Rebelión
El ministro de Defensa ruso, una pieza clave del Kremlin que se tambalea
Serguei Shoigu estuvo desaparecido durante las 24 horas que duró la revuelta del Grupo Wagner y se debate su continuidad en el Gobierno por la deriva de la guerra y el pulso con Prigozhin
La jornada de hoy supuso la vuelta a la calma en Rusia, un país que se despertaba en un apacible domingo de verano como quien había tenido una pesadilla. El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, se erigía como el nuevo héroe nacional, mientras los soldados del grupo de mercenarios Wagner volvían a sus bases con la tranquilidad de que nadie emprendería acciones contra ellos después de su rebelión instantánea. El jefe del grupo, Yevgueni Prigozhin, ya había llegado a Bielorrusia y su liderazgo sobre el batallón pasaba a manos del Ministerio de Defensa. Repartidos los papeles, quedaba en el aire la pregunta de qué rol se le asignaría al actual ministro de Defensa, Serguei Shoigu, demostrado que los vehículos de Wagner salieron a tomar el país para protestar por su mala gestión de la guerra y tras haber intentado quitarse de en medio, a base de bombardeos, a un batallón cuyas hazañas militares nadie podía poner en duda.
A sus 68 años, Shoigu es todavía hoy una pieza clave en el Kremlin, pero su figura ha quedado tocada y casi hundida tras los acontecimientos del fin de semana pasado. La decisión de mantenerle o destituirle le corresponde al presidente ruso, Vladimir Putin, que de momento no ha movido ficha, pero que podría apartar definitivamente de su cargo a este hombre que llegó al Kremlin en 1991, casi nueve años antes de la aparición de Putin.
Proveniente de la región de Tuva, en el sur de Siberia, Shoigu es de los pocos dirigentes no étnicamente rusos que han ocupado un alto puesto en Moscú desde el colapso de la URSS.
Con 36 años, Shoigun, estrenó el Ministerio de Situaciones de Emergencia, creado por el entonces presidente ruso, Boris Yeltsin, manteniéndose en el cargo durante once años. Su gestión al frente del mismo ha sido calificada por muchos expertos como bastante eficiente. En un país que por su extensión experimentaba todo tipo de catástrofes naturales las campañas de publicidad llevadas a cabo y su presencia mediática convirtieron a este nuevo ministro en uno de los más conocidos de la época. El ascenso al poder de un desconocido como Putin no fue motivo de recelo para Shoigun, que se convirtió en uno de los hombres de confianza del presidente y fue mantenido en el cargo por su sucesor, Dmitri Medvedev, durante los cuatro años que ejerció como jefe del Estado.
En el año 2012, Putin decide llevar a cabo una profunda remodelación, tanto en el Ejército como en el Ministerio de Defensa, que había sido comandado durante más de cinco años por Anatoli Serdiukov y sobre el que recaían sospechas de corrupción.
Shgenoigu, que llevaba algunos meses presidiendo la región de Moscú, fue elegido para ocupar ese cargo de confianza del presidente y es ahí cuando la relación de amistad de ambos adquiere sus cuotas más altas. Las primeras críticas a las que hizo frente al llegar a ese Ministerio le acusaban de no haber servido en el Ejército y, por lo tanto, de desconocer la vida militar. A pesar de ello, algunas de las medidas impuestas por Shoigu han servido para modernizar unas Fuerzas Armadas rusas carentes de recursos y con profesionales que hasta entonces estaban muy mal pagados.
El año 2014 fue decisivo en su carrera, afrontando la anexión de la península de Crimea a la Federación de Rusia y la aparición de los regimientos separatistas de Donbás, que oficialmente no podían tener la ayuda estatal de Moscú, precursores de la invasión Rusa en el este de Ucrania lanzada en febrero de 2022. En 2015 dirigió la operación militar de su país en Siria.
Se podría decir que el posicionamiento militar actual de Rusia no se puede entender sin la figura de Shoigú, que siempre ha gozado de la confianza del presidente Putin, al que le une también una sintonía personal. Las preguntas formuladas por varios periodistas al portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, al terminar la tensa jornada del sábado tenían como protagonista al ministro, conscientes de que la rabia que llevó al jefe del grupo Wagner a revelarse fue desatada por sus desavenencias con Shoigu. El representante del Kremlin no dio respuestas concretas a un posible cese, dejando la decisión al propio Putin.
El papel del presidente ruso se antoja complicado al obligarle a destituir a uno de los pocos hombres en quien confía ciegamente, pudiendo mantenerle en el cargo mientras lo que sucede en el frente ucraniano no deja de darle la razón al ya desterrado Prigozhin. El ministro de Defensa no estaba por ningún lado durante las 24 horas de revuelta y, hasta ahora, se encuentra totalmente desaparecido de la esfera pública.
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