Política

Elecciones europeas

Debate electoral: Los grandes partidos vuelven a la Europa social

Los líderes de las principales corrientes políticas contraponen sus programas en la Eurocámara.

Los candidatos a la presidencia de la Comisión Europea: Jan Zahradil, Nico Cué, Ska Keller, Margrethe Vestager, Frans Timmermans y Manfred Weber, ayer en el Parlamento Europeo
Los candidatos a la presidencia de la Comisión Europea: Jan Zahradil, Nico Cué, Ska Keller, Margrethe Vestager, Frans Timmermans y Manfred Weber, ayer en el Parlamento Europeolarazon

Los líderes de las principales corrientes políticas contraponen sus programas en la Eurocámara.

Expectación y coreografía propia de las grandes ocasiones. Ayer, la burbuja comunitaria se volcó en la celebración de un debate a seis entre las grandes familias de la Eurocámara, antes de los comicios del 26 de mayo. El propósito: dar a conocer programas, políticas, personalidades e incluso tics de los candidatos llamados a formar parte del «spitzenkandidaten», el método de elección del presidente del próximo ejecutivo comunitario, teniendo en cuenta el candidato de la lista más votada en los comicios europeos.

Pero en la capital comunitaria arrecian los rumores. El sentir mayoritario apunta a que las capitales se saltarán alegremente el veredicto de las urnas y nominarán a un candidato alternativo. La coartada parece perfecta: populares y socialistas no llegarán a sumar el 50% de las papeletas y esto resta credibilidad a los dos aspirantes en liza con mayores posibilidades: Manfred Weber del Partido Popular Europeo y Frans Timmermans de los socialistas. Los liberales boicotearon el proceso y no presentaron un sólo nombre sino una lista de aspirantes. Ayer fueron representados por la Comisaria de Competencia Margrethe Vestager, cuyo nombre ha sonado con fuerza como posible «tapada» y puede llevarse el gato al agua si consigue el apoyo de Emmanuel Macron. Pero a pesar de esta pugna institucional, ayer no era el momento de hablar de maniobras en la sombra sino del programa de los candidatos para los próximos cinco años.

El debate comenzó contenido y poco ágil, con una breve exposición individual y un primer bloque en el que cada aspirante explicó su programa sobre inmigración sin apenas réplicas y contra-réplicas. Hubo que esperar al apartado sobre Economía para que Weber y Timmermans se enzarzaran al recordar el papel de las instituciones europeas a la hora de recetar austeridad a los Estados. El candidato socialista destacó por el discurso más enérgico con propuestas como un salario mínimo europeo o permitir que los menores de 16 puedan votar.

En el PE reina la irritación ante esta posibilidad de trueque entre las capitales (se negocian también el resto de los cargos europeos) y no quieren dar la batalla por perdida. Por eso, ayer no se escatimaron medios: el Hemiciclo se convirtió en un plató de televisión y todo estaba calculado al milímetro. En 2014 fue la primera vez que la Eurocámara organizó este debate y también –al igual que ayer– fue retransmitido por la cadena Euronews y por internet.

En realidad, en los últimos meses se han celebrado otros debates de este tipo, pero ayer fue el primero al que concurrió el eurodiputado euroescéptico Jan Zahradil. Fue el único que se apartó del mantra de mayor integración europea (independientemente de los matices) y defendió un «nuevo equilibrio europeo y nacional» ya que tachó de «esquema obsoleto» la situación actual y el principio de «cooperación más estrecha» consagrado en las tratados.

El grupo de ultraderecha de Marine Le Pen –cuyo liderazgo parece asumido por Matteo Salvini– no ha participado en ningún debate. Pero la sombra del ministro de la Liga fue ayer alargada. A él iban dirigidas todas las diatribas como convidado ausente. «Cada vez que muere una persona en el Mediterráneo, muere parte del del espíritu europeo», aseguró Timmermans mientras Weber defendía el blindaje de fronteras y el papel de su mentora Angela Merkel a la hora de poner en marcha mecanismos de solidaridad. Nico Cué recordó su papel como inmigrante ilegal cuando su padre llegó con su familia huyendo de la dictadura de Franco.

Fue en el apartado de cambio climático donde se mostró una mayor sintonía entre Timmermans y la candidata de los Verdes Ska Keller en lo que puede convertirse en una alianza duradera de cada a la próxima legislatura. Weber defendió las emisiones cero en 2050, aunque se mostró en contra de «castigar a los trabajadores».

La actual Comisaria de Competencia brilló con fuerzo cuando el debate se dirigió a una de sus especialidades: la justicia fiscal. «Para mí un paraíso fiscal es dónde todo el mundo paga sus impuestos», sentenció a la vez que recordaba que Apple ni siquiera pagaba un 5%, ya que a través de un complejo sistema de elusión fiscal, llegó a contribuir con un 0% en algunos ejercicios. Timmermans propuso que los países europeos acepten un tipo de imposición mínimo del 18% (actualmente sólo existen unos umbrales obligatorios para el IVA, no para al impuesto de sociedades o el IRPF)

La última parte del debate estuvo dedicada a Política Exterior y el auge del euroescepticismo. Timmermans hizo un alegato a favor de la unidad europea frente a Trump y Putin y Weber apostó por eliminar la unanimidad en la toma de decisiones como modo de aumentar la capacidad de reacción de las cancillerías. Sobre la desafección frente al proyecto europeo. Timmermans lanzó la frase más ocurrente y carne de titular del debate: “Reino Unido es como Juego de Tronos con esteroides” que quizás no sea bien recibida al otro lado del Canal de la Mancha.

El debate cerró con una breve intervención de los candidatos que se convirtió en un alegato a favor de la participación en los comicios. La gran duda es si, en esta ocasión, el ecosistema bruselense se abrirá al exterior o si –una vez más- el debate sólo vuelve a ser un reflejo de ensimismamiento de unas élites que intentan ( sin éxito) acercarse a los ciudadanos. Tras el 26 de mayo comienza el Juego de Tronos para elegir candidato a la presidencia del ejecutivo comunitario.