Poroshenko pide una flota a la OTAN para hacer frente a Moscú

Putin plantea el despliegue de nuevos radares militares en Crimea.

La canciller alemana, Angela Merkel, llamó ayer al diálogo y «no a una solución militar» para resolver el conflicto latente entre Kiev y Moscú, cuya escalada bélica se agudiza tras el incidente del Estrecho de Kerch del pasado domingo. Lo hizo después de que el presidente ucraniano apelara a la OTAN para que despliegue sus buques de guerra en el mar Negro y un alto mando reclamase el cierre del Estrecho del Bósforo a los navíos rusos.

«Alemania es uno de nuestros aliados más estrechos y esperamos que dentro de la OTAN haya Estados dispuestos a enviar buques militares al mar de Azov para reforzar la seguridad», afirmó Petro Poroshenko al diario germano «Bild». El líder ucraniano se dirigió directamente a Berlín al afirmar que Merkel fue «una gran amiga» de su país en 2015, cuando gracias a su papel en las conversaciones de Minsk «ya salvó una vez» a su nación, que en aquel entonces mantenía una guerra civil abierta con las provincias rebeldes de Donbass. Sin embargo, la canciller abogó por templar los ánimos y descartó nuevas medidas contra Moscú a la vez que subrayaba que es innegociable «cumplir lo que una vez prometimos». Es decir, defender la integridad territorial de Ucrania, incluida Crimea, tal y como se firmó en el Memorándum de Budapest tras caer la URSS.

El riesgo a un choque real aumenta en la zona. Después de que Kiev declarase el estado de guerra en diez regiones colindantes con Rusia, Donbass y Transnistria; Moscú valoraba ayer instalar un radar de alerta temprana de misiles en Crimea que se sumaría al anunciado despliegue de un batallón con un sistema antiaéreo S-400, según informa la agencia Interfax. Por ello, la líder alemana instó a la prudencia a Kiev, que no forma parte de la OTAN, durante la inauguración del III foro económico germano-ucraniano, donde el primer ministro Volodimir Hroisman pidió proteger los intereses de sus ciudades portuarias que están atadas al futuro del Estrecho de Kerch, como Mariupol y Berdyansk, según informa Efe. Desde la anexión de Crimea a Rusia en 2014, varios han sido los incidentes en aquel lugar, como la captura de pesqueros por ambas partes, porque Moscú considera que son aguas territoriales suyas. Sin embargo, los problemas se agravaron aún más con la apertura en mayo del puente que une la península con el continente, cuya altura limita el tamaño de los cargueros que salen de aquella zona industrial. Además, desde entonces los servicios de seguridad rusos, el FSB, han detenido más de 150 navíos ucranianos, algunos durante varios días.

Rusia respondió por su parte que todo es una maniobra del Gobierno de Poroshenko de cara a las elecciones de marzo. Moscú argumenta que todo ha sido «una provocación» y subraya que entre los 24 marinos detenidos hay varios agentes especiales, como confirmó el propio Servicio de Seguridad de Ucrania. Por ello, tras conocerse la llamada de Poroshenko a la OTAN, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, recalcó que el enfoque de Kiev en este asunto «apunta a continuar la escalada de las tensiones».

Por su parte, la OTAN se mantuvo en silencio ante la petición de Poroshenko de reforzar su presencia naval en el Mar Negro, zona que el organismo considera «la mayor amenaza para la arquitectura europea» tras las crisis de Georgia, Crimea y el este de Ucrania. Precisamente, uno de los miembros de la Alianza que bañan esas aguas, Turquía, es visto con recelo. Tiene en sus manos el paso de cualquier buque por el Bósforo, pero Ankara se ha convertido en un socio clave de Moscú en los últimos tiempos en asuntos como Siria y la compra de armamento pese a las advertencias de Washington.