Reino Unido
Londres admite desconocer los efectos económicos del Brexit
May no avanza con los unionistas en una solución a la frontera irlandesa
May no avanza con los unionistas en una solución a la frontera irlandesa.
El tiempo avanza y Theresa May sigue sin conseguir progresos en casa para poder presentar a Bruselas un acuerdo que permita entrar en la segunda fase de las negociaciones del Brexit en la cumbre europea clave del próximo 14 y 15 de diciembre. La premier mantuvo ayer el primer contacto con Arlene Foster, líder del DUP, desde que el lunes la formación norirlandesa le forzara a dar marcha atrás en el último momento en el pacto que prácticamente había cerrado con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, respecto a la frontera de Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
Junto con la factura del divorcio y los derechos de los ciudadanos, ésta es la cuestión que tiene que estar solucionada si se quiere pasar a hablar de relaciones comerciales entre Londres y los Veintisiete. Sin embargo, Foster considera que “aún hay mucho que discutir” y parece que no tiene prisa en viajar a Downing Street para reunirse en persona con May, por lo que se antoja complejo que haya algún tipo de avance antes del fin de semana como Bruselas había previsto.
Sin el visto bueno del DUP, May está atada de pies y manos porque, tras perder la mayoría absoluta en junio, su supervivencia política y gobierno en minoría dependen del respaldo de los 10 diputados norirlandeses.
Por otra parte, la líder tory también mantuvo ayer una conversación telefónica con el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, en la que, de acuerdo con un portavoz del Número 10, se habló de encontrar una solución “a las circunstancias únicas que existen en Irlanda del Norte” para que se respete la integridad del Reino Unido, la Unión Europea, así como el Acuerdo de Viernes Santo, con el que se puso fin a las décadas de conflicto en la isla. Tanto Dublín como Londres insisten en que no se quiere aplicar una frontera dura que ponga en peligro la paz. Sin embargo, las tensiones son cada vez mayores.
Según el diario Irish Independent, con el objetivo de avanzar en las negociaciones del Brexit, el Gobierno irlandés estaría dispuesto a hacer concesiones respecto a su posición sobre la frontera, aceptando la inclusión de unas palabras que "clarifiquen"el estatus que tendrá la provincia británica cuando el Reino Unido abandone el bloque. Pero los progresos se antojan complicados y el propio Varadkar reconocía ayer que quizá no haya acuerdo hasta comienzos del año que viene.
La debilidad de May es más evidente que nunca. Durante su comparecencia semanal ayer en la Cámara de los Comunes insistió en que se habían realizado avances, lo que provocó la carcajada de la oposición.
Por si el bochorno no fuera suficiente, el ministro del Brexit, David Davis, empeoró aún más la situación al admitir que el Gobierno no había realizado una evaluación formal sobre el impacto que la salida del bloque tendrá en la economía del país.
En una comparecencia ante el comité del Brexit de la Cámara de los Comunes, Davis dijo que "no hay una evaluación sistemática del impacto", aunque el Gobierno ha elaborado "análisis por sectores", pero no un "pronóstico"sobre lo que pueda ocurrir una vez que el Reino Unido se retire del bloque europeo en marzo de 2019.
El presidente de ese comité, el laborista Hilary Benn, le preguntó si el Gobierno había ordenado una evaluación profunda sobre el impacto del divorcio en los distintos sectores de la economía, entre ellos el del motor, el aeroespacial y el financiero. "Creo que la respuesta será no en todos ellos", contestó el ministro del Brexit, responsable de negociar con Bruselas los términos de la desconexión británica de la UE.
Davis agregó que se harán estudios una vez que el Reino Unido pase a la segunda fase de las negociaciones. En concreto, el ministro explicó que los estudios se centrarán en aspectos como un eventual acuerdo comercial con la UE o si el país se regirá por la Organización Internacional del Comercio (OIC).
Cuando llegó el turno al ministro del Tesoro, Philip Hammond, el panorama no mejoró. En declaraciones al comité, el Chancellor reconoció que, tras 18 meses del triunfo del Brexit, el gabinete del Ejecutivo aún no había acordado un plan respecto a cómo afrontar el histórico divorcio.
El caos aparente que reina en el Número 10 comienza a agotar la paciencia de los interlocutores de Bruselas. Con todo, saben que no pueden presionar mucho más a May porque se quiere evitar a toda costa tanto su dimisión como unas elecciones anticipadas en el Reino Unido. Tener un nuevo líder tory que fuera euroescéptico o al laborista Jeremy Corbyn convertido en premier no haría otra cosa que dificultar aún más las conversaciones.
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