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El G-20 da la espalda al plan de Obama en Siria
EE UU logra una frágil alianza contra Bachar al Asad. Putin duda de que Damasco haya usado armas químicas
Toda la elocuencia y capacidad oratoria del presidente estadounidense, Barack Obama, fueron insuficientes ayer, en la última jornada de la cumbre del G-20 celebrada en San Petersburgo para ocultar el amargo sabor de boca con el que el premio Nobel de la Paz deja la ciudad de San Petersburgo después de no haber logrado apoyos suficientes para intervenir militarmente en Siria contra lo que el discurso norteamericano califica como el peor ataque de gas nervioso en décadas. De hecho, el presidente estadounidense llegó a reconocer abiertamente en su rueda de prensa a la clausura de la Cumbre el profundo escepticismo que su planes despiertan entre los demás miembros del G-20. Incluso el tono de la retórica norteamericana pareció ceder a la realidad cuando Obama afirmaba: «A mí me eligieron para acabar con las guerras, no para empezarlas». Mientras, con un estilo totalmente diferente, rocoso y sin brillo, Vladimir Putin repetía machaconamente su cantinela y dejaba claro que la posición de Rusia permanece anclada en la convicción de que Estados Unidos realiza abusos humanitarios para borrar del mapa político los regímenes que no le gustan, como demuestra, según los rusos, el caso de Libia. Putin dejó claro que no hubo acercamientos entre ambos líderes después de una «significativa, constructiva y amistosa conversación» que duró alrededor de media hora. «No estoy de acuerdo con sus argumentos y él no está de acuerdo con los míos», afirmaba taciturno. El presidente ruso duda de que fuera el régimen de Asad el que perpetró la matanza con gas sarín: «Todo lo que ha sucedido con el uso de armas químicas ha sido una provocación del bando de los insurgentes, que cuentan con la ayuda exterior de los países que les han apoyado desde el principio». Incluso llegó a acusar ayer mismo a los rebeldes islamistas de un reciente ataque con armas químicas. Al ser preguntado si ayudará en el futuro a Siria, la respuesta del ex agente de la KGB no dejó lugar a dudas: «Ya les estamos ayudando. Les abastecemos de armas y colaboramos en la esfera económica», dijo.
Durante la rueda de prensa del cierre de la cumbre, Obama no ocultó que es consciente de las profundas divisiones que separan a los políticos de la comunidad internacional y a los de Estados Unidos. Incluso, se atrevió a tratar la posibilidad de fracaso en conseguir la ansiada autorización del Congreso para el ataque. Aunque no se da por vencido. Pronunciará un discurso el martes por la noche desde la Casa Blanca para convencer a los estadounidenses de la necesidad de responder al presidente Asad. Obama evitó ayer contestar a si dará orden de un ataque en caso de que el Congreso rechace su plan. No obstante, en sus palabras, «no responder enviará un mensaje a ciertas naciones, regímenes autoritarios y organizaciones terroristas de que pueden utilizar ADM (por armas de destrucción masiva) sin pagar las consecuencias». Obama optó por referirse a este tipo de armamento por sus iniciales. «Cada miembro del Congreso va a tener que decidir si piensa que es lo correcto para la seguridad nacional de EE UU y del mundo. Uno escucha a sus votantes, pero hay que tomar decisiones sobre lo que uno cree que es bueno para la nación», recordó el presidente en clara referencia a los políticos que no quieren poner en riesgo sus candidaturas en las elecciones al Congreso de 2014.
Todavía así, Obama consiguió que diez países se unieran en un comunicado de condena del ataque con armas químicas, –entre los que se unió España–. Pero no se explicaron los términos de los respaldos conseguidos, a pesar de que en el comunicado se pide «una fuerte respuesta internacional». En cambio, los líderes de los países participantes en el G-20 le recordaron la importancia de contar con el permiso de Naciones Unidas antes de llevar a cabo cualquier ataque. Mientras, los únicos países que respaldan el plan de ataque de EE UU son Canadá, Francia, Arabia Saudí y Turquía. Cada día que pase con los senadores sumidos en debatir este asunto, menos posibilidades tiene Obama de conseguir la luz verde del Congreso para atacar Siria. Por eso, el líder demócrata de la mayoría en la Cámara Alta Harry Reid decidió ayer convocar una breve sesión antes de presentar la resolución de manera formal. «Vamos a conseguir los 60 votos. Es un trabajo que progresa de forma adecuada», indicó Reid en referencia al número de apoyos necesarios para cerrar el debate. El procedimiento arrancará el lunes 9, se podría votar el fin del debate el miércoles 11 y someter la resolución a decisión del Senado quizá al día siguiente.
La OTAN recuerda el caso de Kosovo
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, defendió ayer una intervención militar en Siria para responder al supuesto uso de armas químicas el 21 de agosto por parte del régimen del presidente Bachar al Asad, incluso si no hay una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU y recordó el precedente de Kosovo. «La comunidad internacional puede actuar sin una resolución explícita para contestar a acciones que violan principios básicos del derecho internacional, y Kosovo es un ejemplo de ello» recordó el político danés. Rasmussen, que defendió la responsabilidad del presidente Asad en los ataques químicos, insistió en que no actuar en Siria supondría dar luz verde a «dictadores y tiranos» para cometer ataques del mismo tipo. «Según la información de la que disponemos los misiles se dispararon desde zonas controladas por el Gobierno a áreas controladas por la oposición», explicó Rasmussen.
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