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Obama busca seducir a Latinoamérica

Obama saluda a la primera ministra de Jamaica, Portia Simpson-Miller
Obama saluda a la primera ministra de Jamaica, Portia Simpson-Millerlarazon

Pareciera extraña la inusitada atención que el presidente de EE UU, Barack Obama, está depositando en la región durante su segundo mandato. El líder norteamericano dio ayer el pistoletazo de salida a su gira de tres días por el Caribe y América Central, que culminará en Panamá. El mandatario espera contrarrestar la expansión de la influencia china y aprovechar el debilitamiento del poder de Venezuela, otrora el abastecedor petrolero de las Américas. El primer destino fue Jamaica, donde se reunió con líderes del Caribe en una agenda centrada en temas como energía y seguridad, con el objetivo de romper el esquema de colaboración petrolera Petrocaribe, desarrollado por Venezuela desde 2005. Más tarde se trasladó a Panamá para participar en la Cumbre de las Américas que comienza hoy. Panamá pondrá a prueba las nuevas relaciones entre EE UU y Cuba en esta etapa de deshielo. Para allanar el camino, el presidente norteamericano aseguró ayer que está preparado para sacar a La Habana de la lista de países terroristas. Éste es unoo de los escollos para la normalización de las relaciones entre los dos viejos enemigos.

Su llegada fue todo un acontecimiento en la capital, que bloqueó el tráfico durante horas. Un despliegue sin precedentes en materia de seguridad. Hay que tener en cuenta que los servicios secretos de la Casa Blanca llevan desplazados más de cuatro meses en la ciudad para supervisar la llegada. Más de 1.000 efectivos viajaron desde EE UU. A esto hay que sumar el portahelicópteros que forma parte de la comitiva presencial, anclado frente a Ciudad de Panamá, en el océano Pacífico. La limusina modelo Cadillac One, con carrocería antimisil reforzada con acero, aluminio, titanio y cerámica, apodada «la Bestia», esperaba a Obama. Como este modelo viajan seis para que no sepan cuál traslada al mandatario en caso de ataque. «Estaría bueno que por lo menos bajase los cristales tintados y saludara», comentaba ayer una señora que vende «raspados» (trozos de hielo bañados en sabores) en la calle.

No hubo saludos al pueblo, pero Obama llegó con su mejor sonrisa para mostrar al resto de países que EE UU cambió su estrategia en la región, que no quiere interceder, sólo hacer negocios. Por su parte, Cuba se acercará al «imperio», pero mantendrá su discurso revolucionario apoyando a Venezuela, que ya amenaza con boicotear la cumbre y no firmar la declaración final si no se incluyen críticas hacia la política de Washington. Un mal trago para el anfitrión, el presidente Juan Carlos Varela, que sigue obsesionado con la foto de Castro estrechando la mano de Obama. Como si la instantánea le fuera a relegar un digno asiento dentro del teatro de la historia. Por eso teme tanto las manifestaciones y foros sociales.

De hecho, servicios secretos de La Habana y Caracas ya se encuentran en Panamá encargados de silenciar algunas voces críticas concentradas en las calles. Durante una marcha el pasado miércoles, disidentes cubanos fueron agredidos por sus funcionarios compatriotas. La cumbre pondrá en ebullición las tensiones.