Cristina Fernández de Kirchner
El Papa y Cristina Fernández hablan de la gobernabilidad argentina en un almuerzo privado
La presidenta argentina, Cristina Fernández, aseguró hoy que el papa Francisco "no está preocupado por la gobernabilidad de la Argentina", después del almuerzo privado que ambos mantuvieron en la residencia vaticana de Santa Marta.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, aseguró hoy que el papa Francisco "no está preocupado por la gobernabilidad de la Argentina", después del almuerzo privado que ambos mantuvieron en la residencia vaticana de Santa Marta.
En un encuentro con la prensa en el aeropuerto romano de Ciampino tras el almuerzo con el Papa, Fernández respondió con una negativa rotunda: "El papa no está preocupado por la gobernabilidad de la Argentina".
De este modo, Fernández negó así las declaraciones realizadas recientemente por el ceremoniero del Vaticano, Guillermo Karcher, quien explicó a una radio argentina que el Pontífice se mostraba preocupado por "la gobernabilidad y la sana democracia"de Argentina.
Al Papa "le preocupa la gobernabilidad y la sana democracia, él es argentino, ha vivido lo que todos hemos vivido en nuestra historia reciente", dijo entonces Karcher.
La de hoy es la cuarta reunión que mantienen Fernández y el Papa tras las que celebraron el 18 de marzo de 2013, el 28 de julio de 2013 y el pasado 17 de marzo.
La presidenta argentina llegó a Santa Marta a las 12.30 hora local (10.30 GMT) en un automóvil ornado con la bandera argentina y acompañada de la comitiva de funcionarios integrada, entre otros, por el secretario General de la Presidencia, Óscar Parrilli.
Fernández vestía de negro y con un sombrero, en cumplimiento de las normas protocolarias del Vaticano sobre vestimenta que, si bien no están escritas, son asumidas por casas reales y embajadas de todo el mundo.
Según lo establecido, solo las reinas católicas pueden vestir de blanco ante el Pontífice, mientras que los presidentes, ministros y demás personalidades deben hacerlo de negro.
A su llegada fue recibida por el prefecto de la Casa Pontificia, monseñor Georg Gänswein y, ya en el interior, la esperaba el papa Francisco, a quien abrazó y con el que intercambió unas palabras en privado durante 15 minutos.
Posteriormente, se sumaron a ellos la comitiva de funcionarios que la acompañaba, así como representantes de diversos medios argentinos.
La presidenta argentina le regaló al papa una tabla con la imagen de la Virgen de Luján (patrona de Argentina), para colocarla "en su cuarto"-tal y como le sugirió-, un retrato del Pontífice con estética "pop art"y un cuadro de Eva Perón.
También le obsequió con una escultura de gran tamaño de la Virgen Desatanudos, conservada en el interior de una caja tras un cristal y que dejaba sonar la canción "Aleluya".
"Una escultura sonora sólo podrían haberla hecho los argentinos", bromeó.
Finalmente, Fernández le hizo entrega de miel de productores chaqueños y de unas piezas de orfebrería que le habían dedicado a ella, pero que decidió llevárselas al papa.
"Le cambié la chapita; decía 'para Cristina'", confesó la presidenta.
Después de este intercambio de saludos y regalos, que duró unos 30 minutos, el Papa y Fernández se hicieron algunas fotografías y celebraron el almuerzo privado.
Esta invitación fue aceptada el pasado 8 de septiembre por Fernández a través de su perfil en la red social de Twitter, donde también publicó la carta manuscrita del papa.
"Me escribe @Pontifex_es 'Sería un gusto si aceptara pasar por Santa Marta para el almuerzo del 20'. Claro que sí", escribió entonces.
Tras la comida con el papa Francisco, la mandataria se subió a su coche y se dirigió al aeropuerto romano de Ciampino para viajar a Nueva York, donde participará en la 69 Asamblea General de las Naciones Unidas.
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