París
El periodista que perdió a su mujer en Bataclan: «No se cura la muerte»
LA RAZÓN ha hablado con Antoine Leiris, periodista francés que perdió a su esposa en los atentados de noviembre de París y que ha contado su duelo en el libro «No tendréis mi odio».
El periodista francés Antoine Leiris publica un libro en el que cuenta el duelo tras la muerte de su esposa en los atentados de noviembre de París
“No tendréis mi odio” (Ediciones Península), así se titula el libro con el que Antoine Leiris ha vuelto a revivir la dura experiencia de la muerte de su esposa, víctima del atentado de la sala Bataclan de París, después de haber ganado reconocimiento mundial a raíz de una famosa carta que colgó en Facebook en la que anunciaba que los terroristas “no tendrían su odio” y que si “el dios por el cual mataban nos ha hecho a su imagen y semejanza, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón”. En el texto, el periodista relata cómo transcurrió su vida entre la noche en la que perdió a su esposa y el día posterior a su entierro en una narración triste, pero sorprendentemente esperanzadora.
-¿Qué le ha ayudado a mantenerse así de positivo ante un suceso tan trágico como la muerte de su mujer?
-La responsabilidad de la educación de mi hijo. ¿Qué tipo de infancia le podría ofrecer si ésta estaba llena de resentimiento? ¿Cómo va a crecer un niño si no tiene derecho a vivir una vida sencilla? Esto constituyó en un primer momento una responsabilidad. Y, después, sentí que dejando entrar ese tipo de sentimientos en mí, estos ocuparían todo el espacio dentro de mí, y que todos los mis sentimientos se ensombrecerían por el que había dejado entrar. Me pareció evidente, pero es una elección muy personal, y otras personas que han perdido a alguien en estos atentados pueden haber tomado otros caminos que les hayan llevado a lugares muy bellos.
-Muchas personas definen esa manera de enfrarse a una situación así como ‘valiente’...
-Es, en todo caso, una manera de afrontarlo. Puede ser que sea así, pero es usted quién lo define de esa manera. Y al mismo tiempo, muchas personas que han leído la carta han dicho lo contrario, que era un cobarde, y que ‘No tendréis mi odio’ era un tipo de ‘no reacción’. Yo no creo eso. Es una forma de combate moral, no armado, contra esa tentativa de aniquilar todo lo que nos hace humanos.
-¿No fue duro que tanta gente juzgara su reacción a la muerte de su mujer?
-No. De hecho, hay algo de lo que me he dado cuenta mientras yo mismo me convertía en un tema de actualidad, después de haber sido alguien que trataba los temas de actualidad: la visión que tenemos desde el exterior cuando tratamos un tema está forzosamente deformada. Me di cuenta de que esta carta, que para el experior parecía algo enorme, de cientos de miles de ‘Compartidos’, de un libro traducido a un montón de lenguas; para el interior, para mi círculo familiar, mi círculo de amistades, mi vida, ha sido accesorio. Y, de hecho, en este libro, la carta tiene exactamente el lugar que tiene en mi vida, un capítulo, un momento, una anécdota de todo lo que me ha sucedido, pero lo más difícil de vivir en ese momento fue llorar la pérdida de mi mujer, y de preguntarme cómo iba a educar a mi hijo. Que cientos de miles de personas compartan la carta es, fráncamente, algo accesorio que recibo desde muy lejos.
-¿Fue escribir ‘No tendréis mi odio’ una manera de “curarse”?
-No, no se cura la muerte. Tampoco la pena. No estoy enfermo, no necesito ninguna cura. Escribir era un espacio de libertad, y mi pena todavía la tengo conmigo, es preciosa, una compañera. Si le digo la verdad, escribí este libro por el hecho de escribir. Porque el tiempo que pasaba escribiendo era importante para mí, era un espacio de expresión en el que me sentía libre, y me encontraba en un momento muy difícil. Escribí por las palabras. Mi relación con el mundo la he hecho desde siempre a través de las palabras, y dado que esto era lo más difícil que le he tenido que contar al mundo, era absolutamente necesario que lo hiciese a través de la escritura, para que las palabras sean las mejor escogidas, para que la melodía fuera exactamente la que quería que fuese.
-¿Tenía pensado publicar el libro, en un primer momento?
-Comencé a escribirlo después de la aparición de la carta en Facebook, sin saber cuáles serían las repercusiones de la carta. La publicación se llevó a cabo gracias a un amigo, antiguo compañero de trabajo de “Radio France”, que vino un día a casa y al que hablando de unas cosas y otras le comenté que había comenzado a escribir una cosa y él me respondió que estaba trabajando en ese momento en la librería Arthème Fayard, y una cosa llevó a la otra.
-Uno de los pilares del libro es su hijo, el que había tenido con su esposa fallecida. ¿Fue un desafío o una ayuda tenerle a su lado?
-No me planteo ese tipo de preguntas. Mi vida me la tomo tal y como es, y mis reflexiones no van fuera de eso. Mi vida es mi vida con mi hijo, está fuera de cuestión si es fácil o si es difícil.
-¿Cree que los periodistas tratamos de una manera poco sensible este tipo de sucesos?
-No. Sé el compresor que pueden llegar a ser los medios de comunicación, y que los profesionales tienen la creatividad y la empatía y que eso luego tiene que corresponderse a un cierto número de palabras en un artículo, o en una parte de la crónica de una radio. Creo que es más una cuestión del sistema mediático. No puedo aportar un análisis del sistema mediático que sea pertinente, no es mi objetivo. Pero, individualmente, he encontrado a periodistas implicados, pero que cargan con el peso de un sistema. Es difícil, no se puede hacer todo.
-¿Cree que su testimonio podrá ayudar a otras víctimas?
-No lo sé. Sé que cuando se ha vivido algo tan dramático como esto, se tiene la necesidad de escuchar las reflexiones de otras personas. pero también sé que no se tiene la necesidad de escuchar forzosamente las reflexiones de alguien que haya vivido exactamente lo mismo y que uno busca a lo mejor artistas que hablen de cosas que podrían ser similares, pero que no están exactamente en la misma situación. Así que, no lo sé. Creo que las víctimas del atentados irán a otro lado a buscar emociones parecidas a las suyas, y puede ser que aquellos que no hayan sido afectados por el atentado pero han vivido cosas más o menos difíciles en su vida acudan a buscar en este libro algo que les interese, porque están más alejados de la historia.
-¿Cómo evalúa el impacto del atentado en la sociedad francesa?
-Ha sido una tristeza colectiva muy profunda. Una tristeza a muchos niveles para la gente que ha muerto y por la derrota de nuestra sociedad que este acto implica. Que haya gente que pueda disparar a personas desarmadas, que habían venido a divertirse, sin ninguna justificación, con el objetivo simple de tener el máximo número de muertos, eso ha afectado profundamente a los franceses en general.
-¿Cómo ve el futuro, de usted y de la sociedad francesa?
-Hablo lo menos posible de la sociedad en general, porque la sociedad engloba cosas muy diferentes y creo que tratar de compactarla para un artículo de un cierto número de palabras es imposible. No puedo predecir el futuro de la sociedad francesa. Trataré de poner mi granito de arena, como estoy seguro de que harán muchos de mis conciudadanos. En cuanto a mi futuro personal, me concentro en el ahora. Tratar de ver muy lejos es arriesgarse a decepcionarse.
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