
Guerra comercial
Rama de olivo china: el levantamiento de sanciones a eurodiputados señala un cambio de estrategia
Pekin levanta sanciones para seducir a Europa en medio de fricciones transatlánticas

China ha levantado las sanciones impuestas a miembros del Parlamento Europeo y sus familias, en lo que se percibe como una concesión clave dentro de una estrategia más amplia para estrechar lazos con Europa, en un contexto marcado por la creciente incertidumbre en unas relaciones transatlánticas deshilachadas.
La inesperada medida, confirmada por la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, durante una reunión a puerta cerrada con los líderes de la cámara, busca destrabar el Acuerdo Integral de Inversiones UE-China (CAI), cuya ratificación se encuentra congelada desde 2021 debido a las sanciones cruzadas impuestas por ambas partes en relación con las denuncias de violaciones de derechos humanos en Xinjiang. "Como presidenta, es mi responsabilidad asegurar que cada miembro de esta Cámara pueda ejercer su mandato libremente, sin restricciones", declaró Metsola, subrayando la importancia del diálogo y el compromiso con el gigante asiático.
La decisión de Pekín se produce en un momento en que observadores anticipan un posible deterioro de las relaciones entre el bloque de los 27 y Washington. En este escenario, un acercamiento a China podría ser visto como una forma de diversificar las alianzas económicas y mitigar los riesgos asociados a la controvertida política de Trump.
Sin embargo, fuentes de la UE han minimizado la posibilidad de una reactivación inmediata del CAI, advirtiendo que persisten numerosos desafíos y que Bruselas se encuentra en una posición delicada entre las dos mayores economías del mundo.
El Parlamento Europeo ha reiterado que el levantamiento de las sanciones no implica que vaya a ignorar los problemas persistentes en las relaciones bilaterales, y que seguirá defendiendo los derechos humanos y los valores fundamentales globales. Bruselas también mantiene su disposición a colaborar con la Casa Blanca para contrarrestar la sobrecapacidad industrial de China, aunque las perspectivas de alcanzar un acuerdo con un Trump beligerante parecen remotas en este momento.
Entre los afectados por el levantamiento de las medidas coercitivas se encuentran los eurodiputados Raphael Glucksmann, Miriam Lexmann, Michael Gahler e Ilhan Kyuchyuk, así como Reinhard Buetikofer, quien se retiró el año pasado. Estas medidas implicaban la prohibición de viajar y la inmovilización de activos. A pesar de este gesto, las limitaciones impuestas por Beijing siguen vigentes para varios académicos y centros de estudios.
La represión en Xinjiang, en el punto de mira
Estas represalias fueron impuestas por Pekín en respuesta a las sanciones europeas contra tres funcionarios y una entidad china por su presunta participación en abusos contra los derechos humanos en Xinjiang. Los europeos han manifestado que no tienen previsto retirar sus propias medidas restrictivas, dado que no han observado una mejora en la situación de los derechos humanos en la región.
La pregunta que resuena en los círculos financieros es si Europa estará dispuesta a morder el anzuelo chino sacrificando principios en aras del crecimiento económico.
Más allá de las disputas, las relaciones UE-China se han visto tensadas en los últimos años por las políticas económicas chinas, especialmente la falta de transparencia en torno a los subsidios estatales y las consecuencias negativas de la sobreproducción industrial. El año pasado, la UE impuso aranceles a los vehículos eléctricos chinos, acusando al régimen de Xi Jinping de distorsionar el mercado mediante incentivos masivos.
En el plano geopolítico, la relación bilateral ha estado marcada por la postura de China ante la invasión rusa de Ucrania. Si bien insiste en su neutralidad, su negativa a condenar la agresión de Moscú la cacareada alianza ha generado preocupación en Europa.
Fuentes comunitarias revelan una creciente inquietud ante la perspectiva de enfrentar simultáneamente frentes de guerra comercial con las dos superpotencias globales. Subyace, además, un sutil mensaje dirigido a Washington: Europa no está dispuesta a ser un mero satélite transatlántico y explora activamente alternativas estratégicas.
Europa, entre la espada y la pared
Así pues, Europa parece atrapada entre la espada de Trump y la pared de su propia ineficiencia económica, enfrentando así una elección complicada. Ceder a la seducción china, buscando alivio en el comercio y la inversión, implica comprometer valores fundamentales y fortalecer un régimen autoritario. Mantener la línea con un Washington cada vez más aislado, puede implicar arriesgarse a un declive acelerado.
La presidencia de Trump, caracterizada por la imposición de una tromba aranceles punitivos a productos europeos y la desestabilización de su política exterior –culpando a Kiev de la invasión rusa y desmantelando los esfuerzos de Biden por fortalecer la alianza transatlántica–, han acelerado esta reevaluación.
Sin embargo, la cautela prevalece en algunos sectores del Parlamento Europeo. Eurodiputados clave advierten contra la tentación de resucitar el controvertido Acuerdo Integral de Inversiones (CAI) basándose únicamente en el gesto chino de levantar las sanciones."¿Acaso la eliminación de estas restricciones contra nuestros parlamentarios implica el cierre de campos de reeducación o el fin del trabajo forzado en Xinjiang? Evidentemente, no", sentenció Raphael Glucksmann, influyente legislador francés. "Retomar las negociaciones del CAI en estas circunstancias sería un error estratégico de primer orden. Afortunadamente, no percibo un clamor generalizado en esa dirección." Glucksmann ha instado a priorizar la resolución de problemas urgentes en la relación comercial con China, desde la defensa de los derechos humanos hasta la seguridad económica y la lucha contra la sobrecapacidad industrial. En otras palabras, la diplomacia europea debe enfocarse en abordar las raíces del conflicto, en lugar de dejarse seducir por gestos superficiales.
La cumbre anual UE-China, programada para julio
Entretanto, altos funcionarios de la UE, incluyendo a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y al presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, se preparan para un encuentro de alto nivel con Xi Jinping a finales de año. La cumbre anual UE-China, programada para julio, tendrá lugar en Pekín, un cambio de sede que no pasa desapercibido. Inicialmente prevista en Bruselas, la decisión de trasladarla a la capital china subraya la reticencia de Xi a viajar al continente, un gesto que algunos interpretan como una demostración de fuerza y un claro indicativo del nuevo equilibrio de poder en los vínculos.
Más allá de la diplomacia de alto nivel, las negociaciones se centran en desescalar las tiranteces en torno a las exportaciones chinas de vehículos eléctricos. En un intento por evitar una escalada arancelaria, ambas partes exploran "compromisos de precios" como alternativa a los aranceles impuestos por la UE. Este delicado equilibrio refleja la creciente preocupación en Bruselas por la competitividad de la industria automotriz europea frente al avance tecnológico y la agresiva política de precios de los fabricantes chinos.El diálogo en curso abarca también la cooperación en las cadenas de suministro de autos eléctricos, el acceso al mercado para productos farmacéuticos y agrícolas, y la modernización del acuerdo de cooperación aduanera.
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