Reino Unido

Johnson, el periodista favorito de Thatcher

Sus crónicas de Bruselas ahondaron el antieuropeísmo entre los conservadores.

Él mismo reconocía que sus artículos eran «en parte o totalmente falsos»
Él mismo reconocía que sus artículos eran «en parte o totalmente falsos»larazon

Sus crónicas de Bruselas ahondaron el antieuropeísmo entre los conservadores.

Era el corresponsal favorito de Margaret Thatcher. Sus crónicas irreverentes criticando la burocracia de la UE le habían convertido en todo un personaje. Las ruedas de prensa no comenzaban hasta que él no llegaba a la sala con su particular cabellera albina totalmente en caos. Él mismo reconocía que sus artículos eran «en parte o totalmente falsos» y presumía de cómo uno de sus titulares –«El plan Delors [en referencia al entonces presidente de la Comisión Europea] para gobernar Europa»– llevó a los votantes daneses a decir «no» al Tratado de Maastricht en junio de 1992.

En cualquier caso, en sus últimos años cubriendo para «The Telegraph» – cabecera para los «tories» – el día a día de Bruselas, terminó como una caricatura de sí mismo, sin ningún tipo de credibilidad y bautizado como «el bufón» por el resto de sus colegas. Han pasado casi tres décadas de aquello y el periodista volverá a cruzar el Canal de la Mancha para intentar negociar el Brexit convertido ahora en el próximo primer ministro británico.

Boris Johnson cumple al final su ansiado sueño de mudarse a Downing Street. Y entra como un huracán porque, aparte de sus descabelladas propuestas políticas, su caótica vida personal choca con la proverbial etiqueta británica. El día en el que contrajo matrimonio con su primera esposa, Allegra Mostyn Owen – de la que dicen era «la mujer más bella de Oxford» – tuvo que pedir los pantalones y los gemelos prestados a un amigo, perdió su anillo en el convite, citó de manera incorrecta a un autor durante su discurso y se peleó con uno de los invitados. «La boda fue el principio del fin», confesó ella.

El «tory» se casó luego con la abogada Marina Wheeler, madre de sus cuatro hijos. Es padre de al menos otro niño que tuvo con una de sus amantes, con la que protagonizó una larga batalla legal, y hay varios rumores sobre más supuestas paternidades, que a día de hoy no reconoce.

Dejó a su segunda mujer por Carrie Symonds, una joven 24 años menor que él, con la que la que acaba de celebrar su primer aniversario. Aunque no se espera que haya una foto de ambos posando juntos hoy ante la puerta de Downing Street, será el primer ministro de la historia de Reino Unido que entra en la residencia oficial con novia.

Su nido de amor

Él siempre se ha negado a hablar de sus asuntos personales. Y sus seguidores se lo aplauden. Ahora bien, una cosa es que un político rehúse a dar explicaciones sobre con quien se acuesta y se levanta, y otra muy distinta que no quiera responder por qué tira del erario público para amueblar su nuevo hogar. Sobre todo teniendo en cuenta que en el último año ha ganado más de 830.000 libras y que se acaba de comprar un nidito de amor con su pareja de 1,3 millones de libras al suroeste de Londres. Según «The Mail On Sunday», quiere que los contribuyentes financien su nuevo mobiliario porque asegura que su segunda esposa – con la que está en trámites de divorcio – se ha quedado con todos sus enseres.

Por cierto, volviendo a su época como corresponsal en Bruselas, aunque Thatcher adoraba sus artículos, el sucesor de la Dama de Hierro, John Major, los detestaba. Muchos en el Partido Conservador aseguran que los textos exacerbaron las tensiones entre las facciones «tories» euroescépticas y proeuropeas y contribuyeron a la derrota de la formación en las elecciones de 1997.

Como resultado, Johnson se ganó la enemistad de muchos miembros del partido. Es más, no son pocos los que consideran que sus reportajes fueron clave para el surgimiento a principios de los noventa del UKIP, liderado entonces por un desconocido Nigel Farage. El resto es historia.