Estados Unidos ha limitado estrictamente las ventas de los Tomahawk, el principal misil de crucero del ejército estadounidense, a aliados y socios cercanos. Pero en el caso de Japón parece que no será un impedimento. El ministro nipón de Defensa, Yasukazu Hamada, ha anunciado este martes que Japón planea comprar a Washington en el transcurso del próximo su año fiscal todos los misiles de crucero Tomahawk con los que busca implementar su nueva estrategia militar. Adquirir estas armas estadounidenses, que tienen un alcance de 1.600 kilómetros, permitiría a Tokio asegurar una capacidad de contraataque más rápidamente para intimidar a China, convertido en la mayor amenaza para Tokio desde la Segunda Guerra Mundial.
Hamada no ofreció detalles sobre el volumen exacto de misiles, pero la cantidad rondaría las 500 unidades, según filtraciones gubernamentales a los medios locales, que el archipiélago buscaría adquirir en su totalidad a partir de abril y durante el año que se prolonga hasta el 31 de marzo de 2024, el año fiscal nipón.
“La idea básica (detrás de adquirir una capacidad de contraataque) es mejorar la disuasión y reducir aún más la posibilidad de ataques con misiles”, dijo en noviembre el primer ministro Fumio Kishida.
Más allá de las pruebas de los misiles norcoreanos que pasan cerca de Japó, en Tokio preocupa, sobre todo, la posibilidad de una aventura militar por parte de Pekín cerca de Taiwán y las Islas Senkaku, controladas por Japón y reclamadas por China.
Por qué comprar todo en un año
Estaba inicialmente previsto que las adquisiciones se realizaran durante varios años, pero según reveló este martes Hamada el plan sería ahora adquirir "toda la cantidad requerida" en la fiscalidad que arranca en abril, aunque no explicó las razones del cambio, según la comparecencia recogida por la agencia de noticias Kyodo.
El Gobierno japonés buscaría acelerar así la implementación de su nueva estrategia de seguridad, que busca mejorar su poder disuasorio mediante la adquisición de "capacidades de contraataque".
Las autoridades japonesas se refieren así a un potencial ataque preventivo, alegando el actual contexto geopolítico, con la creciente influencia y de las actividades militares de China en la región, incluido su hostigamiento a Taiwán, próximo islas del sudoeste japonés, y al desarrollo armamentístico de Corea del Norte.
China posee alrededor de 300 misiles de crucero terrestres y más de 1.000 misiles balísticos que podrían atacar a Japón, según el Pentágono. Los analistas creen que esas armas podrían emplearse contra las fuerzas estadounidenses y japonesas en caso de cualquier ataque contra el autogobierno de Taiwán.
En los documentos aprobados a final de 2022 por el Gobierno nipón, que marcan su mayor giro hacia el rearme desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se señala que los misiles Tomahawk, con un alcance de unos 1.600 kilómetros (lo que llegaría a las costas de China) respaldarían las capacidades disuasorias del país hasta que Japón sea capaz de desplegar proyectiles de fabricación nacional.
Para lograrlo, el país planea ampliar el alcance de los misiles guiados de superficie a barco Tipo 12 de las Fuerzas Terrestres de Autodefensa, pero todavía queda camino por recorrer al respecto.
No se espera que los misiles de desarrollo japonés se desplieguen al menos hasta 2026, con lo que el Gobierno nipón está explorando cómo acelerar sus capacidades disuasorias en el cada vez más preocupante entorno de seguridad y recurrir a los misiles Tomahawk sería una de sus apuestas, según fuentes gubernamentales.