Escandinavia

El ex “premier” Lars Lokke Rasmussen, el árbitro de las reñidas elecciones en Dinamarca

El actual Gobierno socialdemócrata y la oposición de derechas necesitarán el apoyo del nuevo Partido Moderado, tercero en los sondeos, para gobernar

El primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen en Christianborg
El primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen en Christianborglarazon

En Dinamarca, que acude este martes a las urnas en unas elecciones anticipadas, la política parece imitar a la ficción. Como en la popular serie de televisión “Borgen”, donde la protagonista, Brigitte Nyborg, se convierte en primera ministra ante un endiablado panorama poselectoral, un partido centrista tiene la llave ahora del futuro Gobierno danés.

El Partido Moderado, que casualmente comparte el nombre con el de Nyborg, se ha convertido en la gran sorpresa de la campaña electoral. Fundado en 2020 por el dos veces ex primer ministro liberal Lars Lokke Rasmusen (2009-2011 y 2015-201), se ha colocado en tercera posición en los sondeos por encima del 10% en intención de voto, por detrás de los socialdemócratas de la primera ministra Mette Frederiksen (25%) y su antigua partido (13,5%).

Ante la igualdad que muestran las encuestas, sus 21 diputados se perfila como esenciales decidir quién será el próximo primer ministro danés. Las últimas proyecciones otorgan 83 escaños al bloque de izquierdas o rojo frente a los 71 del bloque de derechas o azul, muy lejos de los 90 que garantizan la mayoría absoluta en un “Folketing” (Parlamento) de 179 escaños. De ahí que en estos comicios también resultarán decisivos, como ya ocurrió en 1998, los cuatros representantes elegidos en los territorios autónomos de Groenlandia e Islas Feroe.

Rasmussen, que ha usado su dilatada experiencia de Gobierno como su principal aval antes los electores, ha evitado hábilmente desvelar si respaldará al “bloque rojo” o al “bloque azul”, aunque no ha ocultado su deseo, como en “Borgen”, de exigir ser primer ministro a cambio de su valioso apoyo.

El ex líder liberal aspira a formar una coalición de Gobierno que rompa la tradicional política de bloques que ha dominado la política danesa. Una voluntad compartida por la socialdemócrata Frederiksen, que al adelantar las eleccionesel pasado 5 de octubre, siete meses antes del final de la actual legislatura, abogó por formar una coalición de Gobierno entre los partidos centristas del futuro Parlamento. “Queremos un Gobierno amplio con partidos en ambos lados del centro político”, declaró entonces la líder socialdemócrata, que consideró que “ha llegado el momento de probar una nueva forma de gobernar Dinamarca”.

Pese a todo, los analistas políticos ven poco probable que Rasmussen, que ya en 2015 propuso una Gran Coalición con los socialdemócratas que no fue apoyada ni por sus colegas liberales, termine apoyando un segundo mandato de Frederiksen.

“Es muy improbable que vaya a haber un Gobierno de concentración, no tiene sentido, casi ningún partido lo apoya. Si hay una mayoría de izquierdas, gobernará Frederiksen; sino, habrá un Gobierno de derechas con liberales, conservadores y otra fuerza”, opina Kasper Møller Hansen, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Copenhague.

Las elecciones del 1 de noviembre, a las que se presentan 14 partidos de los que una docena tiene posibilidades reales de entrar en el nuevo Parlamento, mostrarán una nada despreciable volatilidad en el sistema de partidos. El ultraderechista Partido Popular Danés (DF), que ha influido en el endurecimiento de la política migratoria del país nórdico durante los últimos 20 años, prosigue su declive electoral iniciado en 2019 y podría quedar fuera del Parlamento si no supera el necesario 2% de votos. Igual suerte puede correr Alternativa, un aliado del Gobierno socialdemócrata en minoría durante la última legislatura.

Asimismo, los conservadores que superaban en los sondeos del pasado verano a los liberales como principal partido del bloque de derechas han caído en picado para quedar relegados de nuevo a una posición secundaria.