Bruselas
May se decanta por abandonar el mercado único
Hammond, responsable del Tesoro, sugiere subidas de impuestos a las empresas europeas
Hammond, responsable del Tesoro, sugiere subidas de impuestos a las empresas europeas
Tras meses de silencio, la «premier» Theresa May expondrá finalmente mañana su plan para ejecutar la salida de Reino Unido de la Unión Europea. El Gobierno sigue sin desvelar los detalles, pero los diarios dominicales adelantaron ayer que la estrategia pasará definitivamente consistirá en un «Brexit duro», sin acceso al mercado único y a la unión aduanera en aras del control de la inmigración, y que ponga fin a la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia.
En este sentido, las declaraciones del titular de Economía, Philip Hammond, quien señaló ayer que si al país se le cierra el acceso al mercado europeo, «tendría que estar obligado a cambiar el modelo económico», se interpretaran como un prolegómeno. «Haremos lo que tengamos que hacer ganar competitividad», advirtió en una entrevista publicada por el diario alemán «Die Welt», que le preguntó si Londres podría convertirse en «paraíso fiscal» al reducir aún más el impuesto de sociedades para mantener su atractivo ante las empresas foráneas. «Creo que Mercedes-Benz, BMW y Volkswagen también quieren seguir vendiendo sus coches en el mercado británico sin pagar aranceles», advirtió el ministro de Economía en referencia a la imposición de futuros impuestoss. Hammond recordó, además, que «el mayor banco alemán tiene una gran filial en Londres y es de suponer que quiere mantenerla».
La permanencia en el mercado común europeo se antoja uno de los puntos más problemáticos ante las futuras negociaciones con Bruselas, ya que el Ejecutivo conservador se encuentra completamente dividido entre los ministros que apuestan por una ruptura total y los que consideran que perder el acceso al mercado más potente del mundo sería una «catástrofe» para Reino Unido. «Deberíamos ser capaces de alcanzar un acuerdo que permita, sobre la base de la reciprocidad, el acceso a nuestros respectivos mercados sin la integración política que implica ser miembro de la UE», señaló ayer en su entrevista el titular del Tesoro.
El gran problema es que la canciller de Alemania, Angela Merkel, ha repetido en varias ocasiones que Londres no podrá mantener el acceso al mercado común si insiste en su intención de acabar con la libre circulación de ciudadanos comunitarios a su territorio. Y fue, precisamente, para «reducir la inmigración» la razón principal de que los ciudadanos británicos decidieran apostar por el Brexit en el plebiscito del pasado 23 de junio.
De acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR, en sus siglas en inglés), la reducción de la población foránea mermaría el tamaño de la economía británica y haría más pobres a sus ciudadanos. El NIESR estima que una disminución de dos tercios de la inmigración significaría una economía un 9% menor en 2065. No en vano, según el Gobierno, la contribución tributaria de los ciudadanos del Espacio Económico Europeo (EEE) que más recientemente han cruzado el Canal fue de 3.000 millones de libras (unos 3.400 millones de euros) en materia de impuestos, frente a los 500 millones de libras que recibieron en prestaciones.
En cualquier caso, si finalmente se opta por salir del mercado común, ¿quién saldría más perjudicado con esta ruptura? ¿Londres o Bruselas? Actualmente, las exportaciones al territorio comunitario representan el 44% del total británico (223.000 millones de libras), mientras que las importaciones desde Europa alcanzan el 53% (291.000 millones de libras). Los acuerdos comerciales comunitarios aportan más de 400.000 millones de libras a la economía británica. Para la UE, sin embargo, Reino Unido sólo representa un 8% de sus exportaciones, por lo que el efecto de un descenso de ventas sería más limitado.
Según Raoul Ruparel, codirector del reputado «think tank» Open Europe, en términos comerciales, aunque ambas partes potencialmente podrían resultar afectadas, «Reino Unido tiene proporcionalmente una mayor exposición». «La UE representa el 48,5% del comercio total británico (importaciones y exportaciones de bienes y servicios), mientras que Reino Unido representa una proporción mucho menor del comercio de la UE. Con todo, Reino Unido es un socio comercial muy importante para un gran número de países, en particular Alemania, Países Bajos e Irlanda», matiza.
En caso de que finalmente se apueste por un «Brexit duro», los modelos que Londres puede tomar como referencia serían el noruego, el suizo y el canadiense. Según Open Europe, se antoja difícil que el primero y segundo puedan interesar a los euroescépticos, ya que estos países aceptan la libre circulación de personas. Por su parte, el canadiense podría servir sólo como punto de partida, porque no acepta la libre circulación y no contribuye al presupuesto europeo, pero no resulta un buen acuerdo para la liberalización de los servicios financieros, uno de los puntos más importantes para la City.
Londres es sede de 250 bancos extranjeros que emplean a 160.000 personas. En 2013, los servicios financieros británicos combinados con las compañías de seguros tuvieron un superávit de 19.000 millones de libras (21.500 millones de euros) por su pertenencia a la Unión Europea.
Una unión aduanera como Turquía
El ministro de Comercio Internacional, Liam Fox, uno de los tres «brexiteers» del Ejecutivo, ha sugerido que Reino Unido podría continuar como miembro de la unión aduanera de la UE, como Turquía. «Queremos observar diferentes alternativas. Es algo complicado el Brexit. Por ejemplo, Turquía. En algunos ámbitos, Turquía está en la unión aduanera, pero en otros no lo está. Después de observar todos los asuntos, el Gobierno llegará a un acuerdo en común», señaló. Pero es obvio que, de momento, no hay consenso y en Downing Street recalcan que, como pronto hasta febrero, no habrá comunicado oficial. La intención de May es solicitar de manera formal el divorcio con Bruselas en marzo.
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