Política

Hong Kong

Tensa calma en Hong Kong a la espera de nuevas protestas

La Policía controla las calles, con tiendas cerradas y servicios mínimos de transporte.

Varios jóvenes recogen cascos y paraguas de entre la basura generada tras las cargas policiales / Reuters
Varios jóvenes recogen cascos y paraguas de entre la basura generada tras las cargas policiales / Reuterslarazon

La Policía controla las calles, con tiendas cerradas y servicios mínimos de transporte.

Calma tensa en Hong Kong. La ciudad china, que el miércoles vivió una jornada llena de incidentes que dejaron más de 80 heridos y once detenidos, amaneció ayer con el anuncio de que las sesiones en el Parlamento quedaban suspendidas el jueves y el viernes. A las puertas del edificio donde miles de jóvenes protestaron el día anterior contra el proyecto de ley de extradición bloqueando los accesos a la Cámara e impidiendo la entrada de los parlamentarios, los cuerpos de seguridad apostados en cada esquina se encargaban de mantener acordonada la zona.

Llegar hasta allí no era fácil, ya que el metro no paró durante la mayor parte del día en la estación de Admiralty, la salida que lleva a las oficinas del Gobierno. No fue hasta por la tarde cuando volvió a abrir sus puertas, aunque eso no impidió que algunos pequeños grupos se acercaran a los aledaños del Legislativo para entonar cánticos religiosos en señal de protesta por la respuesta policial o se manifestaran en silencio.

La violencia usada por las Fuerzas de Seguridad dejó tocada a una ciudad que ha vuelto a convocar una manifestación para este domingo. Ese día, además de mostrar su rechazo a la actuación de los uniformados, volverán a insistir en parar una ley que, de aprobarse, podría servir para extraditar a China a cualquier detenido en este territorio. Pese a que en febrero el Ejecutivo aceptó varias enmiendas que permitirían revisar cada caso de manera individual o vetar una extradición si consideran que hay riesgos de que el detenido sufra torturas o se le pueda aplicar la pena de muerte, el temor va más allá.

Para la sociedad hongkonesa, significa un paso más en la erosión de libertades que, a su juicio, viene sufriendo en los últimos años con episodios tales como secuestros por parte de las autoridades comunistas o la descalificación de politícos críticos con Pekín. Pero, aun así, el Gobierno de Carrie Lam ha afirmado que seguirá adelante y se ampara en que la posibilidad de salir a las calles –independientemente de cómo se disperse después a sus ciudadanos– es un claro ejemplo de que Hong Kong es una ciudad libre con un sistema diferente al resto de la China continental.

Para Raymond Chan Chi-chuen, del Partido People Power, las intenciones de la jefa del Ejecutivo están claras. Según indicó, el Gobierno está tratando de retrasar la reunión hasta que la ira pública se disipe. «Pero no funcionará, siempre y cuando no se retracten de la ley. La gente está lista para más acciones», afirmó. Ayer, muchas tiendas y oficinas seguían cerradas y hoy las madres de aquellos a quienes la Policía atacó con gases y pelotas de goma se concentrarán en repulsa de una crisis que ha dejado en Hong Kong un aire enrarecido que se hace irrespirable.