Estados Unidos
Trump invitó a Putin a la Casa Blanca en pleno «caso Skripal»
La llamada se produjo antes de la expulsión de los diplomáticos, pero May ya había acusado a Moscú del envenenamiento.
La llamada se produjo antes de la expulsión de los diplomáticos, pero May ya había acusado a Moscú del envenenamiento.
Doce días después de la polémica llamada telefónica del presidente de EE UU, Donald Trump, a su homólogo Vladimir Putin para felicitarle por su triunfo electoral, siguen revelándose detalles de la conversación. Ayer, el asesor del líder ruso, Yuri Ushakov, aseguró en una rueda de prensa que el mandatario estadounidense, además de felicitar a Putin por su reelección, le sugirió la posibilidad de sostener un encuentro en Washington. «Durante la conversación telefónica entre nuestros presidentes, Trump sugirió que la primera reunión [tras la reelección de Putin] podría tener lugar en Washington», explicó. Sin embargo, el asesor añadió que la fecha exacta del posible encuentro no se discutió y por eso no ha iniciado ningún preparativo. La invitación, que tuvo lugar el 20 de marzo, deja ahora en entredicho al presidente Trump, pues el envenenamiento del ex espía en Londres se produjo el 4 de marzo y la primera ministra británica, Theresa May, acusó oficialmente al Kremlin de estar detrás del uso de un agente nervioso en su país el 12 de marzo.
Ushakov expresó su esperanza en que «la parte estadounidense no retire su propuesta para discutir la posibilidad de organizar la cumbre». Pero los eventos ocurridos tras la famosa llamada incrementaron las posibilidades de que esa reunión no se lleve a cabo. En primer lugar, Trump recibió una lluvia de críticas, incluso de su propio partido, por haber felicitado a Putin a pesar de las advertencias de sus asesores. «Un presidente estadounidense no lidera el mundo libre felicitando a los dictadores por ganar elecciones simuladas. Y al hacerlo con Vladimir Putin, el presidente Trump insultó a todos los ciudadanos rusos a quienes se les negó el derecho al voto en unas elecciones libres y justas», escribió en Twitter el senador republicano John McCain. Una semana después de la llamada, la Administración Trump decidió expulsar a 60 supuestos agentes de inteligencia rusos con credenciales diplomática en solidaridad con Reino Unidos por el envenenamiento del ex espía ruso Serguei Skripal y su hija Yulia con una sustancia neuroparalizante, del que Londres acusa directamente a Moscú.
El anuncio cayó por sorpresa en el Kremlin, que, si bien esperaba una represalia coordinada de los socios de Reino Unido, no preveía que la cifra de funcionarios expulsados fuese tan alta. El Gobierno estadounidense ordenó además el cierre del consulado ruso en Seattle. Todo una afrenta para Moscú, que tardó dos días en responder el golpe. El jueves el Ministerio de Exteriores ruso anunció la expulsión de 58 diplomáticos de la embajada estadounidense en Moscú y dos empleados del consulado estadounidense en San Petersburgo, y ordenó el cierre de esa sede diplomática en esa ciudad.
De hecho, ayer el ministro de Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, indicó que su país se niega a participar en los «juegos de niños» que llevan adelante las potencias occidentales y aseguró que son EE UU y Reino Unido los que deben detener este intercambio de sanciones. «Creo que actualmente nuestros socios occidentales, sobre todo Reino Unido, Estados Unidos y varios países que los siguen ciegamente, renunciaron a todo decoro, recurren abiertamente a las mentiras y a la desinformación», aseveró el jefe de la diplomacia rusa.
Pero el «caso Skripal» es sólo un nuevo capítulo en las maltrechas relaciones de Washington y Moscú. Desde que en 2016 la Administración del ex presidente Barack Obama acusara a las autoridades rusas de interferir en la campaña electoral estadounidense para perjudicar a la candidata demócrata, Hillary Clinton, el abismo que separa a Washington y Moscú no hace sino crecer. Y todo hace presagiar que esta saga tendrá nuevas entregas. La investigación que lleva adelante el fiscal especial Robert Muller en Estados Unidos para determinar si hubo colusión entre el equipo electoral de Trump y agentes rusos para afectar el resultado de las elecciones ha señalado hasta ahora a 13 ciudadanos rusos, entre ellos el oligarca Yevgeny Prigozhin, conocido como el «cocinero de Putin», y la lista no está cerrada.
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