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Theresa May dimite "por no haber podido ejecutar el Brexit"

La primera ministra dejará el cargo el 7 de junio pero se mantendrá de forma interina hasta que el Partido Conservador encuentre a su sustituto

Theresa May ha roto a llorar al anunciar su dimisión/Foto: Reuters
Theresa May ha roto a llorar al anunciar su dimisión/Foto: Reuterslarazon

La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, dijo este viernes, al anunciar su dimisión el próximo 7 de junio, que "siempre lamentará profundamente"no haber podido ejecutar el "brexit"

Nadie negará nunca su perseverancia, capacidad de trabajo y sentido del deber. Pero el Brexit ha acabado devorando a Theresa May, la que siempre será la gran desconocida para el público. La segunda mujer en la historia de Reino Unido en asumir las riendas del Ejecutivo iba para Margaret Thatcher, pero se quedó en el intento. O quizá no. Quizás haya más similitudes entre ellas de lo que a priori parece, porque fue precisamente la cuestión europea la que también acabó echando del Número 10 de Downing Street a la Dama de Hierro en 1990. En cualquier caso, Thatcher era una reformista radical y May siempre ha sido más bien una gestora competente, pero sin visión. «Simplemente me pongo a trabajar en lo que tengo delante», solía decir.

Presionada más que nunca por sus filas y abandonada por su Gabinete, esta enigmática hija de un vicario anglicanoha anunciado hoy que dimitirá como líder del Partido Conservador el 7 de junio. Permanecerá, eso sí, como primera ministra hasta que se nombre a un sustituto, cosa que ocurrirá antes de que Westminster comience su receso estival en torno al 24 de julio. Boris Johnson, ex ministro de Exteriores, y su actual sustituto, Jeremy Hunt, se apresuraron ayer a confirmar que aspiran a la sucesión.

Durante un emotivo discurso a las puertas de Downing Street, donde no pudo reprimir al final sus lágrimas, señaló que siempre será para ella un «motivo de gran lamento» el hecho de que no haya podido llevar a cabo el Brexit. «Será mi sucesor quien tendrá que cumplir con el resultado del referéndum. Para lograrlo, él o ella deberá lograr el consenso en Parlamento que yo no conseguí. Ese consenso sólo se conseguirá si todas las partes involucradas en el debate están dispuestas a ceder», matizó.

Ahí radica la gran cuestión. ¿Cómo afecta esto ahora al divorcio? Se da por hecho que el Brexit no tendrá ya ningún tipo de avances hasta septiembre, cuando sus señorías retomen su agenda. Pero el reloj de arena corre en su contra porque el 31 de octubre termina la segunda prórroga concedida por los Veintisiete. Y no hay garantías de que Bruselas vaya a aceptar otra prórroga en el calendario. Más bien parece que el caos británico ha agotado su paciencia.

Por otra parte, un nuevo inquilino en el Número 10 no va a cambiar la aritmética en la Cámara de los Comunes. Los conservadores no cuentan con mayoría absoluta y dependen del apoyo de los norirlandeses del DUP, que ya han dejado muy claro que no aceptarán nunca la solución para evitar la frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte que recoge el Acuerdo de Retirada que May cerró el año pasado con la UE para garantizar una salida del bloque de manera ordenada.

Lejos de simular la barrida histórica a la oposición similar a la que logró Thatcher sobre Michael Foot en 1983 –cuando superó a los laboristas por 144 asientos–, May acabó perdiendo en junio de 2017 la mayoría absoluta en unas elecciones anticipadas con las que pretendía fortalecer su liderazgo. En realidad, aquello marcó el principio del fin. Con Westminster en una crisis sin precedentes, las opciones que quedan ahora son la celebración de un segundo referéndum, cancelar el Brexit, abandonar el bloque sin pacto o, la que cuenta con más posibilidades, elecciones generales antes de que finalice el año.

No solo una, sino hasta en tres ocasiones, May intentó que la Cámara de los Comunes aprobara el Acuerdo de Retirada. En las tres ocasiones fracasó estrepitosamente. Sobre todo en enero, cuando sufrió una derrota histórica de hasta 230 escaños de diferencia. El Partido Conservador llegó a celebrar una moción de confianza contra su liderazgo. Pero May sobrevivió. En varias ocasiones demostró ser un Ave Fénix, luchando contra viento y marea y contra las 36 dimisiones que ha afrontado en su Gobierno.

May estaba dispuesta incluso a realizar un cuarto intento para ratificar el divorcio. Esta semana había presentado el proyecto de ley de retirada, que quería someter a votación a principios de junio. Pero en un guiño frustrado por conseguir el respaldo de la oposición, dejó la puerta abierta a un segundo referéndum y una unión aduanera temporal. Y esa fue la gota que colmó el vaso. Sus filas entraron en cólera. Y el Gabinete le retiró su apoyo. Su sucesor, que será elegido en un proceso interno del Partido Conservador tras la dimisión de la «premier» el 7 de junio, será el decimocuarto jefe del Gobierno bajo el reinado de Isabel II, que a sus 93 años ha visto desfilar 13 primeros ministros, desde Churchill hasta May.

El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, ha asegurado que May ha hecho «lo correcto», «ha aceptado lo que el país ya sabía desde hace meses», que «no puede gobernar» ni siquiera su propio partido, dijo en una nota. Corbyn considera que el Parlamento está «bloqueado» y «lo último que necesita el país son semanas de lucha conservadora y otro primer ministro que no ha sido elegido», por lo que pidió elecciones anticipadas.

A pesar de haber sido primera ministra y la persona que más tiempo portó la cartera de Interior en el último medio siglo, May abandonará el Número 10 siendo una gran desconocida para el público. «No soy una mujer que da espectáculo, no cotilleo, no voy a beber a los bares del Parlamento. Hago mi trabajo y punto», llegó a decir en una ocasión. Quizá en un intento por romper tanta sobriedad acudía a esos llamativos zapatos que tantas portadas protagonizaron. No se puede decir que no lo intentara. Pero el Brexit acabó con ella. En definitiva, la siempre polémica cuestión europea en el Partido Conservador, la misma con la que lleva 40 años sin lograr un consenso, ha terminado con la carrera de otro de sus líderes.