Unión Europea
La UE recela de listas trasnacionales en las elecciones europeas
España podría ganar dos escaños en los próximos comicios de 2024
Los Veintisiete han acogido con escaso entusiasmo la posibilidad de la crear listas europeas trasnacionales, un intento de poner en macha una auténtica campaña electoral europea que no quede secuestrada por los temas nacionales, tal y como suele suceder normalmente. Los próximos comicios europeos tendrán lugar del 6 al 9 de junio y la Eurocámara quiere impulsar una nueva ley electoral, aunque los visos de conseguirlo antes de esta fecha parecen ahora casi nulos ya que necesita la unanimidad de las capitales europeas.
El Parlamento ha propuesto la creación de una circunscripción paneuropea para elegir a 28 eurodiputados, a través de un sistema de doble urna en el que estos representantes serán elegidos en una papeleta diferente de las las listas estatales o regionales.
Con esta propuesta, los partidos políticos europeos o las coaliciones de partidos nacionales podrían proponer listas transnacionales de candidatos encabezadas por su aspirante a presidir la Comisión Europea, el método bautizado como "spitzenkandidaten" (cabeza de lista en alemán). De esta forma, se intenta replicar los sistemas parlamentarios nacionales en los que el líder del partido político más votado es elegido presidente o primer ministro si alcanza la mayoría absoluta o se establece una candidato alternativo con el acuerdo del resto de fuerzas políticas.
Según el texto aprobado por el Parlamento Europeo, en la confección de estas listas debería haber un equilibrio geográfico con la inclusión de candidatos de países grandes, medianos y pequeños en orden alterno además de listas cremallera con un número equitativo de hombres y mujeres.
A pesar de que nunca se ha puesto en marcha este sistema de listas trasnacionales, en el año 2014 Jean Claude Juncker fue elegido presidente de la Comisión Europea al ser el candidato de la fuerza más votado, el Partido Popular Europeo. En el año 2019 este sistema se puso patas arriba cuando el presidente francés Emmanuel Macron vetó al candidato alemán del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, y se acabó eligiendo a Ursula von der Leyen (también del PPE) en su lugar.
El Tratado de Lisboa asegura que los jefes de Estado y de Gobierno deben elegir al presidente o presidenta del Ejecutivo comunitario “teniendo en cuenta” el resultado de las elecciones, unas palabras lo suficientemente ambiguas para que las cancillerías europea puedan imponer un candidato alternativo si no llegan a un acuerdo. En la cumbre, también quedó descartado el aspirante socialista, Frans Timmermans. Después de este golpe palaciego de los jefes de Estado y de Gobierno, este sistema quedó herido de muerte y parece poco posible su resurrección. A pesar del desdén mostrado por las cancillerías europeas, la Eurocámara acabó dando luz verde a regañadientes a la candidatura de von der Leyen que desde ese momento tuvo que granjearse el apoyo de socialistas y verdes.
Aunque en los pasillos comunitarios se da por hecho que von der Leyen optará a la reelección, la política alemana aún no se ha pronunciado sobre si respalda el spitzenkandidaten y si tiene sentido una campaña europea en la que los votantes conozcan las posiciones políticas de los aspirantes a ocupar la planta noble del edificio Berlaymont, sede del Ejecutivo comunitario. Francia asegura que este sistema tan sólo resulta viable con listas trasnacionales, lo que ahora mismo parece imposible de conseguir. Los ministros de Asuntos Europeos han debatido este martes en Luxemburgo esta propuesta de reforma electoral y todo indica que va a ser imposible la creación de este tipo de papeletas, debido a la falta de voluntad generalizada. Todo indica que las diferentes tradiciones democráticas de cada país son un gran impedimento que incluso dificultan que se pueda votar el mismo día en toda la UE (el Parlamento Europeo propone el 9 de mayo día de Europa), o que la edad para votar sea la misma en todos los países (16 años), tal y como quiere también el hemiciclo.
Además, la Eurocámara reclama que en las próximas elecciones se añadan 11 escaños más, hasta lo 716. En el caso de España, esto supondría un aumento de dos diputados lo que incrementaria su presencia en el hemiciclo a 61 representantes. Los Tratados prohíben que el número de eurodiputados sea superior a 750 más el presidente. Además, cada país debe tener al menos 6 escaños y no más de 96 con el fin de que los más poblados no tengan una representación excesiva.
Según los cambios demográficos de los últimos años, la propuesta del Parlamento Europeo plantea que Países Bajos obtenga otros dos escaños más (hasta 31) y que también ganen uno más Austria (hasta 20), Dinamarca (15), Finlandia (15), Irlanda (14), Eslovenia (9) y Letonia. Francia está presionando para conseguir cuatro escaños más.
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