OTAN

La OTAN rechaza a diez diplomáticos rusos

Stoltenberg defiende la firmeza ante Moscú porque «infravalora la capacidad aliada de respuesta»

Vladimir Putin visita el sitio conmemoratitvo improvisado para las víctimas del incendido que calcinó el lunes un centro comercial de Kemerovo (Siberia)
Vladimir Putin visita el sitio conmemoratitvo improvisado para las víctimas del incendido que calcinó el lunes un centro comercial de Kemerovo (Siberia)larazon

Stoltenberg defiende la firmeza ante Moscú porque «infravalora la capacidad aliada de respuesta».

La OTAN decidió ayer sumarse a la presión contra Rusia y expulsar a diez diplomáticos (tres de ellos todavía no habían recibido el plácet por parte de la Alianza). De esta manera, la delegación rusa tan sólo contará a partir de ahora con un máximo de 20 miembros frente a los 30 estipulados. Hasta ahora, si bien la Alianza había condenado con dureza el ataque a un ex espía ruso con veneno en suelo británico, no había puesto en marcha ninguna acción en concreto. Con el paso dado ayer, la organización militar se une a EE UU y a la veintena de países europeos (entre ellos España) que en las últimas horas han anunciado la expulsión de sus diplomáticos y que podría aumentar en las próximas horas. Irlanda fue ayer el último Estado en anunciar una medida de este tipo, después de que el Ejecutivo belga retirase la acreditación a un representante ruso y el lunes el presidente permanente del Consejo, Donald Tusk, dejara la puerta abierta a una acción coordinada en los próximos días. Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE acordaron la semana pasada en la cumbre celebrada en Bruselas llamar a consultas al embajador ruso ante la UE, aunque todavía no se ha dictado ninguna expulsión.

El secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, compareció ayer brevemente ante la prensa para dejar claro que el comportamiento ruso es «inaceptable y peligroso» y no puede quedar impune. Tras la anexión ilegal por parte de Moscú de la península de Crimea en 2014, la OTAN prohibió a la delegación rusa disponer de dependencias en su sede y tan sólo el embajador y sus tres más estrechos ayudantes pueden moverse por el edificio sin ser escoltados.

Stoltenberg reprochó a Moscú estar infravalorando la capacidad de respuesta de los aliados y recordó el resto de episodios que han jalonado la mala relación entre la Alianza y Moscú desde 2014: el despliegue de tropas en las zonas fronterizas, los ciberataques y las amenazas híbridas. Precisamente, la expulsión de diplomáticos rusos responde también a la sospecha de movimientos de contravigilancia.

Pero como casi siempre en las relaciones internacionales, las amenazas llevan aparejadas intentos de diálogo. La OTAN sigue pidiendo al Kremlin que recapacite, aunque sus respuestas dejen poco margen a la esperanza. La «premier» británica, Theresa May, aprovechó el último encuentro al máximo nivel comunitario para intentar convencer a sus todavía socios de la necesidad de estrechar el cerco contra Rusia y mantuvo una reunión con Angela Merkel y Emmanuel Macron al margen del Consejo. Aunque las conclusiones de la cumbre dejaron entrever la habitual ambivalencia europea, parece que poco a poco Downing Street está logrando una respuesta más contundente tanto por parte de la Alianza como de las cancillerías comunitarias.

Desde la guerra de Crimea, tres bandos más o menos claros han emergido respecto a Moscú: Reino Unido y las repúblicas bálticas han llevado siempre la voz cantante sobre a la mano dura contra el Kremlin. Un segundo bando liderado por Alemania y los países de Europa Central han abanderado un cierto pragmatismo que mide mucho sus pasos a la hora de optar por los castigos debido a su dependencia energética respecto a Moscú (aquí también se encontraría España) y otro tercero que ha puesto palos en las ruedas a la hora de subir el tono. En este tercer listado se encontraría Italia, que ha boicoteado los intentos de extender las sanciones debido a su apoyo a Bachar Al Assad en Siria y otros países como Grecia y Chipre con conexiones claras con Moscú. Estos Estados precisamente pidieron que en el último texto de conclusiones de la cumbre no se culpara de manera directa a Rusia por el envenenamiento del espía, sino que se optara por la expresión más ambigua de «altamente probable». En una muestra de división de las propias instituciones europeas, el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, felicitó a Putin por el resultado de las elecciones, mientras que Tusk declinó hacerlo.

En medio de su divorcio europeo la diplomacia británica ha conseguido marcarse un tanto con estas expulsiones en cascada, pero los pasos siguen estando marcados por la prudencia y la necesidad de poner de acuerdo intereses diversos.