Marina
Es un submarino nuclear, pero es capaz de lanzar drones espía: Reino Unido enseña su mejor tecnología
El estado británico ha probado con éxito una nueva capacidad submarina de vanguardia para sus fuerzas navales, lo que redefine la estrategia militar en el fondo del mar
La Royal Navy ha dado un paso adelante notable en sus capacidades de combate submarino al completar con éxito una serie de pruebas para el lanzamiento y recuperación de vehículos submarinos no tripulados (UUV) desde un submarino de propulsión nuclear. Estos ejercicios, de importancia capital, buscan fortalecer la posición estratégica del Reino Unido bajo las aguas.
Las maniobras, enmarcadas en el denominado Proyecto Scylla, se llevaron a cabo recientemente en el Mediterráneo. Durante estas pruebas, se desplegaron los UUV a través de los tubos lanzatorpedos de un submarino de ataque de la clase Astute, demostrando una flexibilidad operativa que hasta ahora era una aspiración.
El objetivo principal de estas operaciones es ampliar las capacidades de la flota submarina británica en áreas como el reconocimiento subacuático, la guerra en el lecho marino y la protección de las comunicaciones. Esta integración de tecnología autónoma con plataformas tripuladas abre nuevas vías para la inteligencia y la táctica naval.
Un salto cualitativo en la autonomía submarina
La ejecución de estas complejas operaciones de lanzamiento y recuperación corrió a cargo de la Agencia de Entrega de Submarinos (SDA) del Ministerio de Defensa británico, en colaboración con el contratista L3Harris, cuestión que ha recogido Interesting Engineering. Estos ensayos han puesto de manifiesto cómo los submarinos pueden transformarse en plataformas esenciales para desplegar sistemas autónomos, redefiniendo el futuro del combate naval.
El dron lanzado desde el tubo de torpedos es una variante del Iver4 900 UUV de L3Harris, un vehículo submarino modular y compacto. Mide aproximadamente 3,8 metros de largo y pesa unos 90 kilogramos, pudiendo equiparse con sistemas de sonar, sensores y enlaces de datos.
Esta capacidad le permite cartografiar el lecho marino, detectar amenazas y apoyar operaciones de contramedidas de minas. El Comodoro Marcus Rose, subdirector de Capacidades de Combate Submarino, ha calificado estos resultados como un "gran paso adelante" para el Servicio de Submarinos, destacando el compromiso con una futura flota híbrida.
Estrategia y proyección global
El Proyecto Scylla se inscribe dentro del Pilar 2 de AUKUS, el pacto de seguridad trilateral entre el Reino Unido, Estados Unidos y Australia. Este proyecto se enfoca en el desarrollo y despliegue de capacidades avanzadas como inteligencia artificial y sistemas autónomos, fortaleciendo la seguridad en las regiones euroatlántica e Indo-Pacífica.
Los submarinos de la clase Astute, participantes en las pruebas, son los sumergibles de ataque de propulsión nuclear más avanzados de la Royal Navy. Con 7.400 toneladas de desplazamiento y armados con misiles Tomahawk y torpedos Spearfish, son capaces de ejecutar operaciones sigilosas a nivel global.
La integración de estos UUV añade una nueva capa de inteligencia y flexibilidad táctica a las operaciones navales, permitiendo a la Marina Real obtener información vital y reaccionar con mayor agilidad. Este éxito apoya la estrategia de la Royal Navy, centrada en el uso de tecnologías avanzadas y la guerra híbrida.
La estrategia "Atlantic Bastion" de la Royal Navy, centrada en el uso de tecnologías avanzadas y la guerra híbrida, recibe un impulso con este avance. La capacidad de los drones submarinos se exhibió durante la Operación Highmast de 2025, que incluye al Grupo de Ataque de Portaaviones 25 (CSG25), liderado por el HMS Prince of Wales. Este grupo, con HMS Astute a bordo y más de 4.500 militares británicos, se dirige al Indo-Pacífico para una misión de ocho meses con ejercicios multinacionales.
Este despliegue subraya el compromiso del Reino Unido con el fortalecimiento de la seguridad regional y la colaboración estrecha con sus aliados. Ante una competencia subacuática creciente, la Royal Navy tiene previsto invertir más recursos en tecnologías autónomas, como las del Proyecto Scylla, para mantener su ventaja estratégica.