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Los 30 correos de la matanza de Nuava Zelanda

La primera ministra neozelandesa leyó parte del manifiesto supremacista poco antes del atentado.

Familiares y amigos de una de las víctimas de la mezquita de Christchurch (Nueva Zelanda) se abrazan en un centro de acogida
Familiares y amigos de una de las víctimas de la mezquita de Christchurch (Nueva Zelanda) se abrazan en un centro de acogidalarazon

La primera ministra neozelandesa leyó parte del manifiesto supremacista poco antes del atentado.

La población de Nueva Zelanda continúa de luto tras la peor masacre de su historia y la cifra de víctimas mortales ya asciende de 49 a 50 fallecidos. Otro cuerpo sin vida no contabilizado inicialmente fue localizado en Al Noor, la primera de las dos mezquitas en las que Brenton Tarrant desplegó toda su ira supremacista. Aunque el nuevo cadáver apareció el sábado, la confirmación del hallazgo no salió a la luz hasta la comparecencia ante los medios de comunicación del máximo responsable de la Policía, Mike Bush. En ella también indicó que el número de heridos que permanecen hospitalizados es de 34, de los cuáles doce permanecen en estado crítico, incluida una niña de cuatro años de edad.

Mientras el baile de cifras sigue cuantificando la magnitud del ataque terrorista, poco a poco se van conociendo nuevos detalles sobre el «modus operandi» de Tarrant. El único imputado por el atentado envió nueve minutos antes del tiroteo un total de 30 correos electrónicos con el manifiesto de 74 páginas adjunto en el que dejaba clara su tendencia extremista y sus ansias de venganza contra los musulmanes. Entre los que recibieron su e-mail se encontraba la oficina de la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, la del líder de la oposición, Simon Bridges, la del presidente de la Cámara, la mesa del Parlamento y varios medios de comunicación. La cadena burocrática impidió que el correo llegara a tiempo a la Policía. Algo que, según confirmó Bush, no hubiera cambiado el rumbo de los acontecimientos.

La máxima mandataria del país reconoció ayer que había leído algunas partes del manifiesto antes de la masacre y que, dos minutos después de la recepción del correo electrónico, su oficina cumplió con el protocolo y lo reenvió al Departamento de Seguridad parlamentaria. Cuando la Policía recibió el mensaje, Tarrant ya había ejecutado su plan contra las dos mezquitas. «Les puedo asegurar que aparecimos en la escena a los seis minutos de recibir la primera llamada. A los diez minutos ya se habían personado las fuerzas especiales y 36 minutos después ya teníamos al principal sospechoso bajo custodia», argumentó Bush.

La primera ministra insistió en que aquel correo electrónico no llegó con tiempo suficiente para actuar y tampoco contenía la información necesaria para haber evitado el atentado. «Por supuesto que lo que hubiéramos hecho. Quiero asegurar que si se hubieran proporcionado los detalles necesarios se habría actuado inmediatamente. Desafortunadamente, esos detalles no se encontraban en el correo electrónico», aseveró Ardern.

El envío del manifiesto a falta de nueve minutos de los disparos es otro indicativo de que cada paso que Tarrant dio tenía un sentido estratégico. Tanto es así que usó técnicas de radicalización en la redes sociales idénticas a las utilizadas por el Estado Islámico a la hora de influir y reclutar a «lobos solitarios». Según Benjamin Decker, experto en radicalización online en Harvard Kennedy School de Boston, tanto el terrorista de Christchurch como los reclutadores de Siria usaron cebos a través de las redes con el fin de manipular a los medios para que difundieran contenidos relacionados con su cultura del odio. El experto se refiere a la publicación del manifiesto en redes sociales 30 minutos antes del ataque. Además, tal y como sucede con el EI, su escrito usó simbolismo y un lenguaje codificado para retratar una interpretación histórica victimista con el fin de sensibilizar a otros radicales que piensan como él. El vídeo en «streaming» del ataque tenía a su vez un claro objetivo inspirador y, por ende, reclutador.

«Aunque frecuentaba plataformas de redes sociales de extrema derecha, su estrategia se parece a las propias de ISIS», explicó Decker. «Lo primero que pensé es que fue la respuesta de los nacionalistas blancos, ya que él creó áreas de búsqueda para que los lectores de su contenido leyeran más allá», prosiguió el experto en radicalización. El manifiesto de Tarrant también contiene preguntas y respuestas, una técnica que también usó el EI cuando realizó un perfil sobre uno de los atacantes de Bruselas en 2016.