Unión Europea

Merkel asegura que el pacto con Turquía es «modélico»

«Prácticamente nadie se ha ahogado en el Egeo», sentencia la canciller

La Razón
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El pacto de la Unión Europea (UE) y Turquía en torno a los refugiados ha sido controvertido desde su nacimiento, pero para Angela Merkel resulta «modélico» y podría ser un ejemplo para aplicarse en otros países como Egipto, Túnez o Libia. Con este discurso, pronunciado ayer en el Bundestag (Parlamento alemán) durante una reunión presupuestaria, Merkel defiende su tan criticada política de asilo. Mientras algunos estados europeos miran con escepticismo el pacto con Turquía, donde los ataques a la libertad de expresión se han intensificado desde la intentona golpista de julio, la canciller arguye que desde la firma del acuerdo, «prácticamente nadie se ha ahogado en el mar Egeo» y que «la situación ha mejorado mucho respecto a un año atrás». Recordó que el número de llegadas de refugiados ha disminuido bastante desde finales de 2015, año en el que Alemania acogió a 1,1 millones de solicitantes de asilo.

No son pocos los politólogos alemanes que vaticinan un mal futuro para el pacto, con cuya ruptura ha amenazado Ankara en alguna ocasión si la UE no acepta la exención de visados para los ciudadanos turcos. Merkel advirtió de que habría ciertos límites. «Si en Turquía se violan los derechos humanos, lo denunciaremos y llamaremos a las cosas por su nombre», apuntó. También prometió que su Gobierno «tomará las medidas adicionales necesarias para garantizar la seguridad interior», en referencia al miedo que se ha ido extendiendo por el país tras los ataques de julio vinculados con el Estado Islámico.

A pesar de sus promesas, cada vez son menos los ciudadanos que confían en su política de asilo. La crisis migratoria y la preocupación por la seguridad derivada de ésta han debilitado la imagen del Ejecutivo en los últimos meses. Una de las consecuencias de esto ha sido el fortalecimiento de los partidos populistas de ultraderecha, que se han nutrido de un discurso anti-inmigración y han recolectado los votos de los descontentos. La última prueba de este ascenso se dio el pasado domingo con la derrota histórica de la CDU a manos de AfD, principal partido de ultraderecha, en las elecciones de Mecklemburgo-Antepomerania. La subida de la derecha radical a estos niveles es algo que no se daba en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial. Ante este peligro, la mandataria pidió a la clase política no ceder ante la presión del populismo y no hacer uso de «respuestas simples». El objetivo principal de los partidos tradicionales, para ella, es «recuperar la confianza de los ciudadanos».