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Unión Europea

Gibraltar ante la vía Hong Kong

Si Bruselas reconoce el Peñón como «colonia» y atiende a las resoluciones de la ONU es posible que el contencioso se solucione de manera parecida a lo que ocurrió con China.

Turistas realizan fotografías en la terraza panorámica situada en la cima del Peñón de Gibraltar
Turistas realizan fotografías en la terraza panorámica situada en la cima del Peñón de Gibraltarlarazon

Si Bruselas reconoce el Peñón como «colonia» y atiende a las resoluciones de la ONU es posible que el contencioso se solucione de manera parecida a lo que ocurrió con China.

El Gobierno de Sánchez parece haber aprendido la lección tras el peligroso fiasco que supuso la inclusión –por sorpresa y a última hora– del ya célebre artículo 184 del Acuerdo de Salida del Brexit, una jugada de la diplomacia británica que dejaba en el aire el estatus del Peñón y perjudicaba gravemente las históricas reivindicaciones de España sobre Gibraltar. En una maniobra saludada ampliamente como un pequeña victoria diplomática, el Gobierno ha logrado que en un documento preparado por la Comisión para prepararse sobre los efectos negativos de un Brexit duro se mencione a Gibraltar como una «colonia» algo impensable durante las décadas en los que Reino Unido ha formado parte del club europeo. Sin embargo, ¿se trata realmente de un logro significativo? ¿Por qué es tan crucial la terminología en este secular contencioso diplomático entre Londres y Madrid?

El ex ministro de Exteriores José Manuel García Margallo se siente en la obligación, preguntado por este diario al respecto, a echarle agua al vino del logro del Gobierno y relativizar lo logrado en Bruselas: «Se trata tan sólo de una nota a pie de página en un documento relativo a pasaportes y visados», subraya. Margallo, que hizo de Gibraltar uno de los focos principales de atención durante su periplo al frente de la diplomacia española, recuerda que este tipo de victorias se deberían haber asegurado durante toda la negociación del acuerdo de salida. «Los irlandeses han conseguido mucho más que nosotros en con su protocolo en relación a Irlanda del norte. Nosotros deberíamos haber hecho lo mismo». Para Margallo se debería haber logrado que en todos los documentos Bruselas se hiciera eco de las resoluciones de Naciones Unidas en las que especifica que Gibraltar es un «territorio no autónomo sujeto a descolonización en el que no se aplica el principio de autodeterminación sino el de integridad territorial». Este es el argumento principal que ha esgrimido España para declarar nulos los referéndums de independencia organizados por los británicos en Gibraltar, el argumento que describe el Peñón no como un «territorio de ultramar» del Reino Unido, sino como una colonia británica que rompe la integridad territorial de España en la misma línea que Honk Kong vulneraba la integridad territorial de China.

«Mi tesis», continúa Margallo, «es que si las el Tribunal de Justicia de la Unión reconoce que Gibraltar no forma parte de Reino Unido y si la propia May reconoce en la carta que pide el divorcio a Bruselas que solo hay una frontera terrestre –la de Irlanda– Gibraltar habría debido quedar completamente fuera de las negociaciones del Brexit. Ahora Europa empieza a reconocer las cosas». Pese a todo, el ex ministro reconoce que se trata de «un paso en la dirección correcta» y que «seguimos muy cerca de recuperar la soberanía». «Lo que tenemos que hacer es decirles claramente a los gibraltareños que dentro es dentro y fuera es fuera. Si aceptan la cosoberanía están dentro. Podemos darles autonomía porque lo permite nuestra Constitución y podemos ‘’hong-kongnizar’’ toda el área para resolver el problema de las desigualdades», concluye.

El autor de «Gibraltar, la hora de la verdad», Erik Martel, es uno de los más destacados expertos en el contencioso del Peñón con los que cuenta nuestro país. Diplomático de carrera, fue Delegado del Ministerio de Asuntos Exteriores para el campo de Gibraltar en una época crucial: desde 1979 a 1984, años en los que produjo la apertura de la Verja y la entrada en la UE. Curtido en el fuego cruzado de mil batallas diplomáticas, ha recibido la noticia de la «victoria» del Ejecutivo de Sánchez entre la satisfacción y el escepticismo: «Me he llevado una alegría. Ha debido ser un despiste de los socialistas», dice medio en broma medio en serio. En cualquier caso recuerda que se trata de un logro que se ha producido en el Consejo y que, por tanto, está pendiente aún de su aprobación en el Parlamento, o sea, que «no hay que soltar las campañas al viento». Para Martel, si la UE persiste en su intención de considerar Gibraltar como una colonia, nos encontraríamos de nuevo en 1969, el «feliz momento» en el que Naciones Unidas reconoció al Peñón como una colonia en la que el principio de autedeterminación no era aplicable, siéndolo sin embargo el de integridad territorial.

Martel cree que el punto a favor de España se explica por la presencia de Borrell al frente del ministerio. «Es inteligente», reconoce para después poner el dedo en la llaga: «Alguien se ha puesto las pilas en el ministerio y les han convencido de que esto es un tema de Estado en el que no se puede cambiar de política».