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El terrorismo golpea a la justicia egipcia con el asesinato del fiscal general
El fiscal general egipcio, Hisham Barakat, murió hoy a causa de las heridas sufridas por la explosión de una bomba al paso de su convoy en el noreste de El Cairo.
El fiscal general de Egipto, Hisham Barakat, azote de los islamistas, murió hoy en un atentado en El Cairo, el más grave perpetrado contra la judicatura egipcia, que se ha convertido en el nuevo blanco de los terroristas.
Una potente bomba, colocada en un vehículo, fue detonada por control remoto al paso del convoy de Barakat en el barrio acomodado de Masr al Gedida, en el noreste de la capital.
El fiscal fue ingresado en estado grave en el Hospital Internacional Al Nozha, donde falleció tras una intervención quirúrgica a causa de una hemorragia interna en los pulmones, informaron a Efe fuentes médicas.
Otras ocho personas, entre ellas dos escoltas de Barakat, resultaron heridas en la explosión, según el Ministerio de Sanidad, que en un principio restó gravedad a lo sucedido indicando que el fiscal solo tenía un hombro dislocado y cortes en el rostro.
Barakat, de 65 años, fue nombrado en julio de 2013, después del golpe militar que derrocó al entonces presidente Mohamed Mursi, y presentó ante la justicia a miles de islamistas.
Su asesinato es el primero de un alto responsable del Estado egipcio en estos dos años de inestabilidad, aunque en septiembre de 2013 otro coche bomba tuvo como blanco el convoy del entonces ministro del Interior, Mohamed Ibrahim, que salió ileso.
El atentado se produce la víspera del segundo aniversario de las protestas que desembocaron en el derrocamiento militar de Mursi y en la posterior persecución policial y judicial contra su grupo, los Hermanos Musulmanes.
El Servicio de Información del Estado (SIS, por sus siglas en inglés) acusó a la cofradía de estar detrás del ataque.
Sin embargo, un portavoz de los Hermanos Musulmanes, Mustafa al Jatib, en declaraciones a Efe a título personal, negó la responsabilidad de la cofradía y culpó a los servicios de inteligencia egipcios de haber "orquestado"todo para "distorsionar la imagen de los islamistas".
El ataque fue reivindicado por un grupo que se autodenomina Movimiento de Resistencia Popular en un comunicado publicado en Facebook, que fue posteriormente retirado.
La autenticidad de esta nota no se pudo verificar y la envergadura del atentado hace dudar de que este movimiento, que hasta ahora solo había perpetrado ataques menores, se encuentre detrás del mismo.
La explosión causó importantes destrozos materiales en una treintena de vehículos, mientras que del coche en el que estaba colocada la bomba solo quedó el motor.
La metralla y las ondas expansivas provocaron además la ruptura de los cristales de muchas casas vecinas y daños en tiendas, según pudo constatar Efe.
Uno de los locales afectados fue la librería de Adel Rageb, que estaba cerrada en el momento de la explosión y cuyo escaparate quedó destrozado.
Rageb explicó a Efe que escuchó el estallido y que al llegar al lugar vio los vehículos ardiendo.
"Son un grupo de bárbaros, gente sin ética que solo busca dañar la imagen internacional de Egipto. Pero estamos a punto de acabar con ellos", subrayó el librero.
Tras el atentado, efectivos de la Defensa Civil y artificieros se desplazaron al lugar para recoger pruebas y peinar la zona ante los temores de que hubiera más explosivos.
El ministro del Interior, Magdi Abdelgafar, visitó la zona y ordenó formar un equipo de investigación para capturar a los culpables y reforzar las medidas de seguridad, según las instrucciones del presidente, Abdelfatah al Sisi.
El mandatario condenó también el atentado en un comunicado en el que tildó a Barakat de "ejemplo de patriotismo y diligencia".
También señaló que los responsables "se enfrentarán rápidamente a la justicia", aunque no acusó a la Hermandad de estar detrás del ataque.
Los atentados terroristas han aumentado en Egipto desde el derrocamiento de Mursi. El blanco de estos ataques han sido principalmente los miembros del Ejército y la Policía, aunque recientemente se han incrementado las amenazas contra el poder judicial.
En marzo pasado, dos personas murieron y nueve resultaron heridas por el estallido de una bomba cerca del Tribunal Supremo de El Cairo, donde tiene su oficina Barakat.
A mediados de mayo, tres jueces fallecieron en un ataque contra el microbús en el que viajaban en la ciudad de Al Arish, en el norte de la península del Sinaí.
Pocos días después, el grupo yihadista egipcio Wilaya Sina (Provincia del Sinaí), que juró lealtad al grupo Estado Islámico (EI), amenazó con vengarse de los jueces que han condenado a muerte a los islamistas, calificando a los magistrados de "tiranos".
Anoche, este grupo publicó un vídeo del citado atentado contra los jueces en Al Arish, en el que se ve un vehículo siguiendo al microbús y cómo los extremistas abren fuego contra los magistrados.
EFE
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