Indonesia

Los musulmanes asiáticos, la vacuna contra el EI

Indonesia congrega a más de 200 millones de seguidores del islam, pero sólo 700 se han unido al Estado Islámico en Siria. Varios expertos analizan para LA RAZÓN el por qué del rechazo a Bagdadi

Una mujer sostiene una pancarta en la que se puede leer «no tenemos miedo» en el lugar donde se produjo el ataque donde murieron siete personas el pasado jueves en Yakarta
Una mujer sostiene una pancarta en la que se puede leer «no tenemos miedo» en el lugar donde se produjo el ataque donde murieron siete personas el pasado jueves en Yakartalarazon

Indonesia congrega a más de 200 millones de seguidores del islam, pero sólo 700 se han unido al Estado Islámico en Siria. Varios expertos analizan para LA RAZÓN el por qué del rechazo a Bagdadi

Indonesia, país en el que tuvo lugar el último ataque del Estado Islámico el pasado jueves, congrega a la mayor comunidad musulmana del mundo, alrededor de 200 millones. Sin embargo, tanto este país del sureste asiático como sus vecinos de Malasia o Filipinas no han sucumbido a la propaganda de la organización terrorista de Abu Bakr al Bagdadi. Tan sólo 700 indonesios (de población de más de 249 millones de habitantes) han viajado a Siria o Irak para unirse a las filas del EI, al igual que un centenar de malasios. Cifras insignificantes en comparación a los más de 6.000 tunecinos, los casi 3.000 saudíes o los 5.000 occidentales. Esto no conduce a que en estos territorios no se hayan producido numerosos ataques yihadistas como se ha visto a lo largo de la historia. Sin embargo, al Estado Islámico le está costando echar raíces entre los seguidores de islam en estos territorios. ¿A qué responde esta actitud? ¿Qué diferencia a los musulmanes asiáticos de los árabes? “Sería una respuesta sencilla apuntar a factores culturales. Varios expertos argumentan que la interpretación del islam en Indonesia o Malasia es más abierta como consecuencia de sus orígenes. Aquí, esta religión llegó principalmente a través de los comerciantes a principios del siglo XVI y no mediante guerrilleros como sí ocurre en el núcleo duro del islam. Incluso se podría decirse que también ha favorecido esta tendencia el codearse con otras regiones del surestes asiático”, explica a LA RAZÓN James Gelvin, profesor de la Universidad de UCLA experto en terrorismo. “Sin embargo, ¿cómo se explicaría entonces el elevado número de chechenos que se han unido al EI? Chechenia ha estado en guerra con Rusia desde los años 1990 y hay un gran número de los chechenos que saben luchar,identificar cuál su guerra y los medios para llevarla a cabo contra los rusos. Esto explicaría por qué los chechenos se suman al EI (con el objetivo de dañar a Rusia) de mejor manera que hablar del “Islam checheno”, analiza el experto.

Acto de desesperación

Otro aspecto a tener en cuenta, especialmente en Indonesia, es la presencia de organizaciones musulmanas que defienden una versión moderada del islam y que tienen un fuerte respaldo. Tal es el caso de Nahdlatul Ulama, la cual cuenta con más de 50 millones de seguidores. Todos ellos huyen del wahabismo que inspira al Estado Islámico. “Estamos desafiando el concepto del EI, el cual quiere un islam uniforme que implica que no hay otra interpretación del islam que no sea la que ellos hacen”, explicaba recientemente la secretaria general de esta organización, Yahya Cholil Staquf a “The New York Times”. En la misma línea se expresa Sidney Jones, directora del Institute for Policy Analysis of Conflict: “Indonesia no tiene un Gobierno represivo, no es un territorio ocupado y políticamente es estable. Además, allí los musulmanes no son perseguidos”. “Si se ponen todos estos factores junto, no es sorprendente el hecho de que los musulmanes no quieran viajar a Siria para sumarse al EI”, dice la analista a la publicación “The Atlantic”, corroborando así la hipótesis de que los seguidores del islam moderado que se practica en el sureste asiático podría servir de vacuna contra los islamista. “El Estado Islámico quiere que los musulmanes de todo el mundo emigren a su estado, por eso escenifican ataques por todo el planeta con la intención de propagar que es el grupo terrorista más fuerte. Sin embargo, estos ataques demuestran que el EI sea ahora más fuerte que nunca, sino todo lo contrario, son un acto de desesperación de una organización que constantemente ha ido perdiendo terreno en Irak”, concluye Gelvin.