Testigo directo
La hija de un español atrapado en Gaza: "Llevaba 17 años sin ir a ver a su familia y a los dos días de llegar, la guerra"
Angel Tawfik es uno de los 120 españoles que siguen atascados en la Franja a la espera de un acuerdo que les permita salir por Rafah
Angel Tawfik llevaba 17 años sin visitar Gaza. El destino quiso que el viaje tanto tiempo postergado para ver a su hermana haya coincidido con la guerra desatada por Hamás. Su hija María sigue desde Mérida las noticias pegada a la televisión y desde allí mantiene una conversación telefónica con este periódico: «Mi padre entró en la Franja el cuatro de octubre, dos o tres días antes de que empezara todo. Le recogieron mis primos y lo llevaron al norte, que es donde viven todos. Quería darle una sorpresa a mi tía, que está muy mayor y ha estado ingresada hace poco. Cuando sus padres murieron, ni siquiera pudo ir a enterrarlos».
Angel, de 58 años y pasaporte español, se encontraba al cierre de esta edición en el área del paso de Rafah, al sur de Gaza, esperando noticias del consulado. Como él, varios españoles se han desplazado hasta allí para salir hacia Egipto una vez se confirme el acuerdo con Hamás auspiciado por EE UU para que los extranjeros puedan dejar la zona de guerra. Se calcula que al menos 120 personas de nacionalidad española continúan sobre el terreno.
A primera hora de ayer, María se despertó con el teléfono lleno de mensajes. Varios medios de comunicación daban por hecho el pacto para el corredor humanitario, una posibilidad que se vio truncada a mediodía. «En el Ministerio de Exteriores nos han dicho que mi padre será el primero en saberlo cuando haya confirmación oficial, pero de momento no hay nada. De hecho, el pasado viernes por la noche le llamaron para que se dirigiera al sur y ayer por fin se decidió. Ha dejado a todo el resto de la familia allí, hasta que aguanten».
Israel ha advertido a todos los ciudadanos del norte del ataque inminente para que se dirijan al sur, una salida más teórica o de cara a la galería que realista. «Imagínate, mi tía con más de 80 años caminando ocho horas por la carretera. Los bombardeos no paran en ningún momento ni nadie te asegura que vayas a poder llegar al sur vivo. Además, tienes que hacerlo en las horas en las que se supone que van a tener la frontera abierta. ¿Y a qué van? ¿A quedarse en la calle? Sólo mi primo tiene siete hijos, dos de ellos bebés. No es tan fácil. Ellos han tomado la decisión de quedarse en su casa y rezar», continúa María. En las ocasiones en las que puede hablar con su padre, cuenta que se escuchan los bombardeos por detrás, aunque ahora en el sur es otra cosa. «La casa de al lado de mi tía la destruyó una bomba y ella ha acogido a todos los vecinos que se quedaban en la calle. Podía haber sido su casa».
Angel Tawfik, comercial de carrera y padre de cuatro hijos, llegó a nuestro país de joven a buscarse la vida y acabó estudiando aquí y casándose con una española con la que formó una familia. «Aunque esto esté así ahora, el conflicto lleva muchos años. Nunca ha sido fácil ir para allá, nosotros éramos más chicos y mi padre hasta ahora no se había decidido. Y cuando se decide mira lo que ha pasado», cuenta María. De pequeña ella visitó la Franja y aún guarda muchos recuerdos.
Tentativas fallidas
Las tentativas fallidas de acuerdo van minando el ánimo de Angel. «Noticias hay muchas, también muchos bulos. Noto que mi padre está con menos esperanza y tiene que estar agotado por las noches sin dormir que lleva, que es cuando más bombardean». A María no se le escapa la mezcla de emociones que debe de tener su padre, gazatí de nacimiento y con un pasaporte español que le puede salvar la vida mientras sus parientes se quedan atrás: «Claro, es muy duro. Separarse de su hermana ha debido de ser terrible. Él siempre ha estado muy pendiente del conflicto a través de los medios, pero no es lo mismo que vivirlo allí. Y ahora ha tenido que decirle a su familia que se quedan allí y que él se puede ir. Todos le han dicho que lo haga, que lo intente». «Yo me enteré de lo que estaba ocurriendo por él a través de una vídeo llamada. No sabía nada y me dice de pronto que Israel ha declarado la guerra. Pongo la tele y veo lo que ha hecho Hamás, que no tiene perdón, e imagino lo que viene. Le escribo rápidamente. Su primera postura fue aguantar a ver qué pasaba. En este conflicto ha habido tantas escaladas... Lo mismo era algo de dos o tres días. Pronto nos pidió ayuda porque no era como otras veces», concluye.
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