Madrid
El Estado Islámico, la marca global del terror
En el comunicado , la organización terrorista precisa que los atacantes activaron sus cinturones explosivos en medio de los infieles «después de que se quedaran sin munición» y advierte: «Esta batalla es la primera y es una advertencia para los que quieran aprender de ella».
El Estado Islámico se muestra más desafiante que nunca convertido en una amenaza capaz de rebasar cualquier frontera internacional. En las últimas semanas, el EI se ha atribuido los atentados contra el avión ruso en Sharm el Sheij (Egipto), donde murieron 224 personas; el doble ataque suicida en Beirut que dejó cerca de medio centenar de muertos y la serie de ataques en París que han acabado con la vida de 129 personas. Además, los atentados en la capital gala coincidieron con la posible eliminación en un ataque con dron de Mohamed Emwazi, conocido como «John, el Yihadista» – un británico que apareció en varios vídeos degollando a rehenes occidentales– y la expulsión del EI de la ciudad de Sinjar, al norte de Irak.
El movimiento yihadista se dio a conocer apenas tres años atrás en Irak y Siria, y en este tiempo ha demostrado tener una sólida estructura financiera y militar, así como una importante red internacional. Cuando Abu Baker Al Baghdadi proclamó su «Califato Islámico» en junio de 2014, el grupo no contaba con más de 25.000 combatientes. Pero rápidamente muchos jóvenes árabes y extranjeros fueron atraídos por la propaganda yihadista. A mediados de 2015, la cantera del EI aumentó hasta 80.000 yihadistas, una cifra que se puede comparar con los ejércitos de algunos países. De ese total, unos 30.000 combatientes se cree que provienen de países europeos, la antigua Unión Soviética y el norte de África . El regreso de estos yihadistas europeos supone una amenaza para la seguridad nacional. En septiembre, el EI advirtió de que había enviado a Europa a 4.000 terroristas camuflados como refugiados sirios. Ni los bombardeos de la coalición internacional ni los rusos han conseguido mermar la capacidad combativa de los yihadistas. Es como si la cantera de reclutas del EI fuera casi ilimitada.
Los yihadistas están reclutando combatientes entre niños y adolescentes, que son más vulnerables a la propaganda del grupo. Se los conoce como «cachorros del Estado Islámico», y según expertos, muchos son reclutados en las mezquitas cuando apenas tienen cinco años de edad. Los menores son adoctrinados en campos de entrenamiento para garantizar su fidelidad a las ideas extremistas. Además, hay que sumar los seguidores en la península del Sinaí de Egipto, Libia y otras partes del norte y el centro de África. Con la adhesión del grupo terrorista nigeriano Boko Haram, el EI habría ganado entre 7.000 y 10.000 combatientes a su causa.
Al Estado Islámico se lo conoce también como «el grupo terrorista más rico de la historia», sobre todo por las ganancias que ha hecho con el petróleo. Cuando el grupo yihadista comenzó a expandirse en el verano de 2014 y conquistó un número importante de campos de petróleo y refinerías se estimaba que sus ganancias «podían llegar a tres millones de dólares al día. Ahora no asciende a más de un millón de dólares diarios, asegura a la RAZÓN la economista libanesa, Amal Saad. Antes de que empezaran los ataques aéreos internacionales, los campos de petróleo controlados por EI «producían 50.000 barriles por día en Siria y 30.000 en Irak», continúa Saad, antes de agregar que la producción se ha reducido a «máximo de 20.000 barriles en total». El petróleo que vende el EI tiene uno de los precios más bajos del mercado, alrededor de 40 dólares por barril, pero aún así –insiste– «sigue obteniendo grandes beneficios con la venta de crudo en el mercado negro a Turquía, Irak y Jordania».
La segunda fuente de ingresos del grupo terrorista es el comercio de antigüedades. El EI obtiene más de 300 millones de dólares al año con la venta de restos que han saqueado de sitios arqueológicos y museos en todo Irak y Siria, según datos aportados por la Interpol.
Los yihadistas también se han hecho con tres cuartas partes de la producción de algodón de Siria. Además del cultivo de algodón, controlan el 30% de la producción de trigo en las regiones del norte de Siria, Raqa y Deir el Zor, y el 40% en las provincias iraquíes de Nívive y Saladino. Con la venta de la harina, los yihadistas sacan un beneficio de «unos 200 millones de dólares anuales», indica a LA RAZÓN el coronel retirado Nizar Abdelkader, antes de agregar que el trigo también sirve para ganarse la simpatía de la población. «Distribuyen pan gratuitamente o a precios muy bajos», asegura.
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