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El agónico final de May

La «premier» británica dimite como líder «tory» tras su fracaso en completar el Brexit. La Justicia desestima la demanda contra Johnson por mentir en el referéndum.

Un adiós discreto Theresa May prefirió mantener un perfil bajo y no hacer declaraciones el día en que presentó de forma oficial su dimisión como líder «tory»
Un adiós discreto Theresa May prefirió mantener un perfil bajo y no hacer declaraciones el día en que presentó de forma oficial su dimisión como líder «tory»larazon

La «premier» británica dimite como líder «tory» tras su fracaso en completar el Brexit. La Justicia desestima la demanda contra Johnson por mentir en el referéndum.

Sin actos oficiales y recluida en su distrito de Maidenhead. En definitiva, con la discreción absoluta que siempre ha caracterizado su carrera. Así es como pasó Theresa May ayer su último día como líder del Partido Conservador, una formación que intentó mantener unida y que, sin embargo, acabó devorándola ante la siempre polémica cuestión de las relaciones con Europa.

Fueron precisamente los «tories» los que metieron a Reino Unido en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) en 1973, bajo el mandato del primer ministro Edward Heath. Sin embargo, las filas –históricamente divididas entre europeístas y euroescépticos– no logran llegar a un consenso y el Brexit no ha hecho otra cosa que intensificar la guerra civil interna.

Durante sus tres años en el número 10 de Downing Street, May intentó por encima de todo cumplir con el mandato que el pueblo expresó en el referéndum del 23 de junio de 2016, tal y como explicó en el emotivo discurso que ofreció el pasado 24 de mayo anunciando su dimisión, donde apenas pudo contener las lágrimas ante las cámara. «He hecho todo lo posible para materializar el Brexit. He luchado para hacer que Reino Unido sirva no solo a unos pocos privilegiados, sino a todo el mundo y cumplir con el resultado del referéndum», puntualizó una emocionada May.

La Cámara de los Comunes llegó a rechazar hasta en tres ocasiones el acuerdo de retirada que la «premier» cerró con Bruselas para garantizar una salida ordenada de Reino Unido del bloque comunitario. Ella jamás llegó a plantearse la posibilidad de un Brexit sin pacto que, en tantas ocasiones, le demandó el núcleo duro de los euroescépticos «tories». Mantuvo una gran perseverancia, pero finalmente el divorcio pudo con ella.

May continuará como primera ministra hasta que sus compañeros elijan sucesor a finales de julio. Y consciente de que deja un legado completamente en blanco, quiere aprovechar las pocas semanas que le quedan en el Número 10 para presentar distintos programas sobre salud mental, baja por paternidad, tecnología y, sobre todo, educación, donde quiere aumentar drásticamente el presupuesto. Sin embargo, estos paquetes tendrían un gasto acarreado de alrededor de 10.000 millones de libras (unos 11.240 millones de euros) que el Chancellor of Exchquer, Philip Hammond, no está ahora por la labor de desembolsar.

La aún «premier» británica comunicó oficialmente su dimisión a través de una carta privada a los presidentes en funciones del llamado Comité 1922, que agrupa a los diputados conservadores sin cartera, Charles Walker y Cheryl Gillan, dando así el pistoletazo de salida a unas primarias que se antojan complicadas y cuyo pistoletazo de salida llegará el próximo lunes.

Boris, el favorito

Entre los once candidato, quien parte como gran favorito es el ex ministro de Asuntos Exteriores Boris Johnson, quien por cierto ayer se libró de declarar ante la Justicia después de que el Tribunal Superior de Londres desestimara procesar al excéntrico político por supuestamente haber «mentido» durante la campaña del Brexit.

El activista Marcus Ball presentó el mes pasado una denuncia privada en la que acusaba a Johnson de «mala conducta en un cargo público» por afirmar que Reino Unido asignaba a la UE 350 millones de libras (unos 396 millones de euros) semanales, que podría en su lugar destinar al Sistema Nacional de Salud Pública (NHS, en sus siglas en inglés). Ball presentó la denuncia después de conseguir 300.000 libras (338.400 euros) a través de una campaña de micromecenazgo, pero los jueces Anne Rafferty y Michael Supperstone decidieron ayer revocar la decisión previa de la magistrada Margot Coleman.

El equipo jurídico de Johnson considera que la solicitud para que el político se personara ante un tribunal estaba motivada por «razones políticas» y que fue presentada por una compañía limitada –«Brexit Justice Limited»– que es «producto de una campaña para socavar el resultado del referendo del Brexit y/o para evitar sus consecuencias». Por lo tanto, el excéntrico político –candidato favorito del presidente estadounidense, Donald Trump– tiene ahora completamente vía libre para unas primarias determinadas por una fecha clave: el 31 de octubre, que es cuando termina la segunda prórroga del Brexit concedida por los Veintisiete. Los candidatos más euroescépticos –entre ellos Johnson– aseguran que para entonces el país debe haber abandonado la UE, con o sin pacto. Los más moderados, sin embargo, dejan la puerta abierta a una posible ampliación de plazos, conscientes de que en dos meses será complicado solucionar lo que no se ha conseguido durante los últimos tres años.

Corbyn reclama elecciones

Lo cierto es que, a pesar de que haya pronto un nuevo inquilino en el Número 10, la aritmética de la Cámara de los Comunes seguirá siendo la misma. En definitiva, una Cámara donde el partido gobernante no cuenta con mayorías y donde sus señorías han rechazado ya hasta en tres ocasiones el acuerdo de retirada que Bruselas se niega ahora a renegociar. Por lo que cada vez toma más peso la posibilidad de elecciones generales anticipadas. El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, volvió ayer a pedir comicios para que sea el pueblo «quien decida sobre el futuro del país». «El siguiente primer ministro no debería ser elegido por un puñado de afiliados ‘tories’ no representativos», subrayó el líder de la oposición.

Irónicamente, la última jornada de May ha transcurrido de forma sosegada y silenciosa, todo lo contrario a lo que ha sido su tiempo al frente del Ejecutivo británico, marcado por la inestabilidad y el ruido de un escabroso proceso del Brexit, que todavía tendrá que culminar su sucesor.