Política

Casas reales

Un espejo, una espada y una joya para el nuevo emperador nipón

Más de 200 años después de la última abdicación, Japón abrirá la «era de la armonía» con el ascenso del príncipe heredero Naruhito al Trono de Crisantemo.

El hasta hoy emperador de Japón, Akihito, y su hijo, Naruhito, en el Palacio Imperial, en Tokio
El hasta hoy emperador de Japón, Akihito, y su hijo, Naruhito, en el Palacio Imperial, en Tokiolarazon

Más de 200 años después de la última abdicación, Japón abrirá la «era de la armonía» con el ascenso del príncipe heredero Naruhito al Trono de Crisantemo.

Más de 200 años después de que Japón viviera la última abdicación de un emperador, el país nipón celebra hoy la del actual monarca Akihito para que, mañana, su hijo Naruhito ascienda al Trono del Crisantemo en una discreta ceremonia a la que tan solo asistirán unos 300 invitados. Pese a la sencillez de los actos, como a cualquier evento real no le faltarán los tres elementos esenciales: fiesta, solemnidad e intriga.

Los fastos comenzaron ayer, cuando Japón dio el pistoletazo de salida a su «Semana Dorada», una suerte de vacaciones que el Gobierno conservador del primer ministro, Shinzo Abe, ha otorgado a sus ciudadanos con motivo del cambio de monarca. Con estos días festivos, nadie tiene excusa para no poder despedir hoy la era «Heisei» y dar comienzo mañana, 1 de mayo, a la era «Reiwa». Por supuesto, la fiesta vendrá acompañada de un estricto protocolo. Así, hoy a las 17:00 horas tendrá lugar una ceremonia televisada a nivel nacional en la sala más prestigiosa del Palacio Imperial y en la que Abe anunciará la abdicación. A continuación, el que pasará a ser emperador emérito pronunciará unas palabras frente a su mujer, la emperatriz Michiko, el príncipe heredero Naruhito y la princesa heredera Masako, que asistirán junto a los líderes de ambas cámaras de la Dieta Nacional y los jueces de la Corte Suprema.

Desde que terminen estos solemnes actos y hasta mañana a las 10:30, Japón carecerá de emperador. A esa hora, un reducido grupo de hombres –miembros de la realeza y de las tres ramas del Gobierno–, será testigo de la entrega como prueba de su sucesión legítima a Naruhito de un espejo, una espada y una joya, objetos casi divinos que hoy devolverá Akihito tras abandonar su reinado y que representan los valores que debe poseer el emperador: valor, sabiduría y benevolencia. Como curiosidad, este año asistirá a la ceremonia Satsuki Katayama, la única ministra en el Gabinete de Abe y que se convertirá en la primera mujer en la historia moderna en presenciar este acto.

Tras este ritual, Naruhito dará sus primeras palabras en un discurso que, según apuntan los expertos, atisbará las posibles directrices de su reinado. Alexis Dudden, profesora de Historia en la Universidad de Conecticut, declaró a LA RAZÓN que «es probable que continúe purgando el legado que Japón dejó por el mundo marcado por la violencia colonial y las guerras que se libraron en el nombre de su abuelo, su bisabuelo y su tatarabuelo». Asimismo, la lucha contra el cambio climático o un debate renovado sobre el papel de las mujeres y las niñas en el hogar imperial y en la sociedad japonesa en general, podrían ser «un legado muy saludable de su reinado», aventuró.

No obstante, la Constitución nipona establece que el emperador es «el símbolo del Estado y de la unidad del pueblo» y carece de «otras facultades de gobierno», por lo que pese a sus buenas intenciones, su papel será más representativo que funcional. Aun con todo, las expectativas puestas en Naruhito son altas. Primero, porque deberá continuar el legado de su padre; y segundo, porque sus propios antecedentes lo presentan como un emperador moderno que puede darle un giro a la monarquía reinante más antigua del mundo.

Mientras se espera con expectación su discurso, las Fuerzas de Seguridad que custodian el Palacio Imperial de la capital del país permanecen en estado de máxima alerta comprobando que todo está a punto. Desde el cielo con helicópteros, y bajo tierra comprobando que no hay sorpresas en ninguna de las alcantarillas de alrededor. Sus esfuerzos no son gratuitos, ya que hace tan solo unos días en el pupitre escolar de Hisahito, el sobrino de Naruhito y segundo en la línea de sucesión, aparecieron dos cuchillos. Un hombre con un casco logró pasar los controles de su centro educativo, entrar en el aula y dejarlos en su mesa, un hecho que ha puesto el misterio y la intriga que no podía faltar para un evento histórico de semejante calado. El despliegue se mantendrá al menos hasta el jueves, cuando se espera que Naruhito haga su primera aparición pública como emperador de Japón.