Elecciones
Los socialdemócratas vuelven a vencer en Dinamarca tras un reñido recuento
La “premier” Mette Frederiksen consigue la mayoría gracias a los diputados de Groenlandia e Islas Feroe sin depender del nuevo partido centrista
Los colegios electorales en Dinamarca cerraban a las ocho de la tarde sin que los resultados oficiales despejaran hasta el final del escrutinio quién gobernará el país nórdico durante los próximos cuatro años. El bloque de izquierdas o rojo, encabezada por los socialdemócratas de la primera ministra, Mette Frederiksen, venció, pero pierde la mayoría en el «Folketing» (Parlamento). Sus 87 diputados frente a los 73 que suma la oposición del bloque de derechas o azul quedaban a tres de los 90 que marcan la mayoría absoluta.
Durante horas se daba por hecho que el ex primer ministro liberal Lars Løkke Rasmussen y su Partido Moderado (9,2% y 16 diputados) se convertiría en el nuevo árbitro de la política danesa. Sin embargo, el recuento final de la cadena TV2 mostraba pasada la medianoche que a la socialdemócrata Frederiksen le bastaban con tres de los cuatro diputados elegidos en los territorios autónomos de Groenlandia e Islas Feroe para gobernar cómodamente un segundo mandato.
Por partidos, lo socialdemócratas vuelven a ser los más votados, con el 27,5% y 50 diputados, mejorando su resultado de hace cuatro años. En segundo lugar y a gran distancia, quedan los liberales con el 13,3% y 24 escaños, los grandes derrotados de la noche al perder diez puntos y, según parece, aupados nuevamente del poder.
Por su parte, la ultraderecha, que desde 2001 contribuyó a endurecer la política migratoria y de asilo de Dinamarca, pierde influencia tras una campaña centrada en la sanidad y la economía. El Partido Popular Danés (DF), que fue la segunda fuerza más votada en los comicios de 2015 y ganó las europeas un año antes, por poco quedará fuera del Parlamento al superar en solo siete décimas el 2% necesario. En cambio, otras dos pequeñas formaciones populistas parecen absorber a parte de su electorado: Demócratas de Dinamarca (8,1%), liderados por la ex ministra liberal de IntegraciónInger Stojberg, y Nueva Derecha (3,7%). En total, la fragmentada ultraderecha danesa sumaría un 14,5% y 25 diputados. Una cifra no despreciable, pero que refleja cómo el interés del electorado ha virado hacia el sistema sanitario y la economía.
El desgaste político del «Minkgate», el sacrificio sin autorización legal de 15 millones de visones en 2020 por una mutación del coronavirus, parece no haber pasado factura a Frederiksen en unas elecciones anticipadas siete meses para evitar una moción de censura de uno de sus aliados parlamentarios. Precisamente, el Partido Social Liberal sufrió un fuerte castigo electoral por amenazar con la caída del Gobierno. Apenas logró un 3,8% de votos y siete diputado tras caer casi cinco puntos respecto a hace cuatro años.
«Estas elecciones podrían ser muy reñidas y existe el riesgo de que haya un Gobierno azul después de hoy», ya advertía Frederiksen después de votar por la mañana en un centro de bádminton convertido en colegio electoral en Copenhague.
Dado que ninguno de los dos bloques lograba su propia mayoría, se auguraba un papel decisivo a los Moderados, un partido centrista fundado hace un año por el exlíder del Partido Liberal y dos veces primer ministro Rasmussen (2009-2011 y 2015-2019), que antes de finalizar el escrutinio aún se resistía a deshojar la margarita. Sobre quién será el próximo primer ministro, aseguró que esa pregunta «no podía responderse esta noche», pero que Dinamarca debe tener un «nuevo Gobierno».
Con respecto al objetivo declarado de Frederiksen de formar asimismo una coalición de centro, Rasmussen admitió que «también es posible que ella [continúe]».
El líder del Partido Moderado, que al convocarse las elecciones rondaba un 2% en los sondeos, defiende constituir un Gobierno que supere la tradicional política de bloques que caracteriza Dinamarca. “No se trata de rojo o azul, se trata de sentido común”, clamó ante los periodistas. Una transversalidad por la que también abogó la primera ministra al adelantar los comicios.
Tanto la izquierda como la derecha no dejaron de cortejar a Rasmussen durante la campaña electoral. La líder socialdemócrata le ofreció una reforma sanitaria, la prioridad de la campaña del líder moderado. «Creo que tú y yo, Lars, bien podríamos ponernos de acuerdo en muchas cuestiones para hacer una reforma estructural de la sanidad», aseguró Frederiksen durante el último debate electoral.
Mientras, el líder del Partido Liberal, Jakob Ellemann-Jensen, también pidió por televisión al antiguo líder de su partido que vuelva con sus antiguos colegas. «Si quieres las cosas con las que sueñas, que se cultivaron en nuestro antiguo patio trasero común, entonces vuelve a casa», le rogó.
Escrutado el 100% de los votos, la pelota vuelta a estar en manos de Frederiksen, que puede gobernar como hasta ahora con los apoyos del bloque de izquierdas o bien intentar un inédito Gobierno centrista que reúna a partidos de ambos bloques. “Vamos a por un Gobierno amplio en el centro. Extendemos nuestra mano y esperamos que los (partidos) azules estén listos para aceptarla”, defiende el ministro de Finanzas, el socialdemócrata Nicolai Wammen.
Sin embargo, liberales y conservadores volvieron a declinar en la noche electoral colaborar en un Gobierno transversal. “Creo que las acciones hablan más claro que las palabras. Y la acción que hemos visto en los últimos tres años no indica una voluntad de absorber la política del Partido Liberal”, respondió Ellemann-Jensen.
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