Internacional

Crisis política en Italia

El draghicidio

De competir con Reino Unido en términos de PIB, Italia pasó a la cola de Europa. El ex banquero llegó en 2021 para sacar a su país de esta espiral perversa

El primer ministro italiano Mario Draghi abandona el palacio Giustiniani tras anunciar su dimisión al presidente del Senado
El primer ministro italiano Mario Draghi abandona el palacio Giustiniani tras anunciar su dimisión al presidente del SenadoFABIO FRUSTACIAgencia EFE

Italia es un país cuanto menos curioso. Sin duda el país de la bota merece ser admirado en muchos aspectos. Después de Alemania, Italia es hoy día la segunda potencia industrial de la Unión Europea, así como la tercera economía del bloque. Si bien estos datos son impresionantes, cabe destacar que, en los últimos 20 años Italia ha ido de mal en peor. De competir con Reino Unido en términos de PIB, Italia ha pasado a ser considerado, junto a nuestro país, como uno de los mayores riesgos geoestratégicos del continente.

Italia no parece ser capaz de levantar cabeza. Sé, que viniendo de nuestro país, este comentario puede parecer «ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio», pero la crítica viene desde el más sincero cariño y admiración a nuestros primos de la bota. Y es que en los últimos días hemos visto, una vez más, como los políticos en Roma vuelven a tirar piedras sobre su propio tejado. La forzosa dimisión del primer ministro, Mario Draghi, no deja de ser una «vergogna», o vergüenza, como así lo ha tildado el diario «La Stampa».

Ante un escenario de reformas complicado, el Gobierno de unidad nacional presidido por el antiguo presidente del Banco Central Europeo, y para muchos, salvador del Euro y por tanto del proyecto común europeo, ha caído después de que sus principales socios de coalición – que querían ejercer así mismo de oposición – dinamitaran el frágil equilibrio parlamentario sobre el cual se establecía el actual Ejecutivo. Héroe para muchos, villano para otros, Draghi ha sido una figura clave no solo en el panorama italiano o europeo, también global. «Súper Mario», como algunos llegaron a apodar al hasta ahora primer ministro italiano por su capacidad de gestionar crisis, tanto en el sector público como en el privado, ha caído ante el más mísero politiqueo de los partidos populistas, tanto de izquierda como de derecha, que han buscado rédito electoral por encima del interés general que había llevado al acuerdo resultante en el Gobierno de Draghi.

Italia vuelve, pues, a los fantasmas de siempre. El país lleva casi 70 gobiernos en los últimos 77 años. Esto resulta en que cada Ejecutivo italiano ha durado de media, más o menos, 1.1 años. Con estos antecedentes alguno podría afirmar que el Ejecutivo presidido por Mario Draghi debería ser considerado, a sus 17 meses, como todo un éxito político italiano; con permiso, de Silvio Berlusconi, único primer ministro en conseguir acabar una legislatura en las últimas décadas. Pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué es importante otra dimisión de un líder europeo? Para empezar, debemos tener claro que Draghi fue elegido como primer ministro en un contexto complejo, como es habitual en Italia, pero con las connotaciones de la salida de la crisis del coronavirus, que demandaban de una cierta unidad en el país para implementar ciertas reformas que garantizaran una pronta recuperación. En un contexto de máxima polarización, la ciudadanía demandaba unidad, y el perfil del exbanquero central en jefe fue el de consenso.

El caso es que, tras prometerle estabilidad para acometer las medidas necesarias, los populistas decidieron retirarle su apoyo parlamentario. La realidad es que estos falsos socios nunca hubieran permitido que Draghi implementase su programa de reformas. La caída del primer ministro no es casualidad. Y es que en la primera mitad del año que viene se tendrían que convocar elecciones generales. Los supuestos «socios» de gobierno de Mario Draghi venían afilando los cuchillos ante un escenario electoral complejo. Queriendo desmarcarse de las dolorosas, y necesarias, reformas del primer ministro, los que prometieron apoyo parlamentario habían preparado su «Idus Martiae» particular.

La dimisión de Mario Draghi deja en el aire reformas que hubieran ayudado a Italia a salir de esa espiral negativa en la que llevaba sumida desde hace décadas. Desde una imperante reforma jurídica, pasando por la ejecución de los fondos de ayuda europeos, el gobierno de crisis de Draghi estaba sacando a Italia del más profundo abismo político en el que el país se había sumido. Además, Draghi había sido clave en la firme respuesta por parte del bloque europeo a la invasión rusa a Ucrania, siendo partidario de las más duras medidas implementadas por Europa. ¡Qué casualidad que sus verdugos sean conocidos partidarios del régimen de Moscú! El caso es que Draghi es el político con el mejor curriculum vitae, no ya del continente, sino del mundo. El gestor de crisis por excelencia que estaba destinado a sacar a Italia de la crisis ha acabado siendo víctima, una vez más, de la inmisericorde política. Por volver a los dichos populares, otro gallo cantaría, si Mario, y otros como él, se atrevieran a entrar en política.

Grazie Mario. Grazie Mille.