
Análisis
¿Qué separa y qué une a los países europeos en su política común de defensa?
Europa trabaja en construir una política de defensa común para reducir su dependencia de aliados externos

Desde hace décadas, Europa trabaja en construir una política de defensa común para reducir su dependencia de aliados externos, no obstante, el interés individual así como la desconfianza a compartir con otros países temas relacionados con la seguridad han contribuido a que la mayoría de las propuestas sean papel mojado. Ni un Ejército común, ni una industria común ni siquiera una voz común. La invasión rusa de Ucrania y la llegada de la administración Trump han desatado la alarma y ha vuelto a situar este asunto en la agenda común como otrora lo hizo la político monetaria común, la agraria o la pesquera.
LA RAZÓN analiza con varios expertos en qué momento se encuentra esta iniciativa y si la coyuntura actual podría favorecer el acuerdo entre los socios. Alistair Edgar, profesor de Ciencias Políticas en Wilfrid Laurier University, Waterloo (Canadá), insiste en que existe, como mínimo, “un punto de vista común” (excepto con Orbán en Hungría y Fico en Eslovaquia) de que “Rusia es una amenaza militar actual y creciente para Europa. Incluso en Hungría y Eslovaquia, hay una amplia oposición pública a la aparente sumisión de los líderes al Kremlin”. Por lo tanto, hay un entendimiento político y social sobre la necesidad de aumentar el gasto en defensa de los miembros de la UE así como la capacidad industrial de defensa y la protección de infraestructuras.
En su opinión, el principal escollo es cómo financiar este aumento del gasto colectivo. En este sentido, sin dejar de atender el bienestar social de cada uno de los países de manera individual y más allá de las tensiones domésticas, “casi todos los miembros de la UE (23 de los cuales también son miembros de la OTAN) están de acuerdo en la necesidad de aumentar el gasto en defensa pero no hay consenso en cómo recaudar los 800 mil millones de euros que Von der Leyen ha anunciado como objetivo”, señala Alistair Edgar, profesor de Ciencias Políticas en Wilfrid Laurier University, Waterloo (Canadá). No en vano, los estados con grandes deudas del sur de Europa (por ejemplo, Italia, España) quieren más subvenciones (con dinero recaudado a través de la emisión de 'bonos de defensa', a lo que se oponen Alemania y los Países Bajos), mientras que otros estados y la UE enfatizan los préstamos,para los cuales se puede hacer una enmienda al Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Más allá de cómo financiar este aumento en Defensa, otra de las diferencias entre el bloque comunitario está relacionado con el grado de amenaza que representa Rusia para los distintos países. “Sánchez, en España, haciendo malabarismos con sus preocupaciones políticas internas, ha declarado que Rusia no va a "llegar a los Pirineos", lo cual puede ser cierto, pero también subestima profundamente los peligros de los ataques híbridos rusos y el sabotaje de infraestructuras (que están ocurriendo ahora, y han ido en aumento, en toda Europa y en los mares), mientras que Orbán y Fico podrían dar la bienvenida personalmente a Rusia. Polonia, Finlandia, Suecia, los países bálticos, antaño ocupados, y el nuevo liderazgo alemán comprende muy claramente la amenaza militar directa que representan las ambiciones imperialistas de Putin y el resentimiento personal que aún guarda por el colapso de la Unión Soviética”.
Si dejamos a un lado el asunto relacionado con la financiación o la creación de un ejército, la otra incógnita tiene que ver con la ideología y si es posible que todos los países que forman parte de la Unión Europea abracen una misma política de defensa. “Una posición política europea común y unida (de nuevo, excluyendo, si es necesario, a Orban y a Fico) es la base; un presupuesto de defensa, unas adquisiciones, un mercado de defensa, una planificación militar, etc., a nivel europeo, todo debería basarse en la visión política común de la amenaza que la Rusia de Putin supone para la seguridad europea”, subraya el experto.
Por último, el otro elemento que ha acelerado que los países vuelvan a sentarse y poner sobre la mesa esta idea es la llegada de Donald Trump a la administración estadounidense y cómo su aislacionismo europeo está impulsando la política de defensa común europea. “Europa debe reconocer y aceptar que los Estados Unidos de Trump ya no son un aliado confiable; incluso si firmara un nuevo acuerdo mañana, podría declararlo "el peor acuerdo de la historia" la semana que viene o al día siguiente”, apunta
Por lo tanto, la UE debe dejar de intentar llegar a un acuerdo y de perseguir a Trump. Nada de lo que provenga de la Casa Blanca de Trump debe considerarse definitivo ni confiable.
Esto significa que Europa debe reorientar radicalmente sus supuestos, su planificación y su cooperación interna. Esto se aplica desde la base, en términos de fuerzas y capacidades militares, pero también en términos políticos y económicos.
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