Alemania
La ultraderecha alemana se consolida como segunda fuerza
Un año después de las elecciones germanas, los partidos tradicionales caen a su peor resultado
Un año después de las elecciones germanas, los partidos tradicionales caen a su peor resultado.
Cuando está a punto de cumplirse el primer aniversario de las elecciones alemanas en las que el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) fue alzado como el «otro» gran vencedor de los comicios al lograr el 12,6% de lo votos, dicha formación, lejos de desinflarse, sigue subiendo y se sitúa en el 18% en intención de voto, según una encuesta del instituto Infratest Dimap.
Un año después, la CDU de Angela Merkel y su socio bávaro –CSU– se mantendrían como primera fuerza de celebrarse hoy las elecciones, con un 28%, el nivel más bajo para el bloque desde 1997. El SPD, tradicional alternativa a la CDU, caería hasta el 17%, más de tres puntos menos de los obtenidos hace un año.
Las tres formaciones tradicionales descenderían a los peores niveles de popularidad de su historia y si mañana hubiera elecciones no alcanzarían juntas la mayoría necesaria para gobernar, mientras que la ultraderecha sería la segunda fuerza.
Varios factores están detrás de los buenos resultados de AfD. El más reciente es la polémica sustitución del ex jefe de los servicios secretos alemanes que evidenció la falta de sintonía de la gran coalición de cristianodemócratas, socialcristianos bávaros y socialdemócratas que dirige la canciller Angela Merkel.
Se trata de una situación paradójica ya que la economía de Alemania es buena, lo que se refleja en una continua reducción del paro. Con las cifras en la mano, a los alemanes nunca les había ido tan bien hasta que llegó Merkel. Sin embargo, el tema de la migración se ha convertido en el centro de la discusión política y la AfD saca partido de ello. Su último cartucho: la caza al extranjero a raíz de las protestas en Chemnitz después de que una discusión entre diez extranjeros terminase con la muerte de un alemán.
Además, el Gobierno ofrece permanentemente debilidades debido a sus diferencias internas que hacen que la coalición penda siempre de un hilo. La principal, la apertura de fronteras de 2015 que persigue a Merkel desde entonces y que abrió una brecha entre ella y su actual ministro de Interior, Horst Seehofer, que no se selló pese a su nombramiento como ministro de Interior.
Con este panorama, crecen los nervios a un mes de las elecciones legislativas en Baviera, que podría suponer el desembarco en el Parlamento regional de Alternativa para Alemania.
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