Siria

Tony Abbott prepara el Gobierno que pondrá fin la era laborista en Australia

El primer ministro electo de Australia, el conservador Tony Abbott, prepara desde hoy el nuevo gobierno que pondrá fin a seis años de era laborista en el poder tras obtener la víspera una aplastante victoria en los comicios del país oceánico.

"La gente espera que al día siguiente de las elecciones, el gobierno entrante comience su trabajo. Y eso, precisamente, es lo que haré", comentó Abbott en el porche de su hogar de Sídney ataviado con traje ciclista antes de dar una vuelta en bicicleta tras la resaca de la victoria electoral.

El líder conservador se reúne hoy con altos funcionarios públicos para preparar la ley que abolirá el polémico impuesto a las emisiones de carbono, implementado por los laboristas en 2012, y activar un plan para detener la llegada de barcos con inmigrantes ilegales a las costas del país, entre otras medidas, según "ABC".

Un alto mando militar se hará cargo de la seguridad fronteriza australiana, las tramitaciones de solicitud de asilo se continuarán realizando en países terceros y se repatriará a los barcos con inmigrantes ilegales, según el plan de los conservadores.

En los primeros cien días, el nuevo gobierno de Abbott, que deberá jurar al cargo en los próximos días ante la gobernadora general, Quentin Bryce, tiene previsto también abolir los polémicos impuestos a las emisiones contaminantes y a las ganancias mineras.

No obstante, el Senado controlado por el Partido Laborista y el Verde hasta mediados de 2014 no pondrá fácil esta tarea.

Según los datos preliminares, los conservadores no han logrado los cinco escaños que necesitaban para controlar la Cámara alta, que tras su renovación el año que viene incluirá a representantes del partido del magnate minero Clive Palmer y una formación amante de los coches.

La construcción de una red nacional de banda ancha, obra que se espera esté finalizada en los próximos tres años, es otra de las promesas realizadas por el futuro primer ministro.

Abbott asume las riendas del Ejecutivo en el momento en que Australia preside, en calidad de miembro no permanente, el Consejo de Seguridad de la ONU y será la sede de la cumbre del G20, en 2014.

En materia de asuntos exteriores, este político pragmático estará constantemente a prueba, especialmente en lo que se refiere a la crisis de Siria, que calificó en los últimos días de campaña como un conflicto entre "malos contra malos".

Respecto a la economía, uno de sus anhelos más caros será lograr un superávit presupuestario, actualmente con un déficit de unos 27.570 millones de dólares o (20.916 millones de euros), y ahorrar unos 36.664 millones de dólares (27.827 millones de euros) en los próximos 4 años para mejorar la economía del país.

Australia, a pesar del declive de la bonanza del sector minero, posee una fuerte economía con un crecimiento sostenido durante más de dos décadas, una tasa de paro del 5,7 %, una inflación del 2,4 % y la máxima puntuación de la deuda por parte de las tres principales agencias calificadoras.

Exseminarista y férreo opositor al aborto y a la legalización del matrimonio homosexual, Abbott celebró el regreso de los conservadores al poder en Australia, ocupado durante los últimos seis años por el Partido Laborista, cuyo líder, Kevin Rudd, presentó anoche su renuncia al liderazgo de la formación.

El Partido Laborista, destrozado por una derrota histórica al obtener el número de votos más bajo de los últimos 100 años, ya comienza a barajar nombre entre los sucesores.

A pesar de que el escrutinio no ha concluido, los datos preliminares de la Comisión Electoral Australiana indican que la coalición conservadora de Abbott tendría unos 88 escaños en la Cámara baja, más de diez de los necesarios para formar gobierno en solitario, frente a 57 del Partido Laborista.

El Partido Verde, una formación minoritaria y una independiente obtendrían un escaño cada uno, aún a falta de dos escaños por determinar.