sudán una jugosa presa para las potencias depredadoras: el petróleo, el oro, sus fértiles campos de cultivo al sur de Jartum y que valen al país el sobrenombre de “la canasta de alimentos árabes en África) y su privilegiada posición en las orillas del mar Rojo. Las FAR controlan aún múltiples zonas petroleras y los campos de cultivo; el ejército regular posee el oro y la costa. Ambos utilizan sus cartas para atraer aliados que permitan prolongar el conflicto.

Estos últimos meses han sido especialmente benevolentes para al Burhan y sus fuerzas. Tras casi dos años de intensos combates en la capital (el gobierno provisional tuvo incluso que trasladar su capital a Port Sudan, en la costa del mar Rojo), el ejército regular capturó recientemente el Aeropuerto Internacional de Jartum y el Palacio Presidencial, dos enclaves de vital importancia estratégica que llevaban en manos de las FAR desde el inicio del conflicto. En las últimas semanas se ha procedido a eliminar a los últimos paramilitares presentes en la capital y se espera que pronto comience una nueva etapa en la guerra. Pese a que las FAR todavía cuentan con zonas ocupadas al sur del país, gracias a sus alianzas con guerrillas sureñas como la facción al-Hilu del MLPS, el bastión de los paramilitares se sitúa en Darfur. Será aquí donde se decida el final de la guerra.

Darfur. Hogar de nacimiento de las milicias árabes janjaweed, creadas específicamente por el expresidente al Bashir para masacrar a las poblaciones negras en un cruento genocidio. Que fueron a su vez la semilla primigenia de las Fuerzas de Apoyo Rápido. Perdida la capital, y tratándose de las zonas de cultivo del sur demasiado valiosas como para contaminarlas con los residuos de la pólvora, la zona designada para ese final será Darfur. Desierto e inmensidad. Tanto las FAR como el ejército regular cuentan con aliados entre los grupos guerrilleros que pululan por la región, aunque su enorme extensión y el hecho de que sea hogar de las FAR hacen suponer que la batalla no será fácil.

Naciones Unidas estipuló que 730.000 niños sufrieron desnutrición aguda en Sudán en 2024 y que la mitad de su población vive en una situación de hambre aguda. Más de 130.000 personas han muerto lo que lleva de conflicto, aunque la escasez de agencias internacionales y las dificultades impuestas a los periodistas para acceder al terreno dificultan enormemente la fiabilidad en los números. Este es el precio de la ambición de dos hombres y de las naciones que les animan.