La amenaza yihadista
Las secuelas de las pautas yihadistas
A la hora de cerrar esta edición, la Policía alemana investigaba si lo ocurrido en Münster era un atentado o la obra de un demente que, sin duda, actuaba por un móvil de imitación. Sea como fuere, la amenaza yihadista está ahí. El Estado Islámico, el Daesh, ha lanzado varias proclamas, la mayoría de ellas a través de Telegram, para que sus «actores solitarios» cometan acciones criminales en Francia, España y Alemania, y otros países. En ellas, siguiendo la «doctrina» del desaparecido Abu Mohammed Adnani, que fuera Jefe «militar» de la banda, de atacar a los «infieles» con lo que se tenga a mano: un coche, camión o furgonetas; armas de fuego; cuchillos; piedras; explosivos, etcétera. En las últimas instrucciones enviadas a los «actores (mal llamados lobos solitarios»), les indican que provoquen accidentes de tráfico con el mayor número de víctimas. Cabe imaginar el desastre que puede causar un camión o furgoneta cargada con peso en una autopista o carretera muy frecuentada.
Los cabecillas yihadistas han optado por enviar instrucciones muy simples, sin detalles técnicos u operataivos (no hacen falta para este tipo de atentados) en los que tratan de convencer a los actores de la yihad solitaria que, siendo el número de muertos y heridos importante, lo relevante es causar el terror entre la población, la sensación de que en cualquier momento pueden ser objeto de un atentado y que ya nunca se podrán sentirse seguros. Para ello, la banda, desde comienzos de año, ha intensificado los llamamientos para que se cometan atentados en Europa. Uno de ellos, tal y como adelantó LA RAZÓN, estaba dedicado a España y se reproducía en el cartel la imagen de la Sagrada Familia de Barcelona. Las amenazas, como lo demuestra el atentado de hace unas semanas en Francia, no se pueden tomar como simples bravatas para animar a sus desanimados y desorientados militantes por las pérdidas militares en Siria e Irak. Se trata de una estrategia perfectamente organizada para la que cuentan con suficientes terroristas. Según fuentes de Interpol, el número de yihadistas que en un determinado momento podrían actuar en Europa es de 30.000. Expertos consultados por este periódico consideran un error tratar el problema como si de elementos solitarios, autónomos, autosuficientes y con capacidad decisoria propia. Los «solitarios» no están tan aislados como se pretende hacer creer y operan bajo el mandato de un coordinador, que podría estar en Francia o Turquía, y siempre bajo las órdenes de la «dirección de operaciones en el exterior», que los expertos sitúan ahora en Afganistán.
El Daesh no ha tenido más remedio que echar mano de esta estrategia, barata, fácil de conducir desde la distancia y con unos efectos publicitarios demoledores. Los terroristas, como ha quedado demostrado en algunos ataques habidos en Europa, actúan bajo las órdenes del citado coordinador que ha llegado a darles instrucciones hasta minutos antes de atentar. Esta importante evidencia está recogida en las diligencias judiciales abiertas por dichos atentados. No se trata de conjeturas, es una realidad que ha llegado a los tribunales. La consigna es que nadie viaje a Siria o Irak, porque allí se bastan con los «combatientes» que tienen (se supone que para administrar la derrota) y el consejo es que el que esté dispuesto a atacar a los «infieles» lo haga en sus zonas de residencia, donde, en principio, no levantan sospechas. A esta amenaza, según Interpol, hay que añadir la de los «combatientes» extranjeros que tratan de volver a sus países de origen sin ser detenidos. Se trata de individuos que saben manejar todo tipo de armas y confeccionar explosivos de gran potencia con materiales que se pueden comprar en el mercado abierto. Saben cómo adiestrar grupos tipo «célula» con los atacar varios objetivos a la vez.
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