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Revolución Macron

La ambición del que hasta el pasado martes fuera el ministro estrella de François Hollande amenaza ahora con romper la endogamia enquistada en la política francesa.

El ex ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, durante una rueda de prensa y tras anunciar su dimisión el pasado martes en París
El ex ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, durante una rueda de prensa y tras anunciar su dimisión el pasado martes en Paríslarazon

La ambición del que hasta el pasado martes fuera el ministro estrella de François Hollande amenaza ahora con romper la endogamia enquistada en la política francesa.

La ambición personal y la osadía emprendedora son dos caras de una misma moneda que gusta tanto como desagrada en la figura que está revolucionando el inicio del curso político en Francia. Emmanuel Macron es, ante todo, un verso suelto en la cuadriculada política francesa, donde la improvisación ocupa poco espacio y las ambiciones personales suelen ser sancionadas. La mayoría de tertulias políticas televisivas se preguntan estos días si esto tiene cabida en un país en el que un ex presidente (Sarkozy) se enfrenta a un ex primer ministro (Juppé) para obtener la candidatura de la derecha al Elíseo en 2017 y donde los dos últimos candidatos socialistas (François Hollande y Ségolène Royal) tienen cuatro hijos en común. Si a esto le sumamos la saga Le Pen, no obtenemos nada ilegítimo, pero sí una notable endogamia que el país arrastra desde hace décadas y que Macron quiere romper.

El ministro estrella –y el más joven– de Hollande dimitía este pasado martes para centrarse en su propio proyecto político al que ha bautizado «¡En Marcha!» jugando con las iniciales de su nombre y apellido. La jugada confirmaba dos cosas. La primera es que aquel consejero económico que Hollande metió en su círculo hace unos años tenía ambiciones de mayor altura. Algo que casi nadie desconocía pero que él siempre ha justificado explicando que ganaba bastante más trabajando para la banca Rothschild que metiéndose en el terreno político. El segundo aspecto confirmado es que su permanencia en el Gobierno era algo insostenible.

Hollande llegó a excusar que su ministro más popular fundara hace cinco meses su propio movimiento político. Pero las disputas con Manuel Valls llegaron incluso a sede parlamentaria con una riña antológica, repetida hasta la saciedad por todas las televisiones, en la que el primer ministro reprochaba al titular de Economía su distanciamiento de lo que Macron denominaba «la casta política» en Francia. Este verano, mientras el ex titular de Economía cerraba su primer mitin con su recién creada formación política con un grito fervoroso «iremos juntos hasta 2017 y hasta la victoria», Valls no disimulaba su irritación, señalando que «ya es hora de parar todo esto». Desde entonces, las horas del pupilo de Hollande en el Gobierno se daban por contadas.

Sin embargo, los sondeos juegan a favor del joven de 38 años. Él era el miembro más valorado del Ejecutivo y, de ser candidato frente a la derecha, Macron tendría más posibilidades que Valls y que Hollande. El pupilo ha ganado la partida de la popularidad a su mentor. De momento, el movimiento de Macron cuenta con 60.000 simpatizantes, muy activos en las redes sociales, pero tan sólo el alcalde socialista de Lyon, Gérard Collomb, le ha manifestado su apoyo en lo que se refiere a primeros espadas de la vida política. Mickael Nogal es un joven perteneciente al movimiento «Jóvenes por Macron» desde el año pasado. Este estudiante de Relaciones Públicas de Toulouse y de padres españoles, miembro del Partido Socialista, hizo campaña por Hollande en 2012 y ahora se siente «decepcionado con este presidente que puede llevar a la catástrofe al PS si acaba presentándose». En una entrevista con LA RAZON, el joven señala que Macron «no llegó a la política para hacer carrera. Creció en un ambiente burgués y se formó en las mejores escuelas y nunca lo ha negado. Llegó desde el ámbito de la empresa privada y no cometerá el error de perpetuarse en el poder como hace toda la clase política francesa».

Convencido de que Francia está asistiendo a un cambio de paradigma político, como pasó en España con las formaciones emergentes, Nogal pone distancia en la comparativa entre Macron y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera: «Tienen en común el reformismo y el hecho de querer implicar a la sociedad civil en la política, pero Macron es más de izquierdas. No veo a Macron pactando con Sarkozy. Yo le compararía más bien con Justin Trudeau, el nuevo primer ministro de Canadá», asegura.