Irán
Las iraníes dan la cara
Cada vez más mujeres en Irán se rebelan contra la obligación de llevar velo. Su protesta propició la detención de 29 activistas
Cada vez más mujeres en Irán se rebelan contra la obligación de llevar velo. Su protesta propició la detención de 29 activistas.
Los ciudadanos iraníes han regresado a las calles para volver a protestar contra la pobreza, el desempleo y la corrupción. La escena se repite y la información vuelve a ser escasa y confusa. Tal y como anticiparon analistas locales e internacionales, el movimiento que partió hace dos meses desde las clases menos pudientes, aquellas que también constituyen la base política de la República Islámica, vuelve a manifestarse con consignas que apuntan tanto al líder supremo Ali Jamenei, como al presidente reformista Hasan Rohani.
Las facciones reformista y conservadora dentro de la República Islámica tienen sus diferencias, pero lo que las une es más fuerte que lo que las separa. A los ojos de los ciudadanos iraníes, todos ellos están involucrados en la corrupción, se amparan en un sistema judicial que amputa las manos a ladronzuelos aficionados, pero jamás investiga las denuncias de malversación de dineros del pueblo. Los ayatolás, reformistas y conservadores, viven en el lujo y avalan la inverosímil inversión iraní en Siria, Yemen y la organización Hezbola, entre otras. Mientras tanto, la gente padece y aumenta la sensación de hartazgo.
Si bien con diferentes matices, conservadores y reformistas creen en el islam político y en un sistema teocrático. Los jóvenes que vuelven ahora a las calles de Isfahan, Sanandaj y Zarin Shahr y se enfrentan a los medios antidisturbios de los agentes de seguridad exigen que se respeten sus derechos civiles y humanos. Quieren un cambio drástico, y lo quieren ya.
En medio de este panorama sombrío y poco esperanzador se destacan las mujeres. Kate Barth, directora del Departamento Legal de la Asociación Freedom Now, una organización dedicada a brindar apoyo a presos de conciencia, explicó en diálogo con LA RAZÓN que «la situación de las mujeres en Irán, y en particular de las defensoras de los derechos humanos, es extremadamente difícil».
De acuerdo con Barth, «las mujeres son perseguidas de dos maneras diferentes. En primer lugar, por sus propios actos, por ser activistas en favor de los derechos humanos, que hacen públicas sus posturas. Pero las mujeres son utilizadas también como instrumento para apuntar contra activistas de sus familias, como medio de presión».
A modo de ejemplo, la representante de Freedom Now menciona a la escritora Golrokh Iraee, quien se encuentra en prisión. Golrokh fue arrestada para presionar a su marido, el destacado activista Arash Sadeghi. La detención se hizo debido a que escribió una historia de ficción –que nunca publicó– en la cual la heroína quemaba un ejemplar del Corán. «Esto se inscribe en la situación generalizada de ausencia de garantías constitucionales, falta de justicia y, principalmente, de persecución religiosa», explica Kate Barth.
En este sentido, los medios de comunicación y en especial las redes sociales informaron días atrás de la detención de 29 mujeres –según los datos oficiales– que se quitaron el pañuelo con el que la ley islámica que rige en Irán les exige que cubran sus cabezas. Las mujeres que muestran su cabello en público pueden ser encarceladas por hasta dos meses o multadas.
En los últimos tiempos, la policía que vigila para que esta ley se cumpla ha bajado la guardia, así que es frecuente que las mujeres iraníes dejen ver parte de su cabello, aunque siempre con un pañuelo.
La tendencia cobró impulso después de que circularan en internet videos e imágenes de una mujer que ondeaba un pañuelo blanco en un bastón en diciembre, un día antes de que estallaran las manifestaciones contra las condiciones económicas en el este de Irán.
La primera arrestada fue Vida Movahed, la joven de 31 años de edad que, subida a un pilar en plena calle se quitó su hiyab y lo hizo quemar. Vida estuvo detenida y tiempo después fue liberada, y ahora son sus compañeras quienes pagan el alto precio de haberse enfrentado a la policía moral del régimen de Teherán. Las autoridades informaron que estas mujeres fueron «instigadas desde afuera del país a través de canales satélites».
«29 de ellas fueron engañadas para quitarse el hiyab y por ello fueron arrestadas», explica el informe de la agencia Tasnim, ligada a la Guardia Revolucionaria. Para la activista iraní Neda Shahidyazdani, estas mujeres están bien lejos de haber sido manipuladas, y saben muy bien lo que quieren. «Creo que las mujeres en Irán están tratando con máxima firmeza tener su propia voz, y hay una gran oposición contra esto», asegura en declaraciones a LA RAZÓN desde la sede de Naciones Unidas en Nueva York.
«Es probable que esta actitud de las mujeres que desafían la ley y a las fuerzas de represión al quitarse su hiyab sea un síntoma de muchas otras cosas que están sucediendo en la sociedad iraní, pero sobre todo la lucha por el derecho a decidir y tener el control de qué quieren hacer con sus vidas. Uno de los componentes es el derecho a elegir si cubrirse la cabeza o no, o si desean ir a un estadio como hacen los hombres, el derecho a participar», agrega.
«Una de las cosas que realmente admiro es la persistencia en tratar de que las voces de las mujeres sean escuchadas más allá de los límites de Irán, y mucho más allá de lo que las autoridades quisieran. Esto no es algo nuevo, es la amplificación de lo que ha sido la lucha por los derechos de las mujeres durante muchos años, y las mujeres de mi generación lo sabemos».
Para Neda Shahidyazdani, «compartir este mensaje y explicarle al mundo entero lo que está sucediendo en Irán es una forma de ayudar. Hoy en día, en la era de las redes sociales, el hecho de hacer oír las voces de estas mujeres en el mundo entero es una forma de protegerlas. Cuanta más atención reciben, más protección tienen».
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